Doctor Vargas Lleras, ¿sabe usted –simplemente como conocimiento de cultura general– por qué el término o adjetivo ‘gamín’ no está aún registrado en el ‘Diccionario de la RAE’? Yo se lo podría decir porque mis facturas –como lo he escrito algunas veces– las paga el idioma de Cervantes, el mismo que le permite a muchos de nuestros políticos c-a-n-t-i-n-f-l-e-a-r constantemente para evadir preguntas que no tienen ningún matiz de grosería ni altanería; por el contrario, doctor Vargas Lleras, es su incoherente actitud la que deja mucho qué pensar con el afiche que más resaltaba en el video y que dice muy claramente en mayúsculas: ¿APOSTÁNDOLE A LA PAZ’. La ‘PAZ’, doctor Vargas Lleras, ante todo, ¡requiere de una actitud supremamente persuasiva! Tanto la kinesia como el discurso oral de quien predica la ‘PAZ’ como credo de campaña.

Pues bien, la kinesia de un político al que agarran ‘fuera de base’ es tan compleja como la estructura de su discurso fafarachero, dudoso, incompleto, incoherente y siempre estará ligado a sus arrítmicos e inseguros ademanes corporales.

¡¿No se lo han hecho saber sus asesores de imagen?! Usted, respondió con desaire a una persona que formuló la pregunta sin intenciones anarquistas y al verse acorralado replicó: “¡vamos sobre el tema de regalías!”; luego, seis largos segundos de silencio que utilizó para girar, caminar hacia la mesa mirando el suelo y por último se rascó la cabeza.

Condición que la kinesia define: “desconocimiento del tema”, “personalidad negativa” y/o “no estar preparado para la situación”. Pero, más allá de eso –en una opinión muy personal–, usted, haciendo uso de su experiencia política, giró la escena de forma burda y arbitraria a su favor al mejor estilo ‘chavista’. ¡Qué tristeza, doctor Vargas Lleras! Tuvo usted en sus manos la oportunidad que muchas personas esperan para ver al hombre que hay detrás del político en escena.

Nada sería más sensato que escuchar a un personaje público responder por ejemplo: “amigo, esa respuesta la tenemos que buscar conjuntamente porque yo –en este momento– la desconozco”. Considero, sería una actitud muy humana, un ejemplo de sencillez y entereza, porque nadie los obliga a tener un procesador en la cabeza para responder de inmediato; pero, ustedes tampoco deben olvidar quiénes son la gran cantidad de “jefes” que diario –gracias a las redes– hoy los vigilan más que antes…

Cuando usted por fin “creyó” tener la respuesta comenzó: “Les dije en el Casanare y se lo digo ahora… El plan de inversiones que en materia de recursos del Estado va llegar a la meta, va a llegar al Casanare y va a llegar a Arauca”.

Después, más adelante… “No es… ¡no me interrumpa, le voy contestando!” Y a renglón seguido la gran oportunidad para dejar muy claro que usted no es Álvaro Uribe y que eso tampoco no era un consejo comunal. ¡¿Es que acaso alguien no lo sabía y los confunden continuamente en la calle, doctor Vargas Lleras?! ¡¿O fue acaso su mejor carta bajo la manga para poner el público en contra de una sola persona haciendo uso de un derecho constitucional?! Y al final, la mejor muestra del adverbio “infinito” hecho hombre y transformado en campaña: “¡…y Arauca se beneficiará INFINITAMENTE más!”

“¡Soy araucano y merezco respeto también!”, dijo aquel hombre en un tono verdaderamente muy ejemplar.

” Yo merezco que me respete la reunión, ¡¿sí?!”, dijo Vargas Lleras, señaló airadamente al hombre, dobló el codo, caminó de nuevo hacia la mesa y agregó: “Esto así con ese ‘g-a-m-í-n’ no se puede”.

Lo curioso de este tipo de situaciones es que deben tener un valor funcional para cualquier sociedad; sin embargo, por la eterna ecuación proselitista de las campañas políticas (voto + tamal) y el alto grado de corrupción con el “pago de favores”, pasamos por alto los valores, normas y reglas generales que cualquier político también tiene que aceptar como aporte a la democracia; o sea, de ellos debe partir siempre el ejemplo. No debe ser simplemente un eslogan, un afiche.

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“Las comparaciones siempre son odiosas”, lo dicen todos aquellos que en un momento dado se ven en el estrado de la opinión pública; no obstante, dos hombres con el mismo apellido paterno y el mismo día se ven inmersos en situaciones un poco similares, pero con resultados antagónicos: A Vargas Llosa, un lector enfurecido le rompe un libro y el autor del ‘Héroe indiscreto’, le desea larga vida por despertarlos a todos del tedio de la charla. A Vargas Lleras un hombre le pregunta sobre las regalías y…

P.S.: De Babieca a Rocinante: “¿Es necedad amar?”, preguntó Babieca. “No es gran prudencia”, respondió Rocinante. “Metafísico estáis”, dijo Babieca. “Es que no como”, contestó Rocinante.

Fuente: El Tiempo (Colombia)

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