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Argentina

Argentina: El mercader de Venecia: Fidel, Cristina, Maduro – por Anton Barreneche

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mercader-de-veneciaEsta obra de Shakespeare plantea el valor de la palabra empeñada en una sociedad civilizada. Contratos celebrados voluntariamente. Ciudadanos de la República de Venecia que gozan de una Justicia que vela por derechos individuales absolutos. Al Pacino demandando Justicia. Al Pacino sabiéndose ciudadano exige a la justicia que vele por sus derechos , que haga cumplir el contrato.

Pensar en una República es pensar en una Justicia que apuntale al ciudadano y sus derechos individuales absolutos. Es lo que propone Shylock en esta obra de 1600. Otro experimento que intentemos practicar es jugar a una arrogante ingeniería social que termina convalidando abstracciones como “el bien común” y una vez que esto fué aceptado, ya no podemos hablar de República sino de Democracias Sociales. Buenas intenciones, pero cada vez más cerca del precipicio.

Derechos individuales vs Derechos sociales. Una disyuntiva que ya tiene más de 4 siglos, según vemos en el Mercader de Venecia. Shylock vs Antonio. Tras la caída del muro de Berlín, los colectivistas se reagruparon. Chavez recreó el nuevo sueño de derechos sociales. Es emocional: democracia socialista, Marti, Artigas, Bolívar, Sandino, Che Guevara, Kirchner ( el difunto, no la sobreviviente) son las deidades del nuevo misticismo. Son nombrados con emoción, entrando al cerebro colectivo. Se mezcla dentro de este altar: relativismo, indigenismo , postmodernismo. Todo suma a esta cruzada donde hay más revanchismo que razones. Todo edulcorado por el combustible que alimenta a los que demandan derechos sociales: la envidia. No la sana envidia que empuja a mejorar, sino la envidia resentida que paraliza el razonamiento y demanda todo del Estado.

Como ciudadanos de una Republica que alguna vez fuimos, como habitantes de la Democracia Social que somos, se nos plantea una pregunta: ¿Que hacer? Tal vez el camino que no debimos haber abandonado jamás: defender el “Rule of Law” filosóficamente, entender la importancia de los derechos individuales absolutos éticamente.

No solo defensa económica que es un error que hemos aprendido de décadas pasadas, sino defensa moral. Cualquier oportunidad es buena: hasta el almuerzo familiar donde deberemos explicar al joven sobrino socialista que no tienen el monopolio de la ética. Razones. No todo es envidia en la vida. Las ideas importan. También hay logros. No todo es acomodarse y vivir de la teta del Estado. También hay sueños personales.

Los progres se han apoderado de la ética pues no tienen a nadie que defienda las ideas capitalistas, que son simplemente ideas lógicas: “- Mi vida es mi vida, tu vida es tu vida. Lo mío es mío, lo tuyo es tuyo. Lo que yo produzco, lo vendo a quien quiera… No me des consejos, como yo no te doy consejos. Respétame… De la misma manera que yo te respeto. No me des consejos envidiosos o me obligaras a que yo también te aconseje..!”

Los nuevos progres atacan a los ricos porque entienden con razón que estos ricos se enriquecieron aprovechando los vínculos con el Estado. Y en muchos casos tienen razón. La manera moral de hacerse rico es separar la economía del Estado. Separar la educación del estado. Todo debe estar separado del estado. El estado solo debiera hacerse cargo de la Defensa Exterior, del poder de policía interno, de la justicia que avale los derechos individuales (no como en la Democracia Social Argentina , donde la Suprema Corte de Justicia seguramente avaló a los saqueadores que saquearon los aportes jubilatorios privados de los trabajadores).

Pensemos en nuestros hijos y nietos : Estudiaron en Escuelas Estatales Publicas Compulsivas, sus cerebros fueron limados por seños que le enseñan todo lo necesario para vivir en una Democracia Social Argentina sin trabajar.

Si no hacemos el esfuerzo, si no intentamos explicarle como cada ser humano debe aprender a manejar la realidad para sobrevivir sin ejercer violencia contra los demás , estos inocentes serán dentro de unos años los esclavos que votarán nuevos tiranos buenos, con enormes sonrisas que les concederán derechos insatisfechos. Intentarán, una vez más, otra generación más, cumplir con el sueño argentino: ser amigos de algún político poderoso, estar en planta permanente, vivir de arriba. Por eso estudiar el film “El Mercader de Venecia” es tan importante. Nos alerta como una buena obra de arte, a no dejar de respetar los derechos individuales jamás.

Fuente: La Gazeta de Concordia (Argentina)

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