// you’re reading...

Argentina

Argentina: Sería bueno cambiar de obsesión – por Carlos Mira

Compartir esta publicación:

CFKMEDIOS13El presidente Duhalde llamó a su esposa y le confirmó que iba anunciar el adelantamiento de las elecciones y la entrega anticipada del poder. En Avellaneda habían muerto Kosteki y Santillán, dos activistas de la izquierda asesinados por la policía.

En los acontecimientos que comenzaron con el alzamiento policial de Córdoba ya llevamos 10 muertos, la mitad de los que murieron en diciembre de 2001.

En aquella oportunidad los que perdieron la vida también habían caído en la Capital. Ahora nada más y nada menos que Estela de Carlotto se ha permitido hasta dudar de que los muertos existan: “hay que ver si son”, dijo.

Es como si los muertos del interior no contaran como los que mueren cerca; como si esas vidas no valieran lo mismo.

Mientras, para la presidente, la obsesión, casi su único karma persecutorio, son los medios. El martes, sus primeras palabras estuvieron dirigidas a ellos cuando dijo, con la fuerza de quien emite un bando, “he decidido expresamente no utilizar la cadena nacional para permitir que los medios democráticamente puedan dividir la pantalla y en una mitad mostrar estos festejos y en la otra algún acto de la violencia provocada…” (y continuó elaborando su tesis conspirativa acerca de la orquestación preparada que tuvieron los hechos en las provincias).

Hubiera sido muy conveniente que la presidente apareciera el martes. Pero su lugar lo tomó una señora que parecía iniciarse en la política, dispuesta a seguir sosteniendo una historia irreal. Bailaba y le daba a unos timbales con la excitación de una adolescente. No creía en la veracidad de ninguno de sus problemas. Aseguraba que eran invenciones plantadas en medio de un país maravilloso que había alcanzado ese estado de gracia, debido a sus políticas.

Imaginaba estar amenazada por un conjunto de antipatrias ciegos que por no reconocerle sus méritos están dispuestos a incendiar el país.

Insinuó que no era la marginalidad originada en 10 años de negación de los problemas la que saqueaba a los comercios, sino millonarios que le robaban a otros millonarios montados en 4×4.

El diputado Cano de la provincia de Tucumán, una de las más golpeadas por los tumultos, aseguró categóricamente: “el 100% de las personas que vaciaron y robaron los comercios provienen de las tres villas que rodean San Miguel y que fueron el fruto de las políticas del gobierno nacional y de Alperovich… Son esas mismas personas las que negocian con el gobierno los planes sociales para las villas… Ellos, mejor que nadie, deberían conocerlos”.

La presidente, como si fuera un ejemplo válido, dijo que bajo ninguna circunstancia a ella se le ocurriría entrar a un negocio desguarnecido a llevarse un televisor. Se trata de un ejemplo inapropiado e ingenuo. Resulta obvio que las personas no le prestan atención a esas señales que de tan directas son inválidas e inaplicables a las teorías de “dar el ejemplo”. Nadie, en suma, llegará a la conclusión de que “es malo robar” porque no ve hacerlo a la presidente a la vista de todo el mundo. La gente común suele decodificar conductas más invisibles a simple vista. En ese sentido estoy seguro que hace mucho más daño escuchar al ministro de Educación decir que “la toma de los colegios es una conquista de la democracia”, como aseveró Sileoni hace poco, que el bien que hace estar frente a la obviedad de una presidente que no saquea un comercio.

La presidente perdió una enorme oportunidad de aparecer por primera vez en mucho tiempo reconociendo y haciéndose cargo de la realidad. Era lo que mucha gente esperaba. Hay, obviamente, otra gran porción de la sociedad que ya perdió esa esperanza. Pero para quien la conservaba habría sido importante que Cristina hubiera ensayado una maniobra de aterrizaje y dejado de volar por su país de maravillas.

En lugar de eso volvió a preferir la búsqueda insaciable de culpables y la desesperada “apertura de paraguas” frente a la división de las pantallas de los televisores. La señora de Kirchner probablemente sea la presidente más preocupada por la televisión de la historia. Quizás su cuidada apariencia física y sus indudables dotes histriónicos oculten una frustrada protagonista de los medios. O tal vez su obsesión por los títulos y las ediciones revelen una vocación periodística trunca.

Pero lo cierto es que Cristina Kirchner no eligió ni la actuación artística profesional ni el periodismo. Eligió ser política. Y en esa carrera llegó a lo máximo a lo que se puede aspirar. Desde allí tiene la obligación de entregar soluciones, no de exponer culpables ni, mucho menos, presumir cómo los medios editarán las noticias. Menos aún puede tomar decisiones de Estado en la creencia de que si hace “A” en lugar de “B”, los periodistas presentarán el caso de un modo que no la conforma.

El país, en coincidencia con una fecha para recodar (pero en la que no había nada que festejar), vuelve a entregar la imagen de un marasmo que nadie maneja y en el que muere gente inocente y en el que también mueren delincuentes a manos de gente honrada que se defiende con armas propias, como puede.

El cáncer inflacionario y el tumor populista están detrás de estos fermentos. Los pisos salariales a los que gobernadores desesperados -viendo como le prendían fuego a sus ciudades- dijeron que sí, han sido el punto de partida para una puja que solo se resolverá imprimiendo más billetes. Cuatrocientos millones de billetes de $100 fueron mandados a imprimir en las últimas horas. Se duda de que la Casa de la Moneda tenga esa capacidad de producción. Ya el 85% de los billetes que se imprimen son de $ 100.

Son baldazos de nafta a un fuego inflacionario que en dos semanas de diciembre supera el 2% de alza de precios. El “impuesto al dólar” del 35% ya va camino de ser un gran negocio, con las reservas como botín.

Se dice que Capitanich tiene la orden de arreglar con los gobernadores. ¿Cómo se llamará ese “arreglo” sino “dinero”? Esa plata saldrá también de las máquinas impresoras, adonde quiera que estas se consigan. Y eso será más combustible inflacionario. El Jefe de Gabinete no se incendiará en esa hoguera. Volverá al Chaco cuando sienta el olor a quemado en las orillas de su traje.

A esa altura Kicillof seguirá enfrascado en su teórico escritorio preguntándose por qué su Excel no le entrega una respuesta que lo satisfaga más que la realidad. Augusto Costa entrará y saldrá de la oficina del ministro con interminables cálculos sobre los costos de la cadena de valor y de la “matriz insumo-producto.”

La presidente debe reemplazar su visualización de los titulares de los diarios o de las ediciones de televisión, por una que le traiga a la mente un conflicto social serio. Quizás, si llega a sentirlo tan real como será si no hace nada, se decida a hacerlo, quizás por primera vez desde que se sienta en ese sillón de éxtasis.

Fuente: Infobae (Argentina)

(Total: 31 - Today: 1 )

Discussion

No comments for “Argentina: Sería bueno cambiar de obsesión – por Carlos Mira”

Post a comment

Connect to HACER.ORG

FB Group

RECOMMENDED BOOKS

Support HACER today!

HACER is a tax-exempt organization under Section 501 (c)(3) of the Internal Revenue Code, our supporters will find their donations to be tax-deductible. Donate online now!