La jornada electoral venezolana del domingo, con el empate técnico entre chavismo y oposición, disemina expectativas encontradas en todo el continente.

Por una parte, se canta victoria de manera muy poco creíble, con rostros más propios de un velatorio, señalando sin énfasis que “ganó el socialismo del siglo XXI”.

Del otro, se escucha decir que esta es “la lucha es del pueblo contra un presidente espurio” (Henrique Capriles dixit).

De hecho, la oposición democrática de Venezuela denuncia que hay “militares presos porque el domingo exigían el cumplimiento de la Constitución”, mientras se convoca a un cacerolazo popular contra el fraude.

Todo parece indicar que el “pajarito” escuchado mediúmnicamente por Maduro ya no canta, o que en todo caso silba una tonada muy distinta a la esperada por el oficialismo venezolano.

Lo cierto es que, más allá de que Maduro logre consolidar su débil posición presidencial, o que Capriles avance en su interpelación a los mecanismos de fraude, el ALBA ya no será lo que era.

Ya PDVSA congeló en los meses pasados sus inversiones en Bolivia, y es previsible que la “regaladera” de fondos a otros países, para usar la expresión de Capriles, se acabará abruptamente, para atender los crecientes problemas del deficitario modelo económico neopopulista…

Fuente: EJU.TV (Bolivia)