¿Para  qué declararon las FARC un cese el fuego unilateral que se extendió por dos meses y qué piensan hacer ahora con esa experiencia acumulada?

Primero, lanzaron al mundo el mensaje de que pueden autocontrolarse. Esa falacia de que están divididas y que unas facciones obedecen y otras no, sólo saca a flote la cruda realidad: la organización nunca renunciará a su identidad político-militar en la que toda negociación no es más que una maniobra para detentar poder, tárdense lo que se tarden y sobrevivan los cabecillas que sobrevivan.

Segundo, a pesar de las más de 50 violaciones, el cese unilateral fue una invitación a que el Gobierno se decidiera a dar el paso de suspender también las operaciones ofensivas sin ser calificado de complaciente y entreguista. Tregua, pues, que le permitiría a la guerrilla liberarse de la persecución de la Fuerza Pública pudiendo condenarla a cada paso como genuina “enemiga de la Paz”.

¿Pero, qué si el Gobierno no da el paso del cese bilateral?  En ese caso, terror y más terror. Aunque, claro, terror dosificado, para que, sin llegar al extremo de tirar el tablero del juego por los aires, el Presidente caiga, tarde o temprano, en la tentación de paralizar las operaciones de las Fuerzas Militares.

En ese sentido, las Farc han hecho el cálculo de cuánto terrorismo estaría dispuesto a tolerar Juan Manuel Santos y, a juzgar por el caso Londoño Hoyos, habrían llegado a la conclusión de que su tolerancia es alta y su respuesta siempre encaja en lo que la organización espera.

Según eso, al estar completamente inmerso en “su” “proceso de paz”, y ansioso por firmar acuerdos, la inercia de la negociación llevaría al Presidente a ceder cada vez más, una y otra vez, siempre bajo la lógica de la “sagrada búsqueda del bien supremo” … y la correspondiente reelección.

O sea, falacia y tentación que se apoderarían del Gobierno y que lo llevarían a ser relativamente laxo y comprensivo con el asunto central del proceso, esto es, la dejación de las armas.

Así que gestionando el terror, y regularizando el conflicto mediante acuerdos especiales que limitasen gravemente a las FF.AA., las Farc encontrarán el pretexto perfecto para que quede claro su chantaje estratégico: o se refrendan los acuerdos mediante una Constituyente, o el terrorismo ilimitado anegará a este país.

En definitiva, falacia, tentación y pretexto.  Por eso, las FARC seguirán vociferando lo del cese el fuego pero jamás hablarán de cese de hostilidades, esa figura que si no se les exigió antes del diálogo, debe exigírseles cuanto antes para seguir dialogando.

Fuente: El Nuevo Siglo (Colombia)