Los colombianos somos una nación extraña, no sólo por las difíciles condiciones en las que nos ha tocado vivir, sino porque en medio de ellas hemos logrado cosas increíbles. Cabe destacar una forma de razonar que supera las rigideces de una lógica decimonónica. Nuestro novedoso pensamiento impone una libertad sin límites a la solución de los problemas.

Buscar los inicios históricos es difícil, pero hay un momento estelar que todos recordamos: “perder es ganar un poco”. También está la famosa frase “es mejor ser rico que pobre”. Esta manera de pensar no tardó en llegar a la política y ahí obtuvo su verdadero esplendor.

El presidente Santos es uno de los mayores contribuyentes. Afirmaciones según las cuales la guerrilla está arrinconada y al mismo tiempo conserva su capacidad de lucha sorprenden por su descollante lógica. Por supuesto, se complementan con aquellas arengas que alentaban a los congresistas a aprobar el “marco para la impunidad” inmediatamente después de un atentado terrorista; ¡no vamos a dejarnos amedrentar de los violentos!, les dijo. Pero el presidente ha probado ser capaz de usar la nueva lógica con respuestas que desafían lo creíble. Las Farc dicen que no tienen a ningún secuestrado; Clara Rojas, en representación de País Libre, señala que mienten. El presidente falla: hay que creerles… a las Farc.

Si los políticos nacionales contribuyeron al género con una creatividad incuestionable, es menester reconocerles los méritos a nuestros dirigentes distritales, fecundos también en gracejos, sólo superados por la innovación en las soluciones que realmente revolucionan la manera como el mundo entero atiende situaciones similares.

El problema del tráfico en Bogotá tiene una causa obvia: pocas vías y muchos carros, un problema que no difiere de muchas ciudades. Nuestros gobernantes no se conformaron con soluciones tradicionales como trasporte público alternativo, autopistas, pasos elevados; tomaron otra ruta: que los ciudadanos no saquen el carro. Si no usan el carro, entonces, ¿cuál trancón?

La alcaldía de Lucho consagró un flamante concepto de igualdad social. Dado que los colegios en concesión mostraban resultados superiores a los colegios públicos, se decidió cancelarlos. No podemos hacer discriminaciones en los estratos populares, nos explicó el secretario de Educación.

Petro merece también aplausos. Frente a la violencia causada por el microtráfico y ante la incapacidad del Distrito de controlarlo y combatirlo, entonces implanta una forma alternativa de solución: ¡reemplacemos el suministro ilegal por uno que otorgue el Distrito! Y para evitar los altercados y la violencia que causan los jóvenes cuando salen de fiesta, se les impuso un toque de queda.

Determinar quién es el campeón de esta nueva práctica no es fácil; la competencia es apretada y quedan tantos por fuera del texto. Conviene que sea usted quien encuentre y evalúe. Un buen criterio para premiar es examinar la simplicidad de la solución, la manera efectiva mediante la cual se elimina el problema de raíz.

Se quejan algunos de que esa raíz sea, precisamente, el derecho de los ciudadanos. Espero que se calmen al saber que esa restricción de los derechos colectivos crea al menos uno nuevo: el gobernante no tiene que esforzarse mucho.

Fuente: El Espectador (Colombia)