Todos estaban pendientes y protegiendo su voto. Deseaban un cambio, reconciliados con su realidad y así levantar la frente para sentirse ese ciudadano que hoy podía cambiar la historia de su país y decir ¡Basta! al régimen que implantó Maduro con el apoyo del G2 cubano, calando en lo más profundo del corazón del pueblo. “Le hemos quitado la máscara al régimen” dijo Lilian Tintori esposa de Leopoldo López. Porque hoy el mundo sabe cómo se vive en Venezuela, que no hay libertad, ni derechos.
Los ciudadanos en las afueras de los centros de votación, y un centenar de legisladores latinoamericanos y europeos, además de los ex presidentes Andrés Pastrana Arango de Colombia, Jorge Quiroga de Bolivia, Mireya Moscoso de Panamá, Luis Alberto Lacalle de Uruguay), Laura Chinchilla de Costa Rica y Miguel Ángel Rodríguez de Costa Rica, fueron celosos testigos de los comicios.
Cuando las horas del cierre llegaron a su minuto cero, pidieron que si no había votantes esperando se cierren los centros para evitar cualquier situación que ponga en peligro la votación, ajustándose a la Ley Orgánica de procesos Electorales. Algo que el capo Diosdado Cabello, el presidente de la Asamblea Nacional y candidato por el Partido Socialista Unido violó, al instar a los venezolanos a votar por el PSUV, -lo hizo sin cuidado alguno-, en directo, ante todas las cámaras de televisión presentes en el colegio electoral donde había emitido su voto.
Tampoco gustó a la oposición el rol de los efectivos militares durante los comicios que aparte de custodiar los centro de votación y el material electoral, no debían tomar ninguna acción, como lo ocurrido en el Liceo Andrés Bello en Caracas que se hizo público a través de twitter y donde los testigos de mesa debieron velar por proteger el voto mientras la tensa situación ocasionó la confrontación entre opositores y simpatizantes del gobierno.
El retiro de credenciales a los expresidentes invitados a observar los comicios y cuando un alto funcionario del gobierno planteó la posibilidad de expulsarlos del país fueron dos momentos tras los que se esperaba lo peor.
Se conocieron otros casos como el del centro de votación en Barquisimeto, en el estado Lara, allí, en el momento en que se cerraron las mesas, llegaron un grupo de chavistas impidiendo el cierre del centro, aunque ya no había electores. Desde ese momento la acción de los venezolanos era de temor pero también de alerta para evitar que el fraude comenzara a reproducirse.
Cuando a las 19,30 horas el diputado Julio Borges desde el comando de Venezuela Unida pidió que no se prorrogue la votación ya que el pueblo ya se había expresado, por lo tanto los centros de votación debían estar cerrados tal cual lo estipula la ley. Pidió además que se abran las cajas para que se cuenten las papeletas y así se celebren los resultados, la oposición le estaba pidiendo al gobierno también cordura y que no fuerce las reglas ni invente cosas para desviar el resultado electoral.
Las redes ayudaron a controlar la votación. Tanto desde el interior del país como desde afuera estábamos todos en guardia evitando que Maduro concretara su amenaza. El manejo de resultados siempre es el momento donde todo puede pasar. Los datos locales y por circuitos de los dos bloques políticos al cierre de los comicios fortalecía la esperanza de la oposición, mientras el CNE fue el último en tomar conocimiento. Y lo que se esperaba es que tales resultados fueran aceptados por el oficialismo, con alto sentido democrático. Sobre todo en un evento histórico y complejo como lo fueron estas elecciones para Venezuela. Y donde quedan muchas situaciones raras que han tomado estado publico provocando elásticas tensiones. Problemas con las máquinas, con la seguridad de los centros de votación, y con los veedores internacionales, ponen en perspectivas críticas a su normal desarrollo en la mirada colectiva de la ciudadanía.
El pueblo venezolano ya no quiere inventos ni mentiras, por eso el fraude no encontró la forma de alimentar su fuerza, y la Mesa de la Unidad Democrática veló por ese cambio. Con un alto nivel de participación del 74,25% que superó a lo esperado, la preocupación de todos los electores era que las mesas se cierren y no se instaure una prórroga indefinida como intentó hacer el CNE. Recordemos que los escrutinios son actos públicos y un derecho del ciudadano que expresa la voluntad de elegir y ser elegido, y por eso entre otras cosas, se criticó en un primer momento que no se cumplió con lo que se había acordado de diligenciar el voto de los presos políticos.
Lilian Tintori contaba que se llegó al 6 de diciembre gracias a una huelga de hambre de 30 días de su esposo Leopoldo López quien junto a Daniel Ceballos y a 104 presos políticos presionaron al gobierno para que ponga fecha a las elecciones parlamentarias y la “Campaña todos por la libertad” fue diseñando el éxito final.
Había incertidumbre si a Leopoldo López le habían permitido votar o no, pero luego un twitter de su abogado, Juan Carlos Gutiérrez, despejó las dudas cuando escribió: “Finamente se recibió información de un funcionario del CNE que a Leopoldo López se le permitió votar. La incertidumbre es irregular”.
Cuando cerca de la 1 de la mañana en Caracas, Tibisay Lucena, titular del CNE, anunció que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) tendrá la batuta de la Asamblea Nacional al obtener 99 escaños, por 46 del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), la emoción vibró en cada rincón del país. Un nuevo capítulo se comenzaba a escribir y hoy 7 de Diciembre la unidad anunció que había superado los 112 diputados, alcanzando así la tan deseada mayoría calificada.
Esta nueva Asamblea Nacional abre la esperanza de que se liberen a los presos políticos, que vuelva la democracia, que se respete el acuerdo democrático que se firmó el 23 de julio para que en los primeros seis meses del 2016 se logre el cambio político profundo del gobierno, que cambie el actual sistema que tiene Venezuela, para salir de la crisis económica, humanitaria y social. Y desde la lucha moral reconciliar la nación y derrotar a la violencia.
Ese abanico de partidos políticos que es la MUD – que van desde el centro izquierda hasta la derecha más conservadora – hoy tiene la mayoría para enfrentar al régimen, ahora su objetivo llegó a la meta y de este modo la revolución bolivariana y el socialismo del siglo XXI fue noqueado. Primero en Argentina con el triunfo de Mauricio Macri y ahora con la derrota del Chavismo-Diosdado-Madurismo en el parlamento de Venezuela, el efecto dominó es real y otros aires soplan sobre Latinoamérica.
* Por María Celsa Rodríguez, informe especial para HACER.
Fuente: HACER¡
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