No hay duda que la república de Chile es un país muy unido al nuestro. Nos unen lazos de amistad quizás hasta más fuertes que los que tenemos con otros países más cercanos.

Desde esa óptica, nos embarga a todos la alegría y el orgullo del trabajo bien hecho, en lo que respecta a la extracción de los treinta y tres mineros, de las profundidades de la tierra en el desierto de Atacama.

El rescate fue realizado con celeridad, eficiencia, seguridad técnica y por sobre todas las cosas la unidad de todos los estamentos de la sociedad chilena.

La duda que nos carcome. ¿Cómo hubiera sido la cosa si esa desgracia ocurríera en el Uruguay?

¿Estaríamos discutiendo de quien era la responsabilidad del rescate? ¿O, estaríamos aun en la discusión si licitar en forma abierta o restringida el alquiler del equipo de perforación, para hacer el hoyo para llegar a los mineros?

Por supuesto que el Pit /Cnt estaría en paro por las horas extras, el pago por trabajo nocturno y porqué no, por trabajo insalubre. Ni que tal vez que el Sr. Castillo estaría tratando de conciliar las antinómicas posiciones internas de los gremialistas, antes de empezar los trabajos de rescate.

Chile y su gente son distintos. Son distintos desde cómo manejan su país, su estado y hasta de alguna manera su propia sociedad.

Sus habitantes indígenas los bravos Araucanos nunca fueron conquistados. Sus próceres son un irlandés O´Higgins y en menor grado un increíble mercenario escosés Cochrane.

En materia económica les guía la practicidad, los resultados y el bienestar consiguiente de los chilenos por arriba de cualquier consideración ideológica. Ya tuvieron sus aventuras izquierdistas y con lógica y la misma practicidad superaron esas veleidades históricas y siguieron la marcha hasta ser el país menos corrupto y más desarrollado en términos proporcionales de nuestro continente.

¿Será la pobreza de su territorio en materia agronómica o será la peculiar distribución geográfica de su país? No se sabe. Lo que sí se sabe es que los chilenos son los más exitosos del continente en lo que es insertar su país en el concierto económico mundial con todas las ventajas que eso conlleva. No se discuten los Tratados de Libre comercio en Chile, se hacen.

Chile hoy debería ser ejemplo para los demás países de América en muchos aspectos.

Por sobre todas las cosas los demás países del continente deberíamos aprender de nuestros hermanos de allende la cordillera, que los presupuestos no son de derecha ni de izquierda, son presupuestos, ni más ni menos. Deberíamos aprender que los impuestos son eso, impuestos, y no una forma de privilegiar un sector de la sociedad sobre otra.

Deberíamos aprender de Chile que el estado es un mal necesario y tratarlo en forma acorde.

Quizás y sin quizás lo que más deberíamos aprender de este – a la postre – feliz episodio de los mineros, es que ante las grandes disyuntivas nacionales por sobre todas las cosas lo que vale es la unidad detrás de un objetivo común.

No por eso debemos minimizar lo nuestro que es, por cierto, mucho. Sin embargo uno no puede dejar de admirar al gran pueblo chileno y a su gobierno y todo lo que demostraron en esta coyuntura, histórica al menos, sino milagrosa.

Sin duda somos, en muchas cosas iguales, en otras, distintos, bien distintos.

Fuente: Patria Digital (Uruguay)