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Argentina

Argentina: Fondos Buitre: El fin de una altanería irresponsable – por Carlos Mira

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Lo primero fue el tono. La presidente parecía una gobernante conciliadora, imbuida de un estilo cordial. No por lo que decía sino por cómo lo decía. Independientemente del contenido de las palabras, la Sra. de Kirchner había dejado archivado en algún lugar bien seguro su narcisismo, sus reiteradas intenciones de aparecer como sabiéndolo todo y su postura soberbia de creerse imbuida de la Verdad.

Las altisonancias del pasado -que en gran medida explican la situación a la que llegó el país ante la justicia norteamericana (que es la competente para actuar en estos casos)- fueron reemplazadas por una imagen de carnero degollado que, adoptando la imagen de una víctima, primero le rogaba a Dios que ilumine al eventual Tribunal que deba resolver finalmente la cuestión y luego, bajándose de un caballo muy alto, abría un nuevo canje para los tenedores de deuda que no se habían plegado a los anteriores y ofrecía cambiar a jurisdicción local el pago de los próximos vencimientos a los que sí adhirieron.

Este giro no hace otra cosa más que explicar la enorme improvisación, desaprensión, desdén e ineptitud profesional con la que el gobierno manejó el problema de la deuda durante todos estos años, creyendo que podría desenvolverse en el exterior con la misma barbarie con la que se maneja internamente, floreando sus modos de arrabal y ejerciendo la prepotencia y la amenazada como estilo de “negociación”.

La civilización mundial bajó esos humos de un hondazo. De un día para el otro la presidente aprendió lo dura que puede ser la ley cuando quien tiene que aplicarla es inmune a los formatos del bajo fondo.

Pero esa larga historia de negaciones y representaciones escenográficas han llegado a su fin: el país se encuentra en el umbral de un problema que su altanería le impidió dimensionar en la medida de lo aconsejable.

La Argentina goza de una pésima reputación internacional. Por lo pronto tiene la peor imagen entre los países grandes y medianos y, desde ya, es muy mal visto en su calidad de integrante del G20.  Más allá de los números entregados por la presidente ayer, su nombre es sinónimo de desconfianza, desapego a la ley, falta de palabra y de un comportamiento asociado a la estafa y al incumplimiento.

El relato se coló de todos modos en el contenido de lo que la Sra. de Kirchner intentó explicar. En un momento la presidente dijo que en términos porcentuales del PBI el endeudamiento público externo del país era hoy de menos del 10%. Esa cifra es un engaño y creer en ella no hará otra cosa que empeorar el problema y hundirnos más en la no-solución.

Durante todos estos años bajo el verso del desendeudamiento lo que la Argentina ha hecho es cambiar unas deudas por otras. A tal punto que en 2003 el monto total de lo que se debía no superaba los 150.000 millones de dólares y hoy supera los 200 mil millones. Eso se debe a que muchos vencimientos fueron pagados con nuevos créditos que algunos organismos internacionales nos siguieron otorgando (básicamente el BID y el BM) y otros fueron pagados tomado fondos del BCRA, de la ANSES, del Banco Nación y hasta de la Lotería Nacional.

El Tesoro público está endeudado con ellos ahora. Ha empapelado las bóvedas de esos lugares con pagarés que muchos entienden que mas que “pagarés” son “pagadios”. EL BCRA tiene hoy patrimonio neto negativo por ese motivo: con sus fondos líquidos (que son su activo) no puede cubrir los pesos que circulan (que son su pasivo)

La propuesta de cambiar de jurisdicción el pago de los próximos vencimientos a los deudores que se plegaron a los canjes de 2005 y 2010 resulta, cuando menos, muy complicada. La jugada tiene como objetivo eludir el default técnico del país cuando, al hacer un pago en jurisdicción extranjera, la mitad de ese pago sea embargado a favor de los holdouts por disposición del fallo de anteayer. La pregunta aquí es ¿quién querrá cambiar su domicilio de pago al de la Caja de Valores de Buenos Aires cuando en la Argentina rige un férreo control de cambios que impide la salida de divisas del país? Y si la ley va a generar un privilegio a favor de los tenedores de bonos del canje para que puedan cobrar aquí y sacar su dinero de la Argentina, ¿no se habría conformado el caso típico de desigualdad ante la ley que prevé el artículo 16 de la Constitución?, ¿por qué esos bonistas podrán sacar sus dólares y los otros argentinos no? Un verdadero zafarrancho. Se trata de una obra macabra de parches y contradicciones.

El país se envolvió en una soberbia sin límites cuando le anunció al mundo que sancionaba la “Ley Cerrojo” por la cual conminaba a los deudores estafados a aceptar lo que el estafador proponía y a hacerlo ya, sin futuras posibilidades de “reaperturas”.  Ya tuvo que bajarse de esa estatua en 2010 cuando “por única vez” suscribió nuevos bonos para los que quisieran reemplazar por ellos su deuda defaulteada en 2001. Cuando alcanzó el 93% de aceptación dijo “ahora sí, nunca más abra un canje”. Esa otra altanería terminó ayer.

¿No habría sido más sencillo abandonar aquellos envalentonamientos antes?,

¿Si la presidente pudo probar que conoce el arte de la oratoria tranquila no era mejor abandonar las lanzas del Quijote cuando el mundo podría haberle tendido una mano?

El gobierno de la Sra. de Kirchner tiene flancos abiertos en cuanto horizonte se busque. No le pagó al Club de París, después de mil amagues, habla pestes de la comunidad financiera internacional y trasmite un constante clima de rebelión contra el sistema que el mundo organizó para financiar el crecimiento. Permanentemente se ha puesto en el lugar de un maestro, frustrado portador del copyright de un modo diferente de hacer las cosas. Ha tratado al mundo de estúpido y creyó ser el dueño de una nueva originalidad para crecer. La fórmula del genio Néstor no era “pagar para crecer” sino “crecer para pagar”.

Pero esas palabras fueron solo una cáscara. La Argentina siguió endeudándose sin admitirlo y hoy tenemos un estancamiento del PBI per cápita si lo medimos como corresponde por el tipo de cambio libre y un crecimiento de la deuda por habitante. Este es el fondo del problema: el fracaso de un modelo escenográfico que convenció a media Argentina de una mentira disfuncional.

Ahora la consigna del gobierno es ganar tiempo. Hay dos horizontes en el futuro. Por alguna cláusula de los canjes anteriores si la Argentina logra llegar a diciembre de 2014 sin concederle a los holdouts condiciones más ventajosas que a los bonistas del canje, estos no podrán reclamarle nada al país si éste reconoce esas ventajas después de esa fecha. Ese es un horizonte. El otro es el cambio de gobierno: apostar a que esta combinación de bombas le estalle a otro.

Mientras tanto, todo será un poco más difícil para los pobres argentinos. El mercado libre de cambios puede ponerse nervioso. Eso puede acelerar el ritmo de los precios y eso pegar directamente en los bolsillos del hombre de a pie. A veces la épica revolucionaria centra su visión en bronces estúpidos que, además de ser generalmente falsos y ocultar operaciones para quedarse con todo, simplemente olvidan al ciudadano común. Es la trágica historia del verso socialista: “ama a la humanidad, pero odia a los hombres”.

Fuente: Carlos Mira (Argentina)

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