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Latin America

Opinión: Lecciones de un juicio – por Carroll Ríos de Rodríguez

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Algunos grupos derivan ganancias temporales de polarizar y confrontar a las personas, imputando daños permanentes a la sociedad. A la larga, nadie gana.

En el pequeño pueblo de Sanford, en la Florida, se libró un juicio por homicidio. El acontecimiento pudo haber pasado desapercibido al mundo, considerando que en Estados Unidos se llevan a cabo más de 15 mil procesos por asesinato al año. No obstante, debido a una masiva cobertura mediática, el país estaba apasionadamente invertido en el litigio cuando el jurado declaró inocente a George Zimmerman el 14 de julio. Hasta el Presidente Obama emitió opinión. Lo comparan con el procesamiento contra el futbolista y actor O.J. Simpson, que cautivó a la sociedad americana, cual telenovela, por más de un año entre 1994 y 1995. En aquella ocasión, el acusado y los asesinados, su ex esposa Nicole Brown y su acompañante Ronald Goldman, eran celebridades californianas. No podemos decir lo mismo de Zimmerman y el joven afroamericano a quien mató en defensa personal, Trayvor Martin.

Martin y Zimmerman pudieron haber evitado la tragedia, obrando de forma distinta. El vecindario es relativamente violento; ambos tenían miedo y tomaron decisiones fatídicas. El adolescente atacó. El señor paró cegando una vida pero no violó la ley, concluyeron las seis mujeres que integraron el jurado. Ellas estuvieron recluidas sin ver ni oír las noticias durante el pleito. Por ello, las impresiona la historia que hilaron los medios de comunicación y las redes sociales.

Se destilan valiosas lecciones para Guatemala de este drama. Primero, la carta racial puede ser venenosa. Con el afán de retratar a Zimmerman como un monstruo racista, agresivo y prejuicioso, incluso circularon fotos adulteradas del acusado y de la víctima, haciendo ver muy corpulento y blanco a Zimmerman y muy indefenso a Martin. En la vida real, son más o menos del mismo porte. Zimmerman no es blanco, sino de ascendencia peruana. Además, invitó a una amiga afroamericana a su baile de graduación y es mentor de dos niños de color. Sensatamente, la familia del acusado decidió no inyectar el elemento hispano al debate, para no echar leña al fuego.

Este juicio desnudó los incentivos perversos de ciertos grupos que luchan contra la discriminación racial. Irónicamente, ellos viven del racismo y lucran cuando estallan las pasiones étnicas. En todo el mundo existen personas racistas cuyas actitudes son indignas. Sin embargo, este caso en concreto no era una buena vitrina para exponer el odio racial. Es irresponsable y peligroso incitar a disturbios y vandalismos en protesta por el veredicto. Luce hipócrita porque guardan silencio sobre las decenas de jóvenes afroamericanos que durante estos meses han sido asesinados por otros negros. ¿Qué hubiera sido de este asunto si Zimmerman fuera afroamericano?

Segundo, los medios de comunicación no son imparciales. Los índices de audiencia aumentan cuando ventilan controversias, así que inflamaron el factor racial para provecho propio. El abogado defensor, Mark O’Mara, dijo a los periodistas que su cliente se sentía “como un paciente que estaba siendo operado sin anestesia por científicos locos”. No investigaron a fondo los detalles ni verificaron los hechos. Los medios enmarcaron el juicio de tal forma que importaba menos hacer valer la ley, que resaltar los abusos de los blancos contra los negros. Condenaron a Zimmerman antes de iniciado el juicio, y ahora desprecian la sentencia.

Tercero, vemos que hasta en Estados Unidos se ha erosionado la presunción de inocencia. No sé qué piense usted, pero yo espero en Dios jamás verme involucrada en un evento que llame la atención de los grupos de interés radicales, los medios sensacionalistas y los políticos electoreros.

Fuente: Centro de Estudios Económico- Sociales (Guatemala)

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