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Opinión: Razon y verdad, iluminismo y oscuridad – por Armando Ribas

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Creo que el peor error en el análisis de la realidad es  considerar a la razón como sinónimo de verdad, y los errores como resultado de la irracionalidad. La razón es falible tal como lo describe David Hume, lo que no quiere decir que no se reconozca que es el instrumento para alcanzar el conocimiento. Ahora bien el hecho de que se reconozca la falibilidad de la razón no implica el desconocer que exista una verdad objetiva. Tampoco significa un relativismo cognoscitivo, por más que en muchos casos la propia razón nos puede llevar a conclusiones diversas. Por tanto podemos concluir que los errores también son racionales.

Admitida que es la falibilidad de la razón puedo insistir que otro de los grandes pecados de Occidente fue el aceptar- Kant Mediante- la moral racionalista. Puedo decir que los denominados imperativos categóricos constituyeron la justificación del totalitarismo a partir de la ignorancia de la naturaleza humana. Al respecto ya Aristóteles se había pronunciado en su Moral a Nicómaco donde dijo: “Las distinciones que se hacen del juicio son las de verdadero o falso y no las de bien o mal”. En ese sentido vale recordar la atinada observación de Francis Bacon de que Adán y Eva fueron echados del paraíso por pretender ser como dioses  y comer del árbol de la ciencia del bien y el mal. Y fue David Hume quien siguiendo a Aristóteles en su Tratado Sobre la Naturaleza Humana escribió: “La razón es el descubrimiento de la verdad o la falsedad. Verdad y falsedad consisten en el acuerdo o desacuerdo bien de  relaciones reales de ideas o de existencia real de cuestiones de hecho. (Matter of Fact) Las acciones pueden ser laudables o culpables pero no razonables o irrazonables.”

Debo insistir entonces que la admisión de la falibilidad de la razón no implica desconocer la existencia de la verdad objetiva, ni entrar en un relativismo cognoscitivo. Ya Sócrates había señalado sabiamente: “Solo se que no se nada”. La historia muestra precisamente que el avance del conocimiento revela la ignorancia que le precediera. Por ello rescato asimismo a Protágoras cuando dijera: “El hombre es la medida de todas las cosas. De las que son que son y de las que no son que no son”. Este acertado criterio fue considerado por Platón un relativismo epistemológico, pero la realidad es que la evolución que ha tenido el conocimiento, y por consiguiente el incremento de la riqueza muestra definitivamente que fue la obra del hombre.

Las anteriores consideraciones  no implican por otra parte desconocer los errores en que el hombre ha incurrido a través de la historia y en particular la idealización de “la guerra como la expresión de la salud ética de los pueblos y al Estado como la divina idea tal como se manifiesta sobre la tierra” (Hegel). Todavía en pleno siglo XX las guerras de Occidente marcaron la influencia de los errores humanos, tanto en la acción como en el pensamiento. Como ya ha reconocido Fracois Revel fueron los europeos los creadores del totalitarismo, que yo considero la racionalización del despotismo.

Por otra parte debemos tener en cuenta que a fin de definir la racionalidad de una acción es necesario tener en cuenta el objetivo de la misma. Esta observación la considero de la mayor importancia en la actualidad, dada la evidente confusión existente en el ámbito ético-político del llamado mundo occidental. Cada vez se hace más evidente que la prédica que lleva al poder democráticamente es la que determina  en su práctica gubernamental la falta de libertad y la pobreza. Me van a permitir un ejemplo que todavía me entristece. Si se juzga a Fidel Castro por haber destrozado la economía cubana y la falta de libertad que soportan los cubanos por más de cincuenta años no podemos menos que concluir que es un irracional.

Por el contrario si lo juzgamos por su éxito político de mantener el poder absoluto durante cincuenta años, y el respeto que todavía encuentra también en el mundo occidental y cristiano, no podemos menos que reconocer que ha sido y sigue siendo genial. Si alguna duda cabe del respeto que se le tiene, vale recordar que el Papa  mandó al Cardenal Bertoni a felicitarlo por estar a favor de los pobres y de la solidaridad. Y aun más tiene propuesto visitarlo en los próximos días. Asimismo recordemos que cuando Honduras fue expelida dela OEA por haber expulsado a su presidente Zelaya, que pretendía violar la Constitución perpetuándose en el poder, se le ofreció a Cuba que entrara nuevamente en esa organización. Y por supuesto esta propuesta fue votada por los Estados Unidos de Obama, meritorio sucesor de John F. Kennedy. Igualmente la Unión Europea le impuso sanciones a Honduras y se las levantó a Cuba.

Más recientemente la  NATO fue a Egipto a  apoyar a los opositores de Khadafy para derrocarlo. Hoy todavía no sabemos cual es la posición política de los opositores. Como bien recordara Jeane Kirkpatrick en su obra “Dictatorships and Double Standards” el Departamento de Estado de Estados unidos se opone a los dictadores que le son favorables y apoya a los que se le oponen. Otro ejemplo lamentable fue la caída del Sha de Irán provocada por Carter y que produjera el acceso al poder de los Mullah. Y no menos importante, podemos ver hoy el apoyo de Obama y la Sra. Clinton a la oposición en Siria donde tampoco se sabe a donde van, pues está dividida por razones ideológicas, étnicas y sectarias. Y de mi Cuba ¿que?

En fin podemos ver la racionalidad del socialismo en la búsqueda del poder en nombre de la igualdad. Su éxito en la búsqueda del poder es un hecho incontrovertible en nuestro mundo occidental y cristiano, incluida América Latina., así como es su fracaso en el orden económico. Ahí tenemos la crisis europea que el socialismo ha provocado, pero que a su vez la izquierda  ha logrado que se considere la crisis del capitalismo. Por ello me he  permitido denominar al absolutismo de la razón el oscurantismo de la razón, que en Europa jacobinos mediante vino a sustituir al oscurantismo de la fe. Por ello no puedo menos que recordar el análisis de Peter Drucker que escribiera: “No puede negarse que la Ilustración y la Revolución Francesa contribuyeron a la libertad en el siglo XIX. Pero su contribución fue totalmente negativa”.

Fuente: HACER

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