// you’re reading...

Mexico

México: Desarrollo sustentable – por Santos Mercado

Compartir esta publicación:

La catástrofe de Chernobyl; la deforestación de la Amazonia y la contaminación de los mares fueron eventos preocupantes y suficientes para pensar que el desarrollo del mundo tiene que guardar un equilibrio con el aspecto ecológico, con la naturaleza a fin de preservar la vida en esta generación y en las que siguen.

En México, como toda economía, disfrutamos cada día de mayor desarrollo, pero también sufrimos algunas consecuencias desagradables: La contaminación atmosférica en las ciudades, en los ríos, la tala inmoderada en los bosques entre otros.

Los desastres ecológicos no han sido precisamente producto de malvadas intenciones. La Planta nuclear de Chernobyl fue diseñada por el gobierno comunista para dar servicios de electricidad a muchos hogares de Ucrania y otras provincias soviéticas; La Amazonia, que es una extensa “tierra de nadie”, se ha deforestado porque nadie tiene interés en cuidarla, no hay propietarios; las aguas negras de las ciudades van a desembocar en los mares porque es lo más fácil y nadie reclama.

Se contrajo un alto riesgo al dejar las plantas termonucleares en manos de burócratas y funcionarios del gobierno comunista, se pensaba que el Estado era la institución más segura para administrar esas plantas. Grave error, el escaso o nulo interés de un burócrata por lograr funcionamientos óptimos incrementaba el riesgo de accidentes. Y, aunque un funcionario soviético previera la posibilidad de desastres, poco podía hacer pues las decisiones se tomaban desde el soviet supremo del Kremlin, así que la catástrofe era inevitable. Hoy en día, muchas plantas generadoras de electricidad ya no están en manos de gobiernos, se han privatizado y eso da más seguridad pues el propietario no está dispuesto a perder su negocio, así que puede tomar decisiones eficientes y rápidas.

La deforestación de la amazonia tiene su origen en un problema de propiedad. Se dice que es de la nación, de la patria, de la humanidad, pero no existe un propietario definido, es “tierra de nadie”. Como la amazonia “es de todos”, nadie la cuida. Por eso, los más audaces se atreven a talar y vender la madera. Después de todo, no se les puede acusar que roban, pues ellos son parte del todo. Esa indefinición de propiedad hace que sea muy rentable cortar árboles y venderlos. Los taladores no tienen que invertir en reforestar pues, si lo hicieran, no tienen la seguridad de que pudieran usufructuar los nuevos árboles maduros. Luego, la deforestación de la amazonia no se debe a los malvados taladores sino a un problema de indefinición de propiedad. El día en que la selva se transforme en propiedad privada de alguien que quiera hacer negocio estable con la madera, producirá más, se conservará mucho mejor y habrá rifles y escopetas dispuestas a proteger la selva contra taladores clandestinos.

Igual ocurre con los mares y ríos que son contaminados por hoteles, hogares y fábricas. Al no haber un propietario del río, resulta atractivo arrojar allí los desperdicios pues nadie reclama. Pero el día en que cada río o mar tenga dueño que defienda su patrimonio, la empresa contaminadora tendrá que buscar otras opciones y surgirán negocios que reciclen los desperdicios haciendo así un actividad lucrativa más.

Pero mucha gente sigue confiando en los gobiernos a pesar de las grandes tragedias que generan.

Para anécdota se recuerda la trágica decisión del gobierno comunista de Mao Tze Tung en la vieja China. Se produjeron serios daños ecológicos y una de las peores hambrunas. Resulta que Mao se molestó contra sus funcionarios de agricultura por la baja producción de maíz. Para salvar su pellejo, los funcionarios culparon a los pájaros: “es que se comen la planta apenas emerge de la tierra”. Mao, quien se sentía el hombre que todo lo sabía, movilizó a toda la población para acabar con los pájaros. Solo tenían que golpear cacerolas o lo que hiciera el ruido suficiente para que las aves no bajaran a descansar. Logró su objetivo pues los pájaros caían muertos de hambre y cansancio. Se llenaron camiones con toneladas de aves que recogían los campesinos para después incinerarlos y festejar el triunfo del “pensamiento Mao Tse Tung”. Hicieron cálculos de buenas cosechas para el siguiente período. Ciertamente, los pájaros ya no bajaron a las siembras, pero la cosecha fue la peor de la historia. ¿Qué pasó? Las milpas se llenaron de gusanos pues los pájaros además de comer maíz, también comían insectos. Se rompió la cadena ecológica. Ahora esos insectos se multiplicaron y se dieron un gran festín dejando a los chinos la peor hambruna de su historia. Murieron más de 20 millones de chinos por escases de maíz. Una acción producto de las decisiones torpes del gobierno comunista.

Por los casos expuestos se hace relevante la pregunta: ¿Cómo lograr un desarrollo sustentable? Cómo lograr un equilibrio entre el desarrollo y la naturaleza de tal forma que la satisfacción de nuestras necesidades no conduzca a crear males a futuro.

No se puede detener el desarrollo industrial con tal de no contaminar. Las necesidades de ropa, muebles, vestido y otros, son crecientes y se deben satisfacer. Pero se puede lograr más desarrollo y menos contaminación, es decir, es factible el desarrollo sustentable.

Hasta ahora, lo que queda claro es que dejar en manos del gobierno el equilibrio ecológico y la preservación de la naturaleza implica serios riesgos y peligros. La sociedad tiene que comprender que el desarrollo sustentable se pone en riesgo mientras más interviene el gobierno. Pensar en dejar nuestra suerte en manos de los políticos que llegan al poder y que vivirán tranquilamente de impuestos constituye un suicidio. El desarrollo sustentable no debe ser responsabilidad del gobierno, sino de la sociedad.

Pero decir que el desarrollo sustentable debe quedar en manos de la sociedad es algo muy vago. Alguien podría pensar en la formación de una institución integrada por científicos que no viven de impuestos y que hacen leyes de observación forzosa. Pero eso tampoco sirve. Cualquier decisión que llegara a tomar ese grupito de sabios conllevaría riesgos imposibles de predecir.

¿Cómo lograr un desarrollo sustentable?

La alternativa es dejar que funcione ese mecanismo tan fino, preciso y poco comprendido que se llama MERCADO. Es el orden espontáneo que generan millones de agentes económicos que toman riesgos y miden el efecto de sus acciones frente a agentes que se protegen de los daños en sus personas y en su propiedad.

Dejar que el mercado solucione el problema de sustentabilidad requiere de algunas condiciones:

  1. No puede haber “tierra de nadie”. Los ríos, mares, bosques y selvas deben tener dueños privados. Igual con las carreteras, montes, presas y lagunas, deben tener propietarios pues son los más interesados en que se conserven limpios y en buenas condiciones. Un propietario de bosque no dejará que taladores clandestinos corten árboles, pero cortará y repondrá para nuevos cortes pues ese es su negocio. Además de cuidar la flora y fauna porque también es actividad lucrativa.
  2. El gobierno no debe intervenir en la economía. No debe manejar el petróleo, ni gas, ni agua, ni tener puertos, aeropuertos, carreteras, trenes, autopistas, todo debe ser privado. Nunca un burócrata de sueldo quincenal va a administrar una propiedad mejor que el dueño.
  3. Los impuestos en un país que fomenta el desarrollo sustentable deben ser los necesarios y suficientes para que el gobierno cumpla su tarea única y fundamental, que es proteger el libre funcionamiento de los mercados.

El fino mecanismo del mercado genera espontáneamente instituciones privadas que investigan los daños que producen ciertos desechos. Los afectados podrán contratar instituciones privadas para reclamar por los daños causados por una empresa, la empresa buscará nuevas tecnologías para reducir las demandas por daños y así se sigue desarrollando un país, a la vez que cuida su ambiente ecológico.

Hay quien piensa en una combinación de ambos: mitad estado y mitad mercado, pero no lo creo así. En una combinación de Estado y mercado el Estado generalmente actúa como fuerza negativa contrarrestando los buenos oficios del mercado.

En otras palabras, el punto óptimo de desarrollo y sustentabilidad se encuentra cuando se dejan funcionar libremente las fuerzas del mercado, sin que el Estado intervenga como obstáculo.

Fuente: Asuntos Capitales (México)

(Total: 60 - Today: 1 )

Discussion

No comments for “México: Desarrollo sustentable – por Santos Mercado”

Post a comment

Connect to HACER.ORG

FB Group

RECOMMENDED BOOKS

Support HACER today!

HACER is a tax-exempt organization under Section 501 (c)(3) of the Internal Revenue Code, our supporters will find their donations to be tax-deductible. Donate online now!