Se siguen sumando elementos que revelan la estrategia del movimiento golpista de López Obrador contra el Presidente Electo Enrique Peña Nieto. La “Convención Nacional contra la Imposición” celebrada durante el fin de semana en San Salvador Atenco muestra una vertiente de sus planes.
Es un error crear más universidades públicas. El discurso patriotero de que el presupuesto público para educación no es un gasto, sino una inversión que el nuevo profesionista regresará en beneficios a la patria, no es más que pura demagogia fascista.
El PAN hizo un buen papel en los dos últimos sexenios, pero la percepción de millones de mexicanos es que no pudo aterrizar las reformas estructurales, aunque haya sido por la falta de apoyo de los otros partidos en el Congreso. El PAN retrocedió en el mapa político fundamentalmente por divisiones y descuidos, más que por un PRI unido, que utilizó las mismas mañas del siglo pasado y un candidato de la izquierda con seis años de campaña.
La democracia mexicana sólo sirve para favorecer a unos cuantos grupos de interés privilegiados, y asuntos como una epidemia, sacan a relucir toda la cloaca proteccionista que reina en el mercado de alimentos.
¿Estarían los legisladores del PRI y del PVEM dispuestos a aprobar las reformas antes de que Peña Nieto asuma la presidencia? Obviamente eso sería deseable ya que en este escenario, el costo político, particularmente la reforma tributaria que requiere la homogeneización del IVA, no recaería sobre Peña Nieto. Sin embargo, en mi opinión, esto tampoco va a suceder.
El recuento pedido por AMLO confirmó que la mayoría de los ciudadanos que votaron en las elecciones para Presidente, lo hicieron por Peña Nieto; por lo tanto, desde el punto de vista numérico, el PRI triunfó en la elección. Y en tanto que la compra de votos no sea un delito grave en la ley electoral, ni se contemple la nulidad de las elecciones por exceder el tope de gastos, la elección es totalmente legal.
¿Qué es lo que han hecho los mexicanos? Aunque parezca increíble, coquetearon con el pasado. Le hicieron ojitos al cochero que ofreció llevarnos por la misma ruta que destrozó el país.
La percepción de que México ya alcanzó el estándar de una democracia moderna, civilizada e institucional, en un santiamén López y sus feligreses la disolvieron y nos regresaron no al país “donde nunca pasa nada”, sino al país “donde nunca hacemos nada bien”.
Ante el regreso del PRI a la Presidencia hay quienes temen que volvamos al siglo pasado. No necesariamente, depende si Peña Nieto mantiene privilegios a sindicatos y grupos que se oponen a los cambios que México necesita. Una elección perfectamente democrática y ética se dará el día que muchos mexicanos pobres no vendan su voto por un plato de lentejas, varios ricos no aporten recursos a cambio de contratos y privilegios, y la mayoría anteponga principios a dádivas.
Mexico’s former ruling party, promising to put the country back in the big leagues of emerging economies, won the presidency Sunday, capping a remarkable comeback for a party once called “the perfect dictatorship” for its long grip on power. Enrique Peña Nieto, a telegenic former governor of the Institutional Revolutionary Party, or PRI, won with about 38% of the vote versus 31% for his closest challenger, leftist Andrés Manuel López Obrador, according to a partial vote count by Mexico’s election agency.