“El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar.” Ernesto (Che) Guevara.

En la noche del viernes, en el término de tres horas, le dispararon un tiro al pecho al jefe de producción móvil de TN, balearon con fuego concentrado la casa del gobernador Bonfatti de Santa Fe y agredieron violentamente a Rosas, el ex gobernador radical del Chaco. Todos ellos son opositores al gobierno, por lo que podría exceptuarse de esta sospechosa coincidencia el accidente en el que quedó gravemente herido el gobernador de San Juan y en el que murió una diputada. Claro que, si consideramos que Gioja estaba mostrándose muy independiente y quizá mirando con simpatía a Massa, las cosas cambian. Podríamos agregar las piedras y tiros con que días atrás agredieron a Massa cuando efectuaba un acto de campaña en la Matanza.

Al estilo monto

Esto nos recuerda los meses previos al golpe de estado de 1976, cuando los atentados terroristas golpeaban duramente a la Nación Argentina. El Ministro de Defensa condenó en Rosario el atentado contra Bonfatti pero se olvidó que la organización a la que él perteneció -Montoneros- había hecho esto mismo con una frecuencia tal, que implicó una guerra, la Guerra Fría que fue caliente en Argentina.

Si es que existió una coordinación en la serie de hechos que mencionamos, cosa probable, por la coincidencia de día y hora, nos lleva esto al interrogante de quien podría haber sido y como control de cualquier hipótesis, quienes tienen el poder para llevarlo a cabo y cuál es el objetivo. Quedan pocas alternativas para sacar una conclusión.

Llama la atención que esto se produzca cuando la Presidente ha delegado su cargo por enfermedad y no se sabe bien quien conduce el gobierno. La lastima oculta cualquier responsabilidad, pero también podría ser la irresponsabilidad de algún funcionario con tradición terrorista, los ahora “viejos maravillosos”.

Amedrentar a la oposición o generar un caos

Sobran los ex terroristas en el gobierno de CFK y están en capacidad de efectuar los actos descriptos, pero también otros movimientos terroristas que el gobierno dejó crecer con la esperanza que fueran sus aliados. Obviamente que más de un opositor ya está asustado y en retirada, pero a menos que los subversivos avancen con los atentados y crímenes, no transmitirán el terror que impusieron en los 70s. Además ahora no tienen el aparato de la URSS para llevarlo, los dictadores de Cuba, Nicaragua, Ecuador no tienen tanto poder y en menor medida el de Irán y sus muchachos de la triple frontera, también tolerados por Dilma Rousseff.

Por empezar, el objetivo visible parece ser amedrentar a la oposición o a los desertores.

La cultura de la violencia

Lo cierto es que nos preocupa aunque no nos sorprendería, que los atentados de los 70s se actualicen en Argentina, dada la política de exaltación de la violencia y del terrorismo por parte de los gobiernos K y de las llamadas organizaciones de derechos humanos.

Se ha creado una cultura dura con la exaltación de los crímenes políticos. En Rosario la Municipalidad mantiene un Museo del Che Guevara y compró el departamento donde supuestamente nació el terrorista y compro por un preció exorbitante una mansión donde montó otro museo de la memoria terrorista. Por otra parte Obeid, cuando fue gobernador, se ocupo de montar un gran Museo de la Memoria terrorista en la ex Jefatura de Policía de Rosario. Rosario es un Museo de Terrorista y de bandas de narcotraficantes, con más de 179 asesinatos en lo que va del año.

La complicidad de los supuestos democráticos

Dirigentes de la UCR, como los dos Alfonsín, Stolbitzer, aprobaron toda la política de exaltación de la violencia terrorista. Lo mismo hicieron los de Proyecto Sur, como Pino Solanas, a la cabeza con su abrazo con Chávez y sus simpatías hacia Fidel Castro. Carrió, que votó contra el ingreso de Patti a la Cámara pero no impugnó a Dante Gullo (Jefe de una orga paramilitar, La Cámpora) y a otros diputados terroristas y no conforme con eso llevó diputados ex terroristas por su partido al congreso.

Lo peor sin embargo, son los programas de estudios oficiales, que le ensañan a los chicos la apología de la violencia, y las organizaciones para-gubernamentales que los incitan a tomar colegios en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde han llegado a intentar incendiar y profanar la Iglesia San Ignacio de Loyola, la más antigua de Buenos Aires. Lo peor con el apoyo de sus padres.

¿Puede sorprendernos que en este ambiente que se extiende a la Nación, esté resucitando la violencia política?

La expresión social de un régimen enfermo

No sabemos con precisión quiénes fueron los actores materiales de los atentados, pero en este ambiente que se ha creado desde la presidencia de Alfonsín y especialmente durante las presidencias Ks, no debe extrañarnos este resultado. Estos atentados son el producto de un régimen político que no es democrático, sino anarco-autoritario, donde los ciudadanos honestos no tienen derechos. Los derechos son sólo para los delincuentes, los corruptos, los narcotraficantes y los terroristas.

La declaración propuesta por Salvador Allende en la Organización Latinoamericana celebrada en La Habana en 1967, nos resume la estrategia en resumen. “El primer objetivo de la revolución popular en el continente es la toma del poder mediante la destrucción del aparato burocrático-militar del Estado y su reemplazo por el pueblo armado para cambiar el régimen social y económico existente […]. Dicho objetivo es sólo alcanzable a través de la lucha armada. Los hechos ocurridos demuestran que la guerra de guerrillas, como genuina expresión de la lucha armada popular, es el método más eficaz y la forma más adecuada para librar y desarrollar la guerra revolucionaria en la mayoría de nuestros países […]. El proceso violento hacia el comunismo es inevitable y exige la existencia del mando unificado político y militar como garantía de su éxito”.

Fuente: Informador Publico (Argentina)