El escritor peruano Mario Vargas Llosa criticó hoy en Nueva York a los gobiernos de Cuba y Venezuela, de los que aseguró que “no son democracias”, y afirmó que otros países latinoamericanos como Nicaragua o Bolivia son “semidemocracias infectadas por el populismo y el autoritarismo”.

El premio Nobel de Literatura compareció en la tarde del jueves en una abarrotada Americas Society (Consejo de las Américas) de Nueva York junto a John King, profesor de Historia cultural de Latinoamérica en la Universidad de Warwick y traductor de algunas de las obras de Vargas Llosa, para conversar sobre literatura, cultura y sociedad.

En una enumeración de países sudamericanos “verdaderamente democráticos y progresistas”, Vargas Llosa evitó citar a Argentina y Ecuador, entre otros. A juicio del Nobel de Literatura, países como Perú, Brasil, Chile, Colombia o Uruguay están llevando a cabo políticas acertadas en términos de economía de mercado, lo que conlleva estabilidad institucional y progreso económico.

“En estos países estamos viendo la luz al final del túnel, hay esperanza, las cosas mejoran”, aseveró.

Con todo, la mayor parte del diálogo se centró en la última obra del peruano, “El héroe discreto”, publicada en septiembre. La novela narra las historias cruzadas de dos personajes: el humilde emprendedor Felícito Yanaqué, reacio a aceptar el chantaje de la mafia local, e Ismael Carrera, un exitoso empresario que se refugia en el arte y la poesía mientras rechaza los convencionalismos sociales.

Sobre los hombros de estos héroes contemporáneos, encarnados en los dos protagonistas, cargó Vargas Llosa la importancia de valores como la libertad, la legalidad, la solidaridad y otras “instituciones de la sociedad democrática, que existe por individuos anónimos que se esfuerzan por preservarla”.

Es la lucha silenciosa de los pequeños “héroes sociales” en lugares como su Perú natal lo que le motivó a tejer una novela que el propio escritor califica como “quizá”, su primera “novela optimista”.

El erotismo como ingrediente esencial de la civilización avanzada también encontró su hueco durante la velada. Erotismo como estética, como creatividad sexual, como delgada línea de separación entre la experiencia meramente física del sexo y la ceremonia avanzada, espiritual, cultural y artística propia del hombre desarrollado.

Erotismo como contrapunto de la primitiva y banal pornografía. Erotismo salvaguardado por la discreción, imprescindible para no regresar a la pura esencia física del acto sexual. Don Rigoberto, un viejo conocido del mundo vargasllosiano, reaparece en “El héroe discreto” como defensor de este erotismo tan necesario para la persistencia de la civilización.

Más allá de los comentarios sobre su nueva obra, el Premio Cervantes reflexionó sobre su relación con los personajes de sus novelas, por los que confesó su simpatía. Pero no ocultó el riesgo de un exceso de identificación con algunos, “porque corres el riesgo de terminar caricaturizándoles”, advirtió.

El septuagenario autor volvió a recordar que Rafael Leónidas Trujillo, el protagonista de la aplaudida “La fiesta del chivo”, fue el personaje más desafiante y difícil al que el novelista se ha enfrentado.

Preguntado sobre el auge de los libros electrónicos, Vargas Llosa se mostró reacio a un mundo sin libros de papel. “No estoy seguro de que se pueda producir para e-book la misma literatura que para el papel, sino una más banal y superficial”, advirtió.

Sin rechazar la revolución tecnológica y el progreso que ésta ha supuesto, el autor de “Conversación en La Catedral” lamentó que una literatura sin papel, meramente electrónica, sería más pobre y menos crítica, quizá igual de entretenida pero nunca más un arte mayor.

Fuente: El Universal (Venezuela)