Petro quiere superpoderes para poder saltarse al concejo y asi realizar una reforma administrativa al Distrito, pero sin someterla a debate. Al parecer, la division de poderes no le sienta bien a Petro quien parece desesperado por conseguir la suma del poder publico.

En la hora más oscura de las relaciones entre el Concejo y el Ejecutivo de Bogotá, el alcalde Gustavo Petro no sólo tiene en vilo la aprobación de su plan de desarrollo, la elección de sus candidatos a Personería y Contraloría y el aval a su cupo de endeudamiento, de la modificación a su gusto del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) y de la armonización presupuestal. Además, y quizás principalmente, el mandatario ve embolatada su idea de contar con facultades extraordinarias para reformar el Distrito.

Este diario estableció que ése era uno de los puntos claves en la negociación que, durante varias semanas, sostuvo sin éxito el secretario de Gobierno, Antonio Navarro Wolff, con las distintas bancadas del Concejo. Como ya se sabe, la administración distrital les propuso a los cabildantes conformar una coalición oficialista a cambio de una participación abierta en el Distrito, pero al final los ocho concejales progresistas de Petro se quedaron solos en la corporación.

En concreto, el alcalde tenía pensado pedir al Concejo las facultades extraordinarias para poder fusionar las empresas de servicios públicos, crear secretarías nuevas, como la de Seguridad y la de Mujer y Género, instaurar un banco de crédito y unificar Metrovivienda con la Empresa de Renovación Urbana (ERU). No se descarta que tuviera otras reformas en mente.

La más reciente estructuración de fondo al Distrito la había hecho en 2006 el entonces alcalde Lucho Garzón, quien agrupó 64 entidades en 12 sectores, liderados por igual número de secretarios de despacho, y creó las secretarías de Movilidad, Cultura y Hábitat, entre otras. La diferencia con la idea de Petro es que Garzón lo hizo a través de un proyecto de acuerdo ordinario que fue debatido en el Concejo. Las facultades extraordinarias que propuso Navarro estarían basadas en el artículo 12 del Estatuto Orgánico de Bogotá, que permite a la corporación “revestir temporalmente al alcalde mayor de precisas facultades para el ejercicio de funciones que corresponden al Concejo”.

En concepto de algunos concejales consultados, sería nada más y nada menos que una suerte de “cheque en blanco” para el alcalde.

Al respecto, el concejal Celio Nieves, del Polo, expresó que, sin haberlo consultado con su bancada, él preferiría que una eventual reforma al Distrito se haga en medio de una amplia discusión y no unilateralmente.

En el mismo sentido, el cabildante verde Antonio Sanguino dijo que las facultades extraordinarias “no son lo más democrático” y deben otorgarse sólo en casos especiales.

Por su parte, el progresista Carlos Vicente de Roux aseguró que, en todo caso, no hay ambiente en este momento en el Concejo para aprobar dicho proyecto.

El secretario Antonio Navarro reconoció la intención de Petro, pero coincidió en que por ahora el alcalde no cuenta con las mayorías y que por eso prefería no opinar sobre supuestos.

En varias ocasiones, Gustavo Petro se ha declarado hijo de la Constitución del 91. Curiosamente, fue la Carta Política la que, en el caso del presidente, intentó limitar los poderes que otorgan las facultades extraordinarias.

Fuente: El Espectador (Colombia)