“Aguantarnos” fue la afirmación del Presidente Álvaro Colom hace unos meses atrás al referirse a los hechos de violencia que a diario vivimos en Guatemala. Es realmente impresionante que un Presidente se atreva a hacer este tipo de declaraciones cuando lo que los ciudadanos le exigen es seguridad. Esta declaración es ridícula y hasta nos cayó como un insulto a todos los que vivimos en este bello país que se ha convertido en una selva maldita (en el sentido de abundancia desordenada de algo).

El lema principal del gobierno actual es: “Gobierno de Álvaro Colom”. Al Señor Presidente, en su delirio de poder, se le olvidó que es simplemente un “Mandatario” que ejerce el poder por mandato del pueblo. Es claro que el Gobierno de la República de Guatemala no tiene en estos momentos el monopolio del uso legítimo de la fuerza.

Lo peor de todo es que nos hemos acostumbrado a vivir en medio de la terrible violencia. Ya no nos asusta ver la cantidad de muertes violentas todos los días, oír que mataron a un conocido por robarle un celular, los secuestros, los balazos que antes eran a altas horas de la noche y que ahora se pueden escuchar a cualquier hora del día y en cualquier parte de la ciudad, etc.

Risa me dio al ver la guía de teléfono del año 2011 y les cuento porque, usualmente las guías son unos libros enormes en donde tanto las páginas blancas como las páginas amarillas son, por lo menos, de unos 5 centímetros de ancho cada una. Bueno, hace un par de días recibí la guía y cual fue mi sorpresa al ver que las páginas blancas son ahora casi inexistentes al tener ahora 1 centímetro de grosor. ¿Por qué? Simplemente porque todos hemos sido víctimas de llamadas de extorsionadores amenazándonos de muerte si no “contribuimos con la causa”. El resultado fue que todos fuimos a la compañía telefónica para que quitaran nuestro nombre y número de las famosas páginas blancas. Un amigo me comento que en Venezuela es al revés, las páginas amarillas que corresponden a los negocios son las que tienen poco grosor. Hmmm … es inevitable llegar a la conclusión de que las guías de teléfono son un reflejo de las situaciones que se viven en los países. La nuestra es alarmante. La semana pasada una de las noticias más tristes fue que en plena zona viva, en donde se encuentran la mayoría de cadenas internacionales de hoteles y restaurantes, supuestamente una de las zonas más seguras de la ciudad, unos sicarios por matar a su presa arremetieron a tiros contra todos los que estaban comiendo en un restaurante muy conocido; y víctimas de esa horrible pesadilla fueron personas inocentes que se encontraban allí. El Ministro de Gobernación del momento, que ya perdí la cuenta de cuantas personas han asumido el puesto y han sido destituidas en éste gobierno, lo único que pudo decir es que eso les paso a los desafortunados: “por haber estado en el lugar equivocado, a la hora equivocada” ¿?¡! Definitivamente alineado con la triste figura presidencial que tenemos, ¿no les parece?

Las muertes por armas de fuego no son lo peor, ahora los asesinos despiadados descuartizan y descabezan a sus víctimas. Parece una película de terror, ¿no?

Lo que más me sorprende es el poco valor que tiene la vida humana para estos animales, no se les puede llamar de otra manera, ya que con demasiada frecuencia escucho que mataron a alguien por robarle un celular. O sea que su vida valía $10 o menos.

Ministros de Gobernación van y vienen y nadie logra controlar la “ola de violencia”, como le llaman. ¿Ola? Yo más bien le llamaría Tsunami, con todas las implicaciones que esto trae.

En medio de toda esta violencia reflexiono y me cuestiono: ¿Dónde queda mi derecho constitucional de libre locomoción? ¿Y mi libertad? ¿Será que pronto llegaremos al extremo, como en Cuba, de que nuestra libertad se limita a decidir si ingiero o no alimentos? Mi libertad ha quedado reducida a decidir que película quiero ver en mi casa o en casa de algún amigo, porque al salir de noche expone uno su vida. Libertad es llevar el celular que uso escondido y otro a la mano para cuando me asalten en un semáforo a punta de pistola y lo tenga que entregar. Mi libertad es llevar mi cartera en el baúl y otra con un par de cosas sin importancia cerca de mí para cuando me toque el asalto. Mi libertad es dejar mis joyas en la casa ya que a una amiga mía la acaban de amenazar en el semáforo para que entregara la pulsera que andaba puesta. Mi libertad es decidir en casa de quien nos reuniremos y que servicio a domicilio pediremos ya que salir a comer ya no es opción. Mi libertad es no leer el periódico ni ver las noticias para no caer en delirios de persecución y pánico extremo. Mi libertad es … ¿¿¡Aguantarme??! ¿Es esto LIBERTAD?

Fuente: HACER