Esta intolerable ofensa proferida por la Sra. Trinidad Jiménez contra el pueblo venezolano y su dirigencia democrática ensombrece las relaciones de los sectores socialdemócratas que hacen vida en la Mesa de Unidad Democrática respecto del PSOE y el gobierno de Rodríguez Zapatero.

Dios castiga sin piedra ni palo, aunque en política puede llegar a hacerlo mediante una sólida paliza. Fue la que los republicanos le dieron este martes a los demócratas, a quienes les inflingieran la mayor derrota documentada de los últimos sesenta años. Se acabo el sueño Obama. Los ciudadanos americanos han despertado de la seducción de un espejismo que los llevó hace dos años a embarcarse en una de sus más riesgosas aventuras. Creer en la palabra de un recién llegado que contaba de villas y castillos probando el retorno a viejas políticas populistas y despreciando los hechos. Ahí está el resultado. Los republicanos han ganado la mayoría de la Cámara conquistando más de sesenta escaños. Y recortando significativamente la diferencia que los separa en el Senado, todavía en manos de los Demócratas.

En un magno ejercicio de autocrítica y enorme ductilidad política, Obama no ha evadido el enfrentamiento con su dura realidad y se ha sometido de inmediato a una descarnada requisitoria mediática. Ha respondido, templado y sereno, con la única salida posible: solicitando la colaboración de los republicanos para en un esfuerzo de unidad nacional sacar al país del embrollo en que se encuentra.

¡Qué gran lección de democracia política! La misma ciudadanía que se equivoca eligiendo a quien no tenía los antecedentes ni la capacidad para ejercer un buen gobierno no teme rectificar a la primera circunstancia que se lo permite, pasándole una factura temible. Y la víctima del desaguisado no teme en reconocer con hidalguía la victoria de sus adversarios y pedirles auxilio. ¿Imaginable algo semejante en América Latina, donde cada enfrentamiento electoral bordea el matadero y la barbarie prohíbe que un vicepresidente de la república asista a las exequias de un ex presidente, porque a la viuda reinante le parece un atropello moral que el segundo de a bordo esté en desacuerdo con la capitana?

No es el único ejemplo de impostura política que se nos ocurre en este momento de revisar certezas. El presidente español Rodríguez Zapatero se ha visto obligado a despedir a su canciller por los evidentes y escandalosos errores de su gestión, particularmente en lo que respecta a las relaciones entre España y Venezuela y la complicidad de su gestión con la dictadura cubana. Y para enmendar el capote de la embravecida oposición del Partido Popular, que ya lo supera en las encuestas por más de 14 puntos, y hacer un mínimo gesto de reparación hacia la despreciada comunidad española que sufre en Venezuela de los embates del proyecto totalitario del teniente coronel nombra como sucesora a la Sra. Trinidad Jiménez, ex secretaria internacional del PSOE y de profundo conocimiento de la situación que se vive en Venezuela y, en general en América Latina.

¿Por qué desconocida e innominada razón quien conoce al dedillo el drama que viven los demócratas venezolanos y sabe de primera mano del sufrimiento de nuestros más de sesenta presos políticos, algunos de ellos pertenecientes a partidos miembros o amigos de la Internacional Socialista en la que participa su partido, y cuatro de ellos, a pesar de ser electos diputados y tener el derecho constitucional a hacer valer su inmunidad continúan aherrojados, ha asumido los más falaces y repudiables argumentos para no sólo negar que existan dichos presos sino para calumniar a sus partidos hermanos culpándolos de falsear la verdad al dar por presos políticos a quienes, según su versión, son presos comunes? ¿Por qué ha tergiversado de manera tan ruin y bastarda la situación jurídica y legal de la jueza Affiuni?

No cabe otra explicación que el contubernio entre las altas autoridades de su partido y/o su gobierno con el régimen del despótico teniente coronel venezolano, muy probablemente determinado por compromisos crematísticos. Esta intolerable ofensa proferida por la Sra. Trinidad Jiménez contra el pueblo venezolano y su dirigencia democrática ensombrece las relaciones de los sectores socialdemócratas que hacen vida en la Mesa de Unidad Democrática respecto del PSOE y el gobierno de Rodríguez Zapatero. No más de un año o talvez menos: la paliza recibida por Obama anticipa y presagia la que recibirán los socialistas españoles a manos del Partido Popular. Merecido se lo tendrán.

Fuente: Noticiero Digital (Venezuela)