Hace algunos años asistí a una conferencia de un organismo internacional que suele prestar dinero a Guatemala y uno de los expositores comentó que el país debía de cuestionarse si era una buena idea el continuar tomando dinero prestado para gastos corrientes.

El comentario, viniendo de un burócrata internacional, me pareció era una forma de lavarse las manos para una posible crisis a futuro en el país. Un poco luego poder decir: “Dijimos que debían de tener cuidado”, aunque, claro, es uno de los organismos que siguen prestando al gobierno de turno, como es el caso de la solicitud de aprobar préstamos que han entrado al Congreso recientemente.

El hecho que comento sucedió en el 2010 y ya para esa época las alertas sobre de que Guatemala está en camino a endeudarse más allá de lo pagable comenzaban a encenderse dentro de los analistas.

Si revisamos en nivel de deuda pública del país, los rangos varían de 30% del Producto Interno Bruto (PIB) hasta que nos acercamos ya al peligroso 40% —cuando se comienza a considerar que será complicado pagar—, pero lo más importante no es cuánto se debe, sino qué capacidad se tiene de pagar lo que se debe.

Si comparásemos la economía de Guatemala con la de una persona común, si uno gasta más de lo que ingresa, por un tiempo, te seguirán prestando de distintas fuentes —tarjetas de crédito, bancos, la tía , el abuelo, etcétera—, hasta que llegue un momento en que ya nadie te va a prestar y querrán cobrarte.

¿Conocen a alguien que se daba la gran vida con la tarjeta de crédito y cuando ya no pudo pagar ni el mínimo mensual, lo demandaron, le embargaron el sueldo y terminó sin hasta poder pagar la luz o el agua? Más o menos eso es lo que le sucede a los países y lo que le puede llegar a pasar a Guatemala si los políticos de turno siguen endeudándonos, con la complicidad de funcionarios de organismos internacionales que siguen prestando y ni siquiera revisan a detalle luego el uso de ese dinero.

La visión de los políticos es “démosle a la tarjeta de crédito de todos, endeudemos hasta nuestros nietos y que miren los que vienen cómo la pagan”; por el otro lado, los organismos internacionales pareciese tienen una actitud “sigamos prestando, total, luego que vean cómo nos pagan”. El tema del endeudamiento público de Guatemala es URGENTE que se vuelva prioridad nacional antes que se vuelva crisis. Seamos como los alemanes, que en su Constitución han puesto límites al déficit fiscal.

Fuente: Centro de Estudios Económico- Sociales (Guatemala)