Quién iba a imaginar que el clásico campanazo en Wall Street protagonizado por el presidente Ollanta Humala el jueves último, en el corazón financiero del capitalismo mundial, iba a ser superado ampliamente en su repercusión mediática por otro “campanazo” emitido pocas horas después, esta vez durante una entrevista con la cadena CNN, donde el Mandatario, al enumerar los méritos de su grácil esposa, aseguró que Nadine Heredia “está preparada para gobernar”.

¿Qué pudo haber llevado al Presidente a dinamitar una de las noticias más relevantes –económicamente hablando– de sus últimas horas en Nueva York? Son misterios que podrían llevarnos a una larga discusión sin arribar a una respuesta concluyente. Cuando se tienen más de dos años en el ejercicio del poder, resulta inexplicable reincidir en “reclutadas” –como alguna vez definió el propio Ollanta Humala a las metidas de pata en su esfera familiar– que solo sirven para agitar viejos fantasmas (“reelección conyugal”, APRA dixit) y contribuir a que la oposición ensaye una caricatura acerca de lo que verdaderamente anima a la pareja presidencial.

Sin embargo, es posible que la declaración de Humala contenga una revelación intrínseca: ¿cómo sabe el Mandatario que esta simpática comunicadora y ama de casa, que ni siquiera ha sido regidora distrital o alguien medianamente destacado en su ejercicio profesional, está preparada para dirigir los destinos de 30 millones de peruanos? Nótese que se trata de una función para la que el propio Presidente no estuvo preparado tras ganar las elecciones e, incluso, hoy se debate ante la mirada expectante de una opinión pública que considera, en mayoría, que no lo viene haciendo bien, y de ahí que casi uno de cada cinco peruanos apruebe el desempeño del Ejecutivo, según la última encuesta de Ipsos.

La única respuesta que se me ocurre es que el jefe de Estado debe haber visto con satisfacción a su esposa mandando sobre ministros y funcionarios –la famosa “luz verde” a la que se refería el ministro Pedro Cateriano en un audio que fuera propalado hace algunos meses–, y de ahí su amorosa certeza con respecto a que Nadine podría administrar el país de la mejor manera, tal como lo vendría haciendo a su lado. Así, tendríamos ante nuestros ojos la constatación de tantos trascendidos y versiones que ubican a Heredia en el centro de las principales decisiones que toma el Gobierno y en el seguimiento e implementación de las mismas. A algunos les parecerá positivo que el Mandatario cuente con una colaboradora que lo auxilie en el día a día de sus labores ejecutivas, pero lo cierto es que la Primera Dama no tiene el reconocimiento legal para hacerlo, y aceptar de plácemes esta realidad solo contribuye a preservar una irregularidad que tarde o temprano afectará al Presidente, como ya lo ha hecho en desmedro de su imagen, y que ha llevado a que muchos consideren que, en el Perú, hay un cogobierno. El mundo al revés: un presidente que necesita afirmar su autoridad e idoneidad para el cargo, pero que termina, él mismo, disparándose a los pies. Ni mandado a hacer.

Fuente: Correo (Perú)