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Latin America

Opinión: Confianza en la curiosidad de los niños – por Giancarlo Ibargüen

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La confianza sirve en la educación más que las lecciones magistrales.

No hace mucho conocí a una admirable joven, científica y empresaria, de apenas 19 años. Nunca asistió al colegio, pero recibió de su padre un gran regalo: la confianza en su capacidad de educarse ella misma, mediante su familiaridad con los libros y el acercamiento a líderes académicos, para cuestionarlos y aprender con ellos. Cuando tenía 12 años, dibujó –en una acera pública y con gran precisión– las cadenas de componentes que conforman el ADN, clave de la vida. Casualmente pasó por allí un biólogo, quien reconoció de inmediato lo que la niña había dibujado. El biólogo se impresionó y conversó con ella sobre tan fascinante como complicado asunto.

La joven ingresó en una prestigiosa universidad de Estados Unidos al cumplir los 14. El primer año lo pasó muy mal. Las matemáticas y las ciencias –que para ella habían llegado a ser hasta un juego de su imaginación cuando estudiaba en casa– quedaron destrozadas por su experiencia universitaria. Los métodos tradicionales de la enseñanza –según los cuales el profesor dicta magistralmente una lección, mientras los alumnos permanecen mudos, sin más opción que la de asentir– chocaron frontalmente con su alma de autodidacta. Pero tal experiencia cambió diametralmente el segundo año, cuando ella misma se acercó a los profesores más distinguidos de su universidad, para iniciar con ellos una relación académica más directa y personal. Los profesores la guiaron en sus estudios científicos más como tutores y colegas que como grandes predicadores de púlpito. Hoy esta joven es una empresaria que, con sus ideas sobre la biología y la vida, está trabajando en un proyecto empresarial revolucionario. Si su proyecto tiene éxito, el oleaje de su original iniciativa anegará felizmente al mundo.

Pero no es precisamente la inteligencia lo que más me ha llamado la atención en esta joven, sino su insaciable curiosidad: se trata de la curiosidad de la que todos los niños suelen estar dotados cuando nacen, y que tan fácilmente se pierde ante la negligencia y la apatía de la educación tradicional.

Fuente: Centro de Estudios Económico-Sociales (Guatemala)

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