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Peru

Perú: Natalia, la primera dama – por Eugenio D’Medina Lora

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Si hay un consenso absoluto entre los peruanos de estos tiempos, momentos en que parece que no nos ponemos de acuerdo ni en el sabor de la comida y mucho menos, en política, ese consenso tendría que llevar por nombre “Natalia” y por apellido, “Málaga”.

Porque si en algo estamos unánimemente de acuerdo es en que Natalia Málaga se ha convertido en el símbolo de lo que los peruanos queremos ser. De cómo queremos ser vistos por otros. De lo que aspiramos como valores nacionales, encajados en el cuerpo de un ser humano.

¿Qué ven los peruanos en esta mujer de nuestros tiempos? Enjundia, bravura, liderazgo, decisión, fortaleza anímica y, adicional a todo lo anterior, eficacia. Natalia “la hace”, pues, o por lo menos, sabemos que va a dejar la piel en el intento. No se guarda nada, ni lo bueno ni lo malo. Es de la clase de personas que puede ganar o perder, pero jamás se retirará de una cancha derrotada.

Esto último es muy importante en el alma del nuevo peruano. Ser eficaz y producir resultados. Pero esto no es gratuito, ni mucho menos, algo fácil de construir. ¿Qué la ampara a Natalia? ¿Por qué da esa seguridad de que va a ponerlo todo? Veamos. Es la única voleibolista peruana en ganar dos medallas olímpicas, como jugadora en 1988 y como entrenadora en 2010, medallista mundial en tres ocasiones, cinco veces fue campeona sudamericana y medallista continental muchas otras veces. Es decir, su obra la respalda.

Interesante es reflexionar sobre el fenómeno de Natalia, porque en mi opinión, esos mismos valores que reconocemos en ella son los que la gente peruana quiere en sus políticos. Valora a los políticos que producen resultados, que son decididos, que no se amilanan por otros, que actúan con agallas y que, en buena cuenta, lideran. Por eso no me sorprende que políticos como Fujimori y el mismo García tengan mejor recordación general, en segmentos amplios de la población peruana, que otros que proyectan una imagen más blanda y hasta confusa.

Y curioso es comprobar que, al igual que en la clásica comparación del vóley versus el fútbol, en la política también son las mujeres las que parecen encarnar, hace bastante rato ya, esos valores de enjundia, bravura, liderazgo, decisión, fortaleza anímica y eficacia. Son las que hablan fuerte, pues, las que hacen que las cosas sucedan en realidad y no queden en el “proyecto”, las que golpean la mesa y lanzan un ajo con cebollas cada tanto para “despertar” adormilados temperamentos masculinos que hoy aparecen especialmente dosificados, cuando no, domesticados. No es coincidencia cualquier similitud con la realidad, lamentablemente.

Natalia puede decir o callar lo que guste, o subirse o bajarse lo que quiera. Se ha ganado este derecho no ahora, sino luego de un tercio de siglo a punta de entrega, esfuerzo y resultados. Es el símbolo de estos tiempos, como Maradona para los argentinos. No lo es menos, por ser una mujer. Es al contrario: es la primera mujer del país. La primera dama del Perú.

Fuente: Correo (Perú)

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Discussion

One comment for “Perú: Natalia, la primera dama – por Eugenio D’Medina Lora”

  1. Mejor no se pudo describir a NUESTRA primera dama

    Posted by Carlos cardenas | August 4, 2013, 12:49 pm

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