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Mundo: Adiós a la superioridad moral de la izquierda – ABC.es

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angieMerkelcamapana1) EE.UU: El callejón sin salida demócrata

La reelección de Barack Obama a finales de 2012 no sorprendió en sí misma, sino en que el líder demócrata hubiera podido reeditar una coalición social que había parecido ocasional y que ya cuatro años antes le llevó a la Casa Blanca. Afroamericanos, mujeres, hispanos… La conclusión de muchos analistas fue que la demografía está del lado demócrata y que cabe esperar una sucesión de presidencias de ese color, como la gran etapa republicana que hubo entre 1968 y 1992 (Nixon, Ford, Reagan y Bush padre), solo interrumpida por los cuatro años de Jimmy Carter.

Pero frente a esa opinión, el conservador Jonah Goldberg, autor de «Liberal Fascism», un libro algo subido de tono que combate la preponderancia moral que se venía atribuyendo la izquierda, se pregunta si no son más bien los demócratas los que están «condenados» a ir de segundones. «El problema del Partido Demócrata es que su filosofía y mecanismos centrales son crecientemente inapropiados para nuestros tiempos», ha escrito Goldberg en «Real Clear Politics».

Goldberg cita a Jay Cost, autor de «The Politics of Loss», quien advierte que «el día que los legisladores podían dar a algunos americanos sin darle el cambio completo a otros han pasado, la política de decidir quién pierde qué, cuándo y cómo nos ha llegado». En un momento de crisis económica, que requiere recetas de austeridad, la idea tradicional demócrata de coalición de grupos sociales es más difícil de hacer perdurar, según Goldberg. Como ejemplo pone la dificultad de seguir atrayendo el voto latino con el reclamo de la regularización de los inmigrantes ilegales, al tiempo que se busca el apoyo de los millones de parados afroamericanos.

Independientes y Tea Party

Republicanos y demócratas, de todos modos, no son vasos comunicantes. La tendencia más clara de la política norteamericana es el aumento de ciudadanos que se definen como independientes. En 1970, el 49% de los estadounidenses se declaraban demócratas, el 31% republicanos y el 20% independientes. Cuarenta años después, la secuencia es 35%, 28% y 37%. «Los independientes son el gran mercado de la política», explican los autores de «The Declaration of Independents», Nick Gillespie y Matt Welch. En su opinión, el Tea Party es precisamente un fenómeno que nace de las bases y consigue trasladar sus prioridades a la agenda del Partido Republicano.

2) Regreso a los diques del «Thatcherismo»

Premonitorio o no, en el año de la muerte de Margaret Thatcher las centristas aguas de la política británica parecen haber reabierto los diques ideológicos. Todo empezó en la conferencia anual del partido laborista a finales de mes pasado. Su líder, Ed Miliband, en un discurso más escorado hacia la izquierda de lo habitual, arremetió contra las compañías eléctricas y prometió congelar los precios del gas y la electricidad si ganan las elecciones generales, previstas para mayo de 2015. «Demasiadas ganancias en nuestra economía son recogidas solo por unos pocos privilegiados», dijo Miliband.

Los «tories» contestaron con su propio anuncio de rebajas en los precios del gas, y con un ataque furibundo del propio David Cameron en su discurso de clausura de la convención del Partido Conservador este miércoles en Manchester. La mención al control de precios le llevó a acusar a los laboristas de estar atascados en un «socialismo estilo años 70». «Esto es la izquierda: una economía de casino con una sociedad dependiente del Estado y un sistema educativo roto», defendió Cameron.

«Los Conservadores somos el partido de la esperanza, y la izquierda el de la desilusión», proclamó, para deleite de las bases de su partido. Los dos grandes partidos británicos comparten una visión liberal de la sociedad y la defensa de un capitalismo social con un rol significativo del Estado para limar las desigualdades. Pero, a pesar de su coincidencia en el terreno del centrismo moderado más o menos reformista, parecen dispuestos a acentuar las líneas divisorias clásicas de cara a las elecciones generales de 2015.

Con este duelo de viejos titanes de fondo, el «Daily Mail» -el auténtico bastión conservador británico- ha salido a escena para reiterar las líneas divisorias con un artículo en el que acusa al padre de Miliband, un filósofo judío marxista fallecido en 1994, de «enemigo de Gran Bretaña». Miliband ha reaccionado a la afrenta declarando la guerra al «Mail», un enfrentamiento que refuerza su pedigrí ante los sectores izquierdistas. Mientras las políticas reales en la Europa de la austeridad convergen aún más hacia el capitalismo «merkeliano», los discursos en Gran Bretaña vuelven al pasado.

3) La izquierda gala «ya no representa a los obreros»

«La bipolarización izquierda/derecha ha dejado de existir en los medios populares». «La extrema derecha se ha convertido en el primer partido de los obreros de Francia, mientras que los musulmanes votan masivamente a la izquierda». De ese modo describen las antiguas «fronteras» de «izquierda» y «derecha» uno de los filósofos más populares de Francia, Michel Onfray, uno de los politólogos que mejor conocen la nueva demografía política francesa, y una influyente fundación socialista.

Michel Onfray fue el primero en denunciar la «impostura» del PS francés, declarando, hace tiempo: «La izquierda ha dejado de representar a los obreros. Sarkozy decepcionó. La izquierda socialista es una inmensa feria de vanidades, sin programa. Mitterrand liquidó al comunismo. La izquierda antiliberal prefiere la pureza revolucionaria a los cambios que serían posibles. Sólo queda el FN para hablar de los problemas concretos, el paro, la miseria, la pobreza, la inseguridad, la sanidad, la identidad nacional, el comunitarismo, Europa, la soberanía, etcétera».

Florent Gougou, especialista en los electorados obreros, publicó en su día un ensayo de referencia, recordando que los antiguos electores comunistas y socialistas comenzaron a girar hacia la derecha y la extrema derecha a partir de los años 80 del siglo XX.

Christophe Guilluy, autor de un ensayo de geografía política de referencia, ha decretado el fin de la bipolarización en los sectores populares.

Analizando el voto de las elecciones presidenciales y legislativas de mayo y junio de 2012, la Fundación Saint-Simon, de sensibilidad socialista, llegó a esta conclusión estadística: los musulmanes de Francia (entre 5 y 6 millones, en un país de 67 millones de habitantes) habían votado muy mayoritariamente a Hollande y al PS, mientras que más del 30 por ciento de los obreros franceses apoyaban al Frente Nacional (FN, extrema derecha) de Jean-Marie y Marine Le Pen.

Conocedores eméritos del tejido electoral francés, François Hollande y su ministro del Interior, Manuel Valls, se sirven de «temáticas» tradicionalmente conservadoras con fines políticos y electorales evidentes.

En otro tiempo, la inseguridad y la inmigración pobre y étnica eran «temas» tradicionalmente conservadores. Ante las próximas elecciones municipales, de marzo de 2014, Manuel Valls aplica con la «bendición» del jefe del Estado una política que no tiene nada que «envidiar» a las que en otro tiempo defendía Sarkozy. Un 75% de los franceses dicen aprobar unas políticas que la «izquierda» denunciaba cuando las aplicaba la «derecha» y ella misma practica para intentar ganar electores con ese viraje ideológico de 360 grados, aproximadamente.

4) Merkel se apodera de las banderas socialdemócratas

No es casualidad que la canciller Angela Merkel reciba popularmente el nombre de «Mutti» (cariñoso diminutivo de «madre» en alemán). Los medios y la propia naturaleza de la sociedad alemana han contribuido a crear esa imagen de política que aborda los problemas más desde el pragmatismo que desde una posición ideológica.

No en vano, durante la pasada campaña electoral, los conservadores alemanes asumieron algunos postulados defendidos por los socialdemócratas del SPD. Y ya antes de la campaña y tras la catástrofe de la central de Fukushima, la canciller se impuso el objetivo de abandonar la energía nuclear durante la próxima década. Algo que Los Verdes defienden desde su fundación.

Mientras, los socialdemócratas del SPD hacen bandera de los efectos positivos para la economía alemana de la introducción hace una década de la Agenda 2010 por su ex canciller Gerhard Schröder: un paquete de reformas que si bien permitió que Alemania ganase en competitividad, también provocó una mayor desigualdad social.

¿Se puede decir, por tanto, que los conservadores alemanes se han socialdemocratizado y ecologizado? Más que un giro a la izquierda de la CDU, el politólogo de la Universidad de Siegen Cristoph Strünk habla de la socialdemocratización de la sociedad alemana en general a raíz de las consecuencias negativas de la Agenda 2010. De esa forma, prácticamente todos los partidos del país incluyeron el concepto de «justicia social» en sus programas y campañas electorales.

Diferencias mínimas

«Las diferencias entre el SPD y la CDU son actualmente de carácter cultural, se reducen al estatus del matrimonio o al derecho a doble nacionalidad», asegura Jochen Hung, profesor de Historia alemana en la University College de Londres. Según el académico, «en Alemania existe un consenso básico en la población según el cual a nadie le debería ir ni demasiado bien ni demasiado mal». En ese sentido, «los partidos tienen poco margen de movimiento». Un ejemplo de ello es la debacle electoral de los liberales del FDP, que se han quedado fuera del parlamento seguramente a causa de sus propuestas económicas extremadamente (neo)liberales. El profesor Hung lo tiene claro: en comparación con los tories británicos, «la CDU es un partido social».

5) En Italia, en la política real no hay derechas ni izquierdas

¿Qué es lo que distingue a la derecha y a la izquierda en Italia? Dos destacados dirigentes políticos, Pier Luigi Bersani, entonces secretario del Partido Democrático, de centro-izquierda, y Gianfranco Fini, que era el presidente de la Cámara de Diputados formando parte del centroderecha, intervinieron conjuntamente en un popular programa de televisión haciendo una relación de los valores de la derecha y de la izquierda. Fue un cúmulo de banalidades, que dejó ver una convergencia de fondo sobre muchos aspectos del modelo de sociedad, y de la gestión del poder.

«Quien se considera de izquierda y progresista debe tener vivo el sueño de un mundo en paz, sin odio y violencia y debe combatir contra la pena de muerte, la tortura y cualquier otra violencia física o moral. Al final, ser progresistas significa combatir la agresividad que llevamos dentro: aquella del más fuerte sobre el más débil, del hombre sobre la mujer, de quien tiene poder sobre quien no lo tiene. Y tomar la defensa de quien tiene menos fuerza y menos voz», manifestó el líder socialdemócrata Bersani.

Por su parte, Gianfranco Fini hizo este elenco: «La derecha considera solidarios las empresas y familias que dan trabajo a los inmigrantes honestos, cuyos hijos serán también mañana ciudadanos italianos, porque la patria no es solo la tierra de los padres. Derecha quiere decir sentido del Estado y de la ética pública, cultura de los deberes. Para la derecha, el Estado debe ser eficiente pero no intruso, gastar bien el dinero público, sin alimentar burocracias y clientelismo. garantizar la igualdad entre los ciudadanos desde el origen, tanto al norte como al sur, para los hombres y mujeres, a los hijos de empresarios, de los empleados y de los obreros».

En términos generales, la derecha en Italia se centra en la necesidad de disminuir los impuestos a familias y empresas. En ello ha basado su éxito electoral, con mucha demagogia, Silvio Berlusconi. Mientras que la izquierda insiste sobre todo en la necesidad de potenciar el estado social y por ello está dispuesta a subir los impuestos. En realidad, las políticas reales de derecha e izquierda en Italia son bastante similares, por lo que se refiere a cuestiones socio-económicas. Mario Monti llegó a decir que no hay derecha e izquierda. Las diferencias están sobre todo en cuestiones éticas, como matrimonio homosexual o procreación asistida.

Fuente: ABC (España)

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