La ganancia (o el beneficio) es un residuo, que le queda al empresario luego de afrontar todos los costos necesarios para generar los ingresos de la empresa.

¿Cómo se explica que exista el residuo, en una economía competitiva? Frank Hyneman Knight se inmortalizó cuando en 1921 publicó su tesis doctoral, titulada Riesgo, incertidumbre y beneficio.

La idea de Frank era que, vía competencia, los precios se acercarían a los costos… incluyendo los riesgos (para los cuales se contratan seguros). En este contexto, el beneficio empresario sería la recompensa por enfrentar exitosamente la incertidumbre.

En la misma línea, en 1950 Armen Albert Alchian publicó una monografía titulada “Incertidumbre, evolución y teoría económica” (Journal of political economy, 58, junio), donde planteó un enfoque darwiniano a la supervivencia de las empresas.

¿Qué tiene que ver esto con Argentina 2014? Poco y nada, y no me estoy refiriendo a los empresarios “amigos del poder”, cuya fuente de ganancias no surge de satisfacer, en un contexto competitivo, a los demandantes.

Aludo al hecho de que, en Argentina 2014, las ganancias –o pérdidas- de las empresas tienen muy poco que ver con la incertidumbre propia de cualquier actividad (en ningún país del mundo los empresarios tienen “la demanda cautiva”, pero no en todos los países los empresarios viven con el “Jesús” en la boca, ignorando lo que les va a ocurrir en los próximos 10 minutos).

Según mi experiencia, los empresarios adoptan sus decisiones de precio, cantidad, nuevos productos, etc., según su leal saber y entender, y luego “cruzan los dedos” para que les vaya bien desde el punto de vista de los resultados. Piense, por ejemplo, en un compromiso de exportación, adoptado hoy en Argentina, en base a los tiempos que rigen en el resto del mundo. El denominado “costo argentino” no es ninguna fantasía: tiene que ver con la increíble cantidad de imponderables que separan la fábrica donde se elabora el producto, y las manos del demandante.

Mucho tiempo después de adoptada cada decisión el contador le dice al empresario qué ocurrió con las ganancias –o pérdidas- de la empresa. Y cuando se lo dice, éste ya está inmerso en nuevas decisiones (en un país donde la economía informal equivale a un tercio de la total, la información que surge de la contabilidad deja bastante que desear. Escuché decir, hace muchos años, que en Argentina las empresas chantas tienen 3 juegos de libros, y las serias…2).

Contexto enloquecedor… excepto para los más experimentados.

Nada de esto se parece a la imagen que se tiene del empresario, quien –más allá de sus pérfidas intenciones- tiene a su disposición suficiente información, como para jodernos la vida a cada uno de nosotros.

La profesión me llevó a convivir con ellos durante medio siglo. Por eso testimonio la operatoria que acabo de decir, y afirmo que la visión folklórica tiene muy poco que ver con la realidad.

Todo esto se relaciona con la idea del gobierno de introducir legislación tendiente a “regular” las ganancias de las empresas.

Si estoy en lo cierto –y lo estoy- la iniciativa calmará a los ideologizados, generará nuevo papeleo, pero no solucionará ningún problema. Al contrario, distraerá energías de funcionarios y de empresarios. Nueva manifestación de la distinción entre trabajar y estar ocupado.

¡Animo!

Fuente: Carta Política (Argentina)