Ala luz de los hechos y de las declaraciones, la Argentina ha cometido un gravísimo error pactando con el Estado terrorista de Irán para facilitarle el encubrimiento del atentado a la AMIA de 1994.

Los dichos del presidente electo de Irán, Hassan Rohani, calificando al Estado de Israel como “una herida que debe ser removida”, constituyen un nuevo golpe a los ingenuos que desde occidente sueñan siempre con rescatar señales de “moderación” desde un país totalitario que practica oficialmente el terrorismo desde hace 35 años.

El deseo de tratar con un Irán racional, integrado al concierto de las naciones pacíficas y civilizadas, no podrá ser logrado mientras el régimen gobernante sea conducido por ayatollahs como Khomeini o como el actual Ali Khamenei, quienes son los verdaderos dueños políticos de presidentes dependientes como el saliente Ahmadinejad o el entrante Rohani que, en estas materias, deben sí o sí seguir la línea destructiva establecida por los jerarcas de la revolución de 1979.

La agencia oficial de noticias iraní trató luego de minimizar, por razones políticas, las declaraciones contra la existencia de Israel emparejándolas con una aún peor, a cuyo efecto afirmó: “En nuestra región ha existido una herida en el cuerpo del mundo islámico bajo la sombra de la ocupación de la tierra santa de Palestina y de la amada Jerusalén”.

Estas frases que, emitidas desde Teherán, son cualquier cosa menos moderadas, están en perfecta concordancia con los planes shiítas iraníes en vigor y van en la dirección de los objetivos centrales de sus gobiernos que, respecto de Israel, consisten en encontrar la oportunidad para borrarla del mapa y eliminar a su población mediante su programa nuclear que no tiene sino por fin utilizar armas atómicas ofensivas contra ese país.

Es un grave error de las cancillerías de Washington, París y Londres estar constantemente en la búsqueda de cambios iraníes que no se producirán. No existen “incentivos” ni económicos ni políticos que logren que el gobierno de los ayatollahs modifique su postura porque ésta es la esencia de su mentalidad y de su ideología exterior.

La opinión pública debería también recordar siempre que el conflicto árabe-israelí en general e israelí-palestino en particular, se encuentra ya desde hace décadas en curso de su resolución pacífica, como lo muestran los tratados de Israel-Egipto de 1979, los de Israel-Palestina e Israel-Jordania de 1993-1994, la distensión con los países del Golfo y la actual reanudación de negociaciones en Washington entre Israel y el gobierno palestino de Ramallah para el logro de un acuerdo definitivo.

En este sentido, las amenazas de Irán, que nunca formó parte de tales controversias originadas entre 1936 y 1967, son una completa desubicación internacional y una agresión sin otro sentido que el destruir a Israel como fin político en sí mismo y no basado en ninguna realidad conflictiva objetiva de ninguna naturaleza.

Por el mero hecho de formular Irán esta clase de declaraciones y de organizar congresos en su capital que declaran que el holocausto fue un invento judío para justificar la existencia del moderno Israel (cuando en verdad Israel se empezó a recrear ya en 1880-1897 y no después de 1945), la Argentina debe cesar todo contacto con el régimen y seguir adelante persiguiendo a los terroristas de la AMIA. El gobierno kirchnerista tendrá en el futuro que rendir cuentas sobre el negocio existente detrás del oscuro e inútil acuerdo impuesto al Congreso argentino para sellar pactos de naturaleza fascista que están en el nivel moral de los celebrados por Chamberlain y por Molotov con la bestia nazi, antes del inicio de las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial.

Fuente:  La Prensa Popular (Argentina)