La pasada semana, la fiscal general presentó el informe de labores del MP en el tercer año de su gestión. Inmediatamente -y por unos días- los datos mencionados se recogieron en prensa escrita, radio y televisión, además de en redes sociales. Más tarde algunos analistas y columnistas de opinión alababan la labor del MP y destacaban logros en diferentes áreas. La algarabía mediática se multiplicó, y en el imaginario social -de corta memoria y menor reflexión- quedó posicionado un mensaje de éxito para engrosar el CV de la señora Paz. No tengo nada que contradiga lo que la Fiscal indicó, pero tampoco nada que lo corrobore. A pesar de que el artículo 16 del decreto 40-94 (Ley Orgánica del Ministerio Público) indica que “El fiscal general deberá informar anualmente a los ciudadanos sobre el resultado de su gestión”, en la página web únicamente están disponibles reportes hasta 2011. Salvo que esas personas que dieron por buenos los datos presentados dispongan de información privilegiada, es imposible hacer un estudio comparativo porque no hay acceso a la información que legalmente debería estar disponible. De momento, lo único meridianamente claro es que el MP no observa lo que señala la normativa vigente. Del resto, únicamente se pueden hacer especulaciones o artículo de fe.

El tema es importante por cuando quien debe velar por el cumplimento de la ley incumple la norma. Además, porque reafirma a este país como el paraíso de las “bolas”, dando por bueno, por fehaciente, por verdad, aquello que dicen autoridades o periodistas, sin que hayan realizado una mínima comparación o presentado evidencias contundentes y objetivas más allá de información dispersa que no necesariamente conduce a conclusiones imparciales. Los ciudadanos aceptan que les interpreten las noticias, y las validan adoptando posturas difíciles de mantener (o imposible) si se hiciera un análisis en profundidad. Podrían ser verdad los datos presentados —no están siendo cuestionados— pero no es posible afirmarlo —menos sostenerlo— sin información complementaria. Se hace realidad aquel dicho de que la “mujer del César no solo debe ser honrada, sino parecerlo”. (¡tranquilas las feministas por esto!).

En pocos días, el mensaje triunfante estará adherido en la mente de muchos como una certeza absoluta cuya contradicción resultará un anatema de quienes pretenden atentar contra el sistema de justicia o desconfían de doña Claudia, aunque ni siquiera los profesionales de la información se hayan cuestionado los datos y verificado e indagado sobre lo ocurrido en años anteriores. Insisto, información no disponible. Pareciera que nadie ha hecho ese sencillo ejercicio que, además, es una norma en periodismo: corroborar la información, y dieron por bueno lo presentado.

Si la ciudadanía fuese realmente fiscalizadora y los medios hicieran mejor su trabajo, es posible que no estuviéramos a estas alturas dudando del éxito del ente investigador. Sin embargo, seguimos siendo superficiales en los análisis y al emitir ciertas opiniones. Ello revela que realmente hay intencionalidad, ideología o interés (como queramos llamarlo) más allá de profesionalismo, acuciosidad y objetividad. ¡Viva el MP!, y a partir de ahí a comentar según venga, sin que exista la preocupación y la decencia de hacer algo tan simple como acudir a su página web y observar que no existe la memoria de labores del pasado año, mucho menos la de este. Mientras la muchachada grita, obnubilada por la pasión más que por la razón —y así nos va—, el tiempo pasa sin que dejemos de ser mediocres ¡Felices que somos!

Fuente: Centro de Estudios Económico – Sociales (Guatemala)