No hay combustible en muchas gasolineras. Recorre la ciudad buscando alguna que tenga. Finalmente encuentra una con dos cuadras de cola en la que se rumora que pronto llegará una “pipa”. A hacer la cola. Tres horas después, un exhausto expendedor le indica que solo le puede vender cinco galones. Usted accede a regañadientes. Peor es nada. A ahorrar lo más posible, rogando a Dios que el suministro se normalice antes de que se acaben los pocos galones que le quedan.

¿Se recuerda de esta experiencia? ¿Hace cuánto tiempo no nos sucede? ¿Se ha preguntado por qué?

Desde hace ya bastante tiempo el suministro de combustibles en Guatemala se realiza de manera privada. Hay varias empresas que importan el combustible, varias otras que lo distribuyen e infinidad de empresas pequeñas, medianas y grandes que lo expenden. El resultado es que tenemos un mercado relativamente competitivo de combustibles y difícilmente experimentaremos algún racionamiento a menos que se den simultáneamente varias complicaciones.

Pero eso podría cambiar. Los gobernantes siguen empecinados en meternos a Petrocaribe. Argumentan que de esa manera van a tener fondos baratos. Y mucha gente cree que de esa manera tendremos gasolina barata. Nada más alejado de la realidad. Para principiar, el precio de los combustibles será, como mínimo, igual con Petrocaribe, y yo hasta me atrevería a apostar que será un poco mayor, debido a una menor competencia.

Lo que les interesa a los gobernantes no es eso. Lo que les interesa es que por medio de esa negociación lograrán obtener fondos que les pagaremos todos los consumidores de combustibles, que luego ellos podrán gastar —y robar, por supuesto— a su sabor y antojo, ya que no tendrán que pagarlos al Gobierno de Venezuela, sino que se irán “a deuda”. Argumentan que la tasa de la deuda será baja —si es que lo logran negociar—, pero eso es irrelevante. Es irrelevante para ellos porque no son ellos los endeudados. Y es irrelevante para nosotros porque lo importante no es la tasa que vamos a pagar, sino que lo vamos a pagar dos veces: una, cuando compremos la gasolina, y la segunda, cuando paguemos la deuda con nuestros impuestos.

Pero si ese botín y su consiguiente pillaje no fueran suficiente razón para oponerse a tal negociación, lo peor de todo es que será una pseudoempresa gubernamental la responsable de la importación del combustible. Si la historia algo nos puede enseñar es que toda actividad económica en la que se involucran los gobernantes —con contadísimas excepciones— la vuelven lenta, ineficiente, burocrática, irresponsable y corrupta.

Me puedo imaginar una Guatemala donde la ilustración que planteé en el primer párrafo sea el pan nuestro de cada día. Donde algunos funcionarios le aprendan las mañas a los de arriba y despachen gasolina a quien les “aceite” más la mano. Donde todo el sistema se corrompa y funcione solo para quienes se sepan mover en la inmundicia y todos los demás la pasen bien fregados. ¿Y por qué no, si ya lo hemos vivido en el pasado? ¿Es esa insensatez a la que nos quieren llevar nuevamente los gobernantes?

Fuente: Centro de Estudios Económico – Sociales (Guatemala)