El síndrome Atenco, que persiguió al gobierno de Fox y de Calderón como característico de ineficiencia, falta de carácter y de oficio frente a los problemas políticos, parece haber llegado a su fin.La decisión de cerrar Luz y Fuerza del Centro y liquidar a los trabajadores del SME mostró, por primera vez en nueve años, a un gobierno panista que se atreve a correr riesgos verdaderos para cumplir con sus promesas de cambio.

La medida, como todas las que afectan intereses, se prestará a polémica. En contra de ella estarán los nostálgicos defensores del agotado modelo nacionalista revolucionario que encarnaba el SME. A favor, los principales agentes económicos y los millones de usuarios que vivieron, en carne propia, las ineficiencias y la prepotencia de una empresa y sindicato, a los que nunca les importó tratar con espíritu de servicio a los usuarios.

Es de esperar que las protestas vayan hacia la baja con el paso del tiempo, pero por semanas serán ruidosas y espectaculares. La serenidad y la prudencia son obligadas para las fuerzas del gobierno. Así como la buena disposición para recontratar a quienes tengan capacidad técnica y de servicio.

La medida tendrá repercusiones también en otros frentes políticos: ¿cuál será la verdadera reflexión del PRI, del PRD y del movimiento lopista?

De dientes para afuera se manifestarán, sin duda, “en defensa de la clase trabajadora y contra la privatización”. Pero dentro de ellos surgirán varias inquietudes.

¿Ya se habrá hartado Calderón de su alianza con los caciques sindicales y estará dispuesto a combatirlos? ¿Hasta dónde seguirán las actitudes envalentonadas del Presidente y cómo repercutirán en la alianza PRI-PAN en el Congreso?

En muchas partes del país, donde están próximas las elecciones locales, también surgirán incógnitas e interrogantes. ¿Hasta dónde será favorable Calderón para construir alianzas PAN-PRD, a fin de derrotar al imbatible PRI?

Esta pregunta se la harán en Oaxaca, Veracruz, Puebla, Tamaulipas, Sinaloa, Quintana Roo y el Estado de México y su sola mención sacudirá la, hasta ahora, marcha triunfal del viejo partido.

Asimismo, más allá de sus repercusiones específicas en el ámbito sindical y eléctrico, la medida de liquidar al SME impactará favorablemente la conciencia aletargada de muchos ciudadanos, hartos de que la alternancia en el poder, ocurrida hace diez años, no había significado ningún cambio favorable en su vida cotidiana, hasta ahora.

También, los millones de mexicanas y mexicanos de a pie que viven cotidianamente la indiferencia y los abusos de los trabajadores sindicalizados del Seguro Social, el ISSSTE y la Secretaría de Educación Pública se sentirán aliviados y reivindicados.

Alguna repercusión tendrá en la conciencia política del país un fenómeno que no ocurría hace décadas: la satisfacción ciudadana al sacudirse el agobio de un mal servicio y la atenuación de la afrenta que produce en ellos la prepotencia y la impunidad sindical.

Habrá que estar atentos, porque algo ocurrirá. Un acto de valor sorpresivo puede cambiar algunas cosas.

Fuente: Milenio