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Latin America

Opinión: Reflexión sobre “Gay” (1) – por Karen Cancinos

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Leí con interés el artículo de mi amigo Estuardo Zapeta aquí en Siglo.21, titulado “Gay”. La persona gay, escribió, no es menos ni más ciudadano que cualquier otro. Asegura que percibe cada vez más apertura en nuestro país al reconocimiento de un “yo” que no niega a “otro”. Pienso que lleva razón en ambas afirmaciones. De la que sí discrepo es de esta: “…el único punto en el cual ‘católicos romanos y protestantes evangélicos’ están totalmente de acuerdo es en odiar, destruir y borrar de la faz de la tierra a los gais”. Eso, sencillamente, no es cierto.

Pero no es tan infortunado exabrupto lo que quiero resaltar del texto de Zapeta, sino los últimos dos párrafos. Cito los fragmentos pertinentes: “…el movimiento gay mundial… …‘RE-definió’ con gran éxito todas las bases de la conceptualización de ‘la familia’. Ya la mayoría de países desarrollados también reconceptualizaron la ‘familia’ a niveles de estructura legal”.

Estas líneas de Zapeta han motivado una reflexión que encuentro especialmente propicia para esta temporada, cuando la cristiandad celebra los últimos días de Adviento y la época de Navidad. Y es que toda la celebración se centra en la espera, el nacimiento y la acogida de Jesús niño, que vino a morar entre nosotros precisamente en una familia. Es asombroso que Dios hecho hombre haya escogido esa vía tan cotidiana, tan natural, tan sencilla. Una familia. Encima una familia aldeana, constituida por un obrero y una quinceañera residentes de un pueblo polvoriento y olvidado de todos –excepto de los saqueadores a la hora de colectar los tributos–, y subyugado al mayor poder imperial y militar que el mundo había conocido hasta entonces.

Pobres, expoliados y sometidos José y María, los padres de Jesús de Nazaret. Pero familia. Familia no porque tenían hijos –que no los tenían– sino porque estaban casados. Y es que una familia se funda en un matrimonio, no en progenitor y progenie. Porque cualquiera engendra, concibe y pare, pero no cualquiera protege, cría y educa, es decir, no cualquiera hace familia.

Hablar de familia es entonces hablar de matrimonio, y de allí que el texto de Zapeta en sus párrafos citados haya llamado tanto mi atención. Como él bien afirma, ya el movimiento gay ha conseguido redefinir la base de la familia, es decir, ha conseguido redefinir el matrimonio. En varios países, este ha pasado de ser un vínculo permanente y con ánimo de procreación entre un hombre y una mujer, a ser una unión entre adultos incluso del mismo sexo.

Esta redefinición generará consecuencias societarias que apenas se están vislumbrando, y que no hay motivo para pensar que serán para bien de los más débiles en este asunto: los niños. Mi admirado –creo que de Zapeta también– Friedrich Von Hayek solía decir que todas las acciones humanas tienen consecuencias no intencionadas. Me parece que esta es una observación que deben tomar en cuenta los políticos guatemaltecos, pues sus pares que en otros lares están redefiniendo el matrimonio para quedar bien a corto plazo con una minoría (el lobby homosexual), no están dimensionando lo que su proceder ocasionará a largo plazo a la mayoría. Continuará.

Fuente: Centro de Estudios Económico – Sociales (Guatemala)

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