¡Estalló el júbilo! Casi al unísono, centenares de personas celebraron a rabiar la decisión de la jueza Johanna Rodríguez de revocar la medida de aseguramiento contra Luis Carlos Restrepo: ¿Será una victoria o la confirmación de las asechanzas de los operadores judiciales contra la democracia?
En un ambiente de intrigas y amenazas se desarrolla el proceso contra Luis Carlos Restrepo. Deberá descubrirse la verdad de lo que ocurrió en La Tebaida. La verdad podría no ser la misma que proclama el “colectivo de abogados”, oficina interesada en golpear a los enemigos de las Farc. ¿La justicia colombiana está en capacidad de rechazar esas presiones? ¿Lo actuado hasta ahora por la Fiscalía muestra que la verdad es un bien inalcanzable? La actitud valiente de la juez Johanna Rodríguez muestra que hay una luz de esperanza al final del túnel.
Hechos como el accidente ocurrido en Suba este fin de semana, en el que tres estudiantes murieron mientras manipulaban explosivos en aparente estado de ebriedad, demuestran lo incautos, ingenuos e indefensos que están nuestros jóvenes ante los grupos irregulares que han ido permeando a algunas de nuestras universidades.
La ‘locomotora’ del TLC, como algunos asistentes al Foro Caribe Siglo XXI le llamaron al Tratado de Libre Comercio que entraría en vigencia con Estados Unidos a mediados del 2013, permitirá la creación de 500 mil nuevos puestos de trabajo, de los cuales 200 mil se generarán en la Costa Caribe.
Somos muchos los que celebramos la decisión del expresidente Uribe de volver a la política. Las dificultades que vive el país, la ambigüedad en la política del Presidente Santos y la ausencia de liderazgo en el grupo muy significativo de uribistas inconformes; eran llamados que Uribe tenía que atender.
En el último año y medio, la ola de criminalidad ha sido exponencial en casi todo el país. Los actos terroristas, los hostigamientos contra la fuerza pública, las masacres, el secuestro y el hurto se reactivaron a niveles que no veíamos en el último lustro. ¿Qué está pasando? Me atrevería a decir que los factores generadores de violencia volvieron a tomar vida e inclusive se repotenciaron, con la connivencia de nuevos fenómenos, que están socavando el delicado tejido de nuestra cohesión social.
El problema más grave que enfrentan las Fuerzas Militares no es la guerrilla o el narcotráfico sino la “inseguridad jurídica”. Lo muestra una encuesta entre cerca de cinco mil militares, de las tres fuerzas. En todas fue identificado como el problema más importante. En el caso del Ejército, la cifra es impresionante: más de un ochenta y cinco por ciento cree que es su peligro más grave. Los uniformados le temen hoy más a los procesos judiciales que a sus enemigos en el terreno.
Prometer gestos y luego condicionarlos es una forma de regateo canalla de las Farc con la libertad de los uniformados secuestrados y el dolor de sus familias. Tal como lo sospechamos, la intención guerrillera de liberar sin condiciones a los policías y soldados en su poder por más de 13 años no era sincera. Lo que inicialmente planteó la cúpula fariana como un gesto unilateral no es más que una torpe maniobra para atraer al Gobierno a la espinosa agenda de los “presos políticos”.
Las expectativas de desarrollo de un país son directamente proporcionales a la seguridad interna que el gobierno garantice. Simplemente significa que esta garantía de tranquilidad es fundamental para que el sector empresarial logre consolidar sus proyectos de inversión y consiguientemente contribuya a fortalecer la economía productiva.
En Colombia, pareciera que a nadie le importa averiguar por qué estamos perdiendo la guerra…