// you’re reading...

Colombia

Colombia: Futuro de la lucha antiguerrillera y de las FARC tras la muerte de “Alfonso Cano” – por Miguel M. Benito Lázaro

Compartir esta publicación:

La muerte de ‘Alfonso Cano’ le reporta réditos a Juan Manuel Santos en el frente político en el cual venía sufriendo cuestionamientos por la conducción de la política de seguridad y, durante algunas semanas, disipará críticas.

Quince días después de la toma de posesión del gobierno de Juan Manuel Santos, Guillermo León Sáenz Vargas, alias ‘Alfonso Cano’, escapó ileso, por apenas unos metros, a un bombardeo de la Fuerza Aérea de Colombia. No obstante, para el comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC- se abrían meses de fuga constante. Y así vivió durante catorce meses, bajo la presión creciente de las Fuerzas Armadas colombianas, hasta que cayó abatido durante la Operación “Odiseo” el pasado 4 de noviembre de 2011. El mensaje de las autoridades: desmovilización, cárcel o tumba es la elección que debe afrontar todo miembro de las FARC.

Por otra parte, la Operación “Odiseo” supone un éxito político rotundo para el presidente Santos y su remozado equipo de seguridad; y un éxito necesario porque el nivel de crítica a la situación de seguridad venía creciendo y, aunque se negase, había llevado en agosto al cambio de Ministro de Defensa y cúpula militar.

Esta acción nos deja percibir: 1- la existencia de claras líneas de continuidad con algunos planteamientos de seguridad fijados por los gobiernos Uribe; 2- las convicciones de Juan Manuel Santos sobre cuáles son los elementos claves para conseguir éxitos operacionales; 3- la consolidación en las Fuerzas Armadas de una manera de ejecutar sus acciones y; 4- nos obliga a reflexionar sobre el futuro de las FARC. En las próximas páginas trataré estos asuntos para valorar las dimensiones de la muerte de ‘Alfonso Cano’.

EL OBJETIVO MANTENIDO: GOLPEAR AL SECRETARIADO DE LAS FARC

Tras el fracaso de las negociaciones de paz en el Caguán, la sociedad colombiana le dio un mandato explícito a Álvaro Uribe: enfrentar militarmente a los grupos armados ilegales, especialmente a las FARC. Así en 2002, ya como Presidente de la República, Uribe, la Ministra de Defensa, Marta Lucía Ramírez, y la cúpula militar diseñaron la Política de Seguridad Democrática como marco de todas las operaciones militares y policiales, al mismo tiempo que decidieron adelantar operaciones para recuperar la iniciativa y pasar a la ofensiva.

Los estrategas colombianos determinaron que la sostenibilidad de la política de Seguridad Democrática pasaba por la habilidad de desarrollar operaciones de alto impacto en la opinión pública, y no habría mayor impacto que golpear al Secretariado de las FARC. Los objetivos de operaciones que golpeasen al alto mando de la narcoguerrilla eran múltiples:

–          Mantener el apoyo de la sociedad colombiana al esfuerzo bélico, mostrando éxitos contundentes.

–          Mejorar la imagen de las Fuerzas de Armadas Colombianas, cuyo prestigio estaba muy deteriorado por las grandes derrotas sufridas en los años previos y los escándalos por participación y/o connivencia en graves violaciones de derechos humanos.

–          Descabezar el mando de las FARC.

–          Fracturar la cadena de comando y control, reduciendo la capacidad de acción coordinada de los distintos frentes de las FARC.

–          Obligar a los miembros del Secretariado a preocuparse por su seguridad, consumiendo recursos de la organización en ello, reduciendo su capacidad de  planear nuevas ofensivas.

–          Acabar con la idea de que las FARC eran invencibles y los miembros del Secretariado de la organización intocables. Mitos construidos sobre la realidad de que ninguno de sus comandantes principales había sido abatido nunca.

–          Minar la moral de los guerrilleros para incentivar las desmovilizaciones.

SANTOS, MINISTRO DE DEFENSA, NUEVAS REFORMAS

Con la decisión firme de alcanzar esos objetivos, el Estado Mayor fue diseñando acciones que, si bien, constataron el fortalecimiento, la mayor capacidad y efectividad de las tropas colombianas, con éxitos ante todos los grupos armados ilegales, no alcanzaban al Secretariado de las FARC.

Cuando en 2006 Juan Manuel Santos asumió su cargo como Ministro de Defensa, para, finalmente, llevar la guerra a los miembros del Secretariado de las FARC emprendió ajustes y reformas para:

–          Fortalecer y aumentar la coordinación de las fuerzas. Se aceleró y expandió la formación de Comandos y Unidades de acción conjunta, con miras a conseguir una mayor interoperabilidad, flexibilidad, adaptabilidad y velocidad en las situaciones de combate. La conocida como Fuerza de Tarea Conjunta Omega, que venía operando ya, se convirtió en la punta de lanza de las Fuerzas Armadas colombianas, especializándose en operaciones sostenidas de máxima dificultad[1].

–          Aumentar las capacidades de inteligencia de las Fuerzas Armadas colombianas. Consultores israelíes evaluaron el estado, los procedimientos y capacidades de la inteligencia colombiana. El MI6 brindó capacitación al personal, y Estados Unidos, dentro de la asistencia del Plan Colombia, ofreció formación y equipos[2]. Uno de los resultados de este proceso fue la puesta en marcha de la Jefatura de Operaciones Especiales Conjuntas –JOEC-, entre cuyas funciones estaban centralizar la información recolectada por todas las fuerzas –enfrentando los recelos y la tendencia a la compartimentación-, y la transmisión de inteligencia útil, incluso en tiempo real a las unidades de combate.

Estas reformas permitieron contar con mejor inteligencia, más integrada, que se convertía rápidamente en información para las unidades de operaciones especiales. El JOEC, en la recolección, y la Fuerza de Tarea Omega, mediante las operaciones, se convirtieron en la vanguardia de la ofensiva contra las FARC y contra su órgano de dirección que llevó hacia éxitos como las Operaciones “Jaque” y “Fénix”, ya durante el gobierno de Álvaro Uribe.

Demostrando su convencimiento de que la mejor arma contra el terrorismo es la inteligencia, cuando el Presidente Santos anunció que Juan Carlos Pinzón reemplazaría a Rodrigo Rivera al frente del Ministerio de Defensa, también insistió en que se iba a hacer una revisión estratégica profunda, con el cual, entre otras cosas, se espera potenciar y fortalecer las capacidades de inteligencia.

“ODISEO”: CONSOLIDACIÓN DE UNA FORMA DE OPERAR

Como ya ha quedado escrito, Santos, asumiendo la estrategia de Uribe, desde la presidencía de la República señaló a “Alfonso Cano”[3] y Víctor Julio Suárez Rojas -alias “Mono Jojoy”- como los objetivos prioritarios de las Fuerzas Armadas de Colombia, que iniciaron un acoso constante contra ambos. Al poco tiempo, el 22 de septiembre de 2010, en la Operación “Sodoma” cayó el “Mono Jojoy” y la presión sobre Cano aumentó.

Desmovilizados de la organización dieron las primeras pistas sobre la ubicación del comandante de las FARC. Agentes de la Policía infiltrados en la organización fueron confirmando su veracidad y, además, se contó con la colaboración de guerrilleros activos.

La inteligencia técnica también se activó para rastrear el espectro de comunicaciones. De hecho, en sus últimos meses de vida, ‘Alfonso Cano’, renunció a comunicarse por mail o teléfono móvil para evitar la intercepción. La única manera para transmitir sus órdenes era mediante personas de confianza que actuaban como correos. Evidentemente, la capacidad de comando y control, la coordinación entre diversos frentes y la velocidad operacional estaban muy quebrantadas.

La información recolectada situó a ‘Alfonso Cano’ en la Cordillera Central, que le ofrecía rutas para moverse entre varios Departamentos colombianos. Para negarle esa movilidad, se inició el despliegue de tropas, que a alto coste –cincuenta soldados se vieron afectados por las minas antipersonas que las FARC habían sembrado en la zona para evitar el ascenso de la Fuerza Pública-, fueron ganando las tierras altas y forzando a ‘Alfonso Cano’ y su cada vez más golpeado anillo de seguridad[4] a abandonar el territorio.

La persecución prosiguió, hasta que el viernes 4 de noviembre de 2011, se dio la orden para el asalto final. Un asalto que recoge paso por paso, el modelo de acción que ha ofrecido mejores resultados a las Fuerzas Armadas Colombianas. La superioridad aérea es la clave inicial: el ala fija “ablanda” el terreno mediante el bombardeo de precisión; el ala rotatoria, en caliente, transporta a la infantería a la zona de contacto y, tras su inserción, brinda fuego de cobertura. Después las tropas empiezan a sellar y asegurar la zona hasta alcanzar el objetivo. Así fue en el pasado y así fue en la Operación “Odiseo”.

Tras el bombardeo, helicópteros artillados entraron en la zona de combate para proteger el desembarco de cerca de 960 hombres, que iniciaron el despliegue y procedieron a buscar al objetivo. ‘Alfonso Cano’, que había permanecido oculto, intentó escapar del cerco cuando oscureció, pero no lo logró y murió en el intercambio de disparos. Durante la operación también murieron el operador de radio y la compañera sentimental de ‘Alfonso Cano’, su jefe de seguridad fue capturado y se encontró abundante información en distintos soportes informáticos

Así, las Fuerzas Armadas de Colombia, asestaron el mayor golpe recibido por las FARC en su historia.

EL FUTURO INCIERTO DE LAS FARC Y ¿EXPECTATIVAS DE PAZ? CAMBIO GENERACIONAL,  SUCESIÓN, DEGRADACIÓN, REGIONALIZACIÓN

Las FARC es una organización institucionalizada, aunque fracturada y con dificultades evidentes para operar en todo el territorio nacional, cada vez más limitada a zonas concretas, que está preparada para la sustitución ordenada de sus cuadros. La muerte de ‘Alfonso Cano’ no supone el fin de la organización, ni vacío de poder. La sucesión ya está definida a favor de Rodrigo Echeverri Londoño alias ‘Timoleón Jiménez’, alias ‘Timochenko’. El nuevo máximo responsable de las FARC venía encargándose de las tareas de inteligencia y contra-inteligencia.

‘Timochenko’, así como el otro hombre que había sonado para ocupar el sitio de ‘Alfonso Cano’, ‘Iván Márquez’, que controla la diplomacia de las FARC, ingreso en la organización terrorista en los primeros años de la década de los ochenta del siglo pasado. A diferencia de sus antecesores en el liderazgo ‘Timochenko’ no goza del mismo carisma ni del mismo respeto. En parte porque ‘Timochenko’ se ha visto obligado a ocultarse en Venezuela en varios momentos, por lo que su presencia en zona de combate no es muy destacada.

Esa presencia en Venezuela de ambos comandantes guerrilleros abre la posibilidad de, dadas las fluidas relaciones de Santos con el presidente venezolano Hugo Chávez, enviar algún mensaje a favor de la desmovilización o algún acercamiento político, al que Santos no se ha cerrado. Esto, y los líderes de la guerrilla son conscientes de ello, no implicaría un alto en el acoso de las Fuerzas Militares, porque el presidente colombiano ha manifestado que sólo llevando a su límite a las FARC, éstas aceptarán una negociación sincera sobre el fin de su actividad.

A este respecto de una posible negociación, es importante comprender que con ‘Alfonso Cano’ la segunda generación de comandantes farianos ha desaparecido y con ‘Timochenko’ llega a la cima de la organización la tercera generación, quizá la última que entró en las FARC, cuando ésta era una organización subversiva totalmente ideológica y no estaba plenamente involucrada en actividades de narcotráfico y secuestro –transición que se inició en esos años pero que se aceleró y consolidó con el colapso del bloque del Este-. Por tanto, se trata de la última generación motivada por la ideología. Los comandantes más jóvenes presentan menor compromiso y formación ideológica, y una orientación más pragmática, basada en la lógica coste-beneficio, hacia la actividad narcoterrorista.

Esta diferencia de perfil, puede marcar diferencias a la hora de buscar una negociación para dar fin a cincuenta años de existencia de las FARC. ‘Timochenko’ y lso comandantes coetáneos pueden estar más dispuestos a buscar acuerdos políticos, pero al mismo tiempo pueden ser más inflexibles en sus posturas –este era el caso de ‘Alfonso Cano’, cuya obstinación en el comunismo, le impedían hacer concesiones que permitiesen alcanzar acuerdos-. Comandantes más jóvenes, menos ideologizados podrían tener un acercamiento más pragmático a la idea de un cese de la violencia, pero también podrían ser más proclives a permanecer en la delincuencia como forma de vida lucrativa. Corresponderá a los organismos de inteligencia evaluar estas variables y asesorar a los responsables políticos.

CONCLUSIÓN Y DOS PREGUNTAS

Las FARC han sufrido el mayor golpe de su historia.

A corto plazo, las FARC intentarán mantener su actividad, pero es inevitable pensar en la situación a más largo plazo, en la que la capacidad de mando reducida, la presión constante del Estado colombiano, la dificultad en las comunicaciones, las desmovilizaciones y, la certeza de que no tienen posibilidad real de tomar el poder, puede derivar en un operar más autónomo de los frentes, una regionalización de sus actividades, con el riesgo de escisiones, la degradación de sus objetivos y su transformación plena en meras bandas criminales dedicadas al narcotráfico.

Por otra parte, la Operación “Odiseo” demuestra que Santos sigue implacablemente el uso de la estrategia de decapitación de la guerrilla como forma de forzarla a reconocer su derrota y negociar. Esta tendencia no parece que vaya a cambiar, más bien puede acelerarse.

En pleno proceso de revisión estratégica en el Ministerio de Defensa, está acción parece fijar el convencimiento de que el futuro del combate con las FARC y otros grupos irregulares pasa por la combinación de Inteligencia y acciones de los Cuerpos de Operaciones Especiales. Mientras, quizá el grueso de las tropas, puedan concentrarse en la protección de infraestructuras y en la implementación del Plan Consolidación, cuyo fin es asegurar las condiciones para que, una vez asegurado el control territorial, todas las instituciones del Estado puedan hacerse presentes y efectivas en la totalidad del territorio colombiano. Esto no quiere decir que su manejo de la seguridad hasta el momento haya sido igual que el de su antecesor. Santos ha mantenido el esfuerzo por las operaciones de alto valor estratégico, conducido por los cuerpos de operaciones especiales, mientras las unidades regulares.

Por último, la muerte de ‘Alfonso Cano’ le reporta réditos a Juan Manuel Santos en el frente político en el cual venía sufriendo cuestionamientos por la conducción de la política de seguridad y, durante unas semanas, disipará críticas. Pero la muerte de ‘Alfonso Cano’ no tiene ningún efecto sobre fenómenos de delincuencia común urbana que han venido afectando cada vez más a los colombianos. Dependerá de las conclusiones de los análisis que está realizando el Ministerio de Defensa que la situación de seguridad en todos los frentes y dimensiones realmente pueda llegar a mejorar y tomará tiempo.

Dos preguntas: ¿hacia dónde huía ‘Alfonso Cano’? ¿Buscaba refugio en otro frente guerrillero que pudiera ofrecerle mayor protección o buscaba salir del país?

¿Qué información está recogida en los siete computadores, 39 USB y 24 discos duros externos de ‘Alfonso Cano’? A diferencia de lo que ha ocurrido con la información tomada en el campamento de ‘Raúl Reyes’ en la Operación “Fénix”, no parece haber espacio para impugnar la cadena de custodia de las pruebas. Además, de información sobre la situación interna de las FARC, qué otras cosas pueden ser reveladas. ¿Nexos con políticos? ¿Con organizaciones terroristas de otros países? Tomará tiempo, pero el análisis y procesamiento de todos los datos serán claves.

* Miguel M. Benito Lázaro es Analista Político Internacionalista. Licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid. Máster en Diplomacia y Relaciones Internacionales de la Escuela Diplomática de Madrid, y candidato a Doctor en Seguridad y Paz Internacionales.

Notas:

[1]La Fuerza de de Tarea Conjunta Omega cuenta con Brigadas móviles, unidades de reacción rápida repartidas por todo el país y está formada por unos 20.000 hombres con la misión de desarrollar campañas largas y continuas contra el Secretariado de las FARC y otros blancos de alto valor estratégico.

[2]Fundamentalmente se brindaron los medios técnicos para blindar las comunicaciones estatales e interceptar las comunicaciones de la guerrilla. Además, los Estados Unidos han brindado apoyo mediante aviones de vigilancia, satélites u otros elementos tecnológicos cuando el gobierno colombiano lo ha requerido para la ejecución de operaciones concretas.

[3]Quince días después de la posesión de Juan Manuel Santos, Cano escapó por poco de un bombardeo. Las bombas cayeron a 20 metros de su campamento y pudo escapar.

[4]A su muerte el anillo de seguridad de Manuel Marulanda alias ‘Tirofijo’ constaba de cerca de 2.000 guerrilleros; el de ‘Alfonso Cano’ estaba constituido por entre 20 o 30 hombres cuando se inició el asalto final de las tropas colombianas.

Fuente: Asuntos del Sur (Chile)

(Total: 226 - Today: 1 )

Discussion

No comments for “Colombia: Futuro de la lucha antiguerrillera y de las FARC tras la muerte de “Alfonso Cano” – por Miguel M. Benito Lázaro”

Post a comment

Connect to HACER.ORG

FB Group

RECOMMENDED BOOKS

Support HACER today!

HACER is a tax-exempt organization under Section 501 (c)(3) of the Internal Revenue Code, our supporters will find their donations to be tax-deductible. Donate online now!