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Argentina

Argentina: A los tibios los vomita Dios – por María Zaldivar

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MariaZaldivarY pasaron las PASO. Sólo fueron una sorpresa para los sordos, ciegos y necios que, en este país, son milllones. Quienes aceptamos la realidad sabíamos:

1) que Massa ganaba por varios puntos la provincia de Buenos Aires.
2) que el frente  liderado por la dupla Carrió-Solanas relegaba al PRO al 2do puesto en Capital.
3) que el oficialismo K iba a hacerse el oso insistiendo con el relato de ser la fuerza más votada a nivel nacional como manera de disimular el tropezón.
4) que el PRO iba a tergiversar el resultado para definirse como ganador del distrito.
5) que a partir del domingo 11 la oposición al gobierno central tiene cara.
6) que el PRO tiene un competidor en la ciudad.
7) que suenan tambores fúnebres para el kirchnerismo y el macrismo.

Cuando se me ocurrió comparar los dos oficialismos en el poder, la tropa proísta me saltó directo a la yugular. Que cómo los podía comparar, que en el PRO son todos buenos y en el kirchnerismo todos malos (esa última parte es cierta), que la gestión de Macri es muy superior a la del gobierno central, y que unos son democráticos y los otros no. Este argumento se me hizo difícil de procesar porque no podía esclarecer cuál era cuál según las opiniones vertidas.

En ninguno de los dos hay elecciones internas, los candidatos se eligen a dedo; en ambos hay una mesa chica de amigos de toda la vida que deciden hasta los detalles; ninguno tiene órganos partidarios lo que implica que ambos carecen de debate interno, nombran a los amigos, y a los amigos de los amigos, y a las mujeres y/o maridos de los amigos; la política de comunicación responde a una disciplina partidaria que se maneja desde la cúspide del poder con férreo verticalismo.

En el mismo momento que los “operadores” políticos del  PRO estén festejando en octubre lo que sea que festejen, estarán perdiendo la personería jurídica en el distrito clave del país: la provincia de Buenos Aires. Si lo sé yo estimo que también los “armadores” pero, por el modo en que ignoran el hecho, parecería que se tratase de un tema menor.  Entre las casualidades/paralelismos, al PJ le estaría pasando lo mismo.

En capital festejaron ser los candidatos más votados y reinterpretaron el concepto de las PASO a su favor. Insinuaron como una cualidad llevar lista única, lo que “tenía menos gracia” que, sin nombrarlos, la oferta de UNEN. No se hicieron cargo, como no se hizo cargo el kirchnerismo y el resto de los peronismos, que estaban burlándose del espíritu de esa votación. Todos ellos llamaron a la gente a elegir candidatos que ya habían sido elegidos a dedo en el café de la esquina. Y, en el caso del PRO, lo del “café de la esquina” es literal porque, a menos que usen las oficinas públicas que ocupan en el gobierno de la Ciudad para dirimir temas partidarios, carecen de local propio para tales fines. El PRO, un partido que aspira a alcanzar la presidencia de la Nación en dos años, nunca tuvo un espacio físico propio. Esto implica que tampoco hay convenciones partidarias, ni convencionales, o sea debate entre dirigentes.

Hasta el PJ tuvo siempre sede partidaria antes de la diáspora. Sólo el kirchnerismo alteró esa costumbre.

Estos diez años de administración K han hecho daño a granel. No sólo en la economía, en la educación, en la salud y en la convivencia. Han herido seriamente los mecanismos de entendimiento general. La justicia, para empezar, pero también han degradado la política para perjuicio de la sociedad y beneficio de los aparatos partidarios. Porque los partidos sirven para que los interesados en la cosa pública hicieran escuela en esos ámbitos. El kirchnerismo legitimó el enquistamiento de un puñado de “taitas” que deciden a dedo la “carrera política” de los ungidos que van a cubrir los más diversos cargos; luego circulan con toda comodidad del Ejecutivo a los legislativos o a organismos varios que si no están, se crean.  Y ahora eso mismo lo hacen todos. Y los que no lo hacen y se someten a una interna abierta, lucen como debilitados frente a los de boleta única. Ironías de un sistema perverso que trabaja a favor del afianzamiento de la corporación política.

Es difícil recordar una renovación de figuras en el PRO. El que llega no se va más. A menos que se meta en una interna de jerarcas, la pierda y resulte el fusible, pasa de un puesto a otro, de un puesto a otro, de un puesto a otro.

Entonces, cuando los proístas nos entusiasman por televisión y mirando a cámara nos alientan a participar ¿cómo sería si uno no tiene la suerte de conocer a ninguno de los tres o cuatro mandamás? ¿Cómo se milita en el PRO? ¿Cómo se escala posiciones?

La única militancia que registro en mi haber es dentro de las filas de la UCedé. Allí discutíamos, presenciábamos y/o participábamos de las asambleas y de las decisiones; nos postulábamos, perdíamos, ganábamos y luego se integraban las listas tras escuchar la opinión de los afiliados. Y bien recuerdo el entusiasmo que provocó el nacimiento del PRO como alternativa partidaria en mucha gente valiosa que se había quedado sin refente político ni espacio donde volcar su necesidad de participación pública tras el desmembramiento ucedeísta.

Pero el PRO no los quiso. Parece que los liberales eran piantavotos. Fueron absolutamente eficaces cerrando filas con los peronistas para evitar filtraciones. Y cuando se es liberal, se aceptan las decisiones ajenas. El partido lo armaron ellos (nos olvidamos de la temprana afiliación de Mauricio Macri a la UCeDé) y se fueron a casa. Pero… ¡Lo que es la vida! diría mi abuela. Es exactamente lo que hoy les hace Sergio Massa a ellos. No los quiere en la foto. En los próximos tiempos veremos cómo reacciona el peronismo travestido que engrosa las filas del PRO frente al desaire. ¿Aceptarán las reglas del juego (no se puede ganar siempre) o fugarán apaciblemente a las fuentes peronistas del Frente Renovador?

¿Vaciarán el “espacio” que con tanto orgullo suele describir Michetti como “plural” y que algunos analistas preferimos llamar “rejunte” ideológico?

Hace tres años, en “Peronismo Demoliciones” expuse la debilidad que le provocaba al macrismo su dependencia del peronismo de capital. Me gustaría que el tiempo no me diera la razón y que no haya servido a los impresentables de la década anterior para sobrevivir hasta el momento de reaparecer. Y que el tiempo de salir a flote no sea ahora.

Pero si así fuera, el PRO tendría los días contados. Exactamente algo menos de 900. Cierto es que un partido sin sede, sin internas y anoréxico de dirigentes, porque en diez años no fue capaz (o no quiso) construir figuras propias, no resulta serio apuntando a administrar el país.  Sabidos son sus atadísimos vínculos al mundo futbolero pero sería una posibilidad febril llenar las listas y los despachos de mediocampistas, réferis y algún que otro barra. Los años que vienen exigen de una destreza y una capacitación que no se aprenden ni en la cancha ni en el escenario con lo cual, artistas también abstenerse. Ya sé. Lo que buscó el PRO en esos sectores no fue expertiz sino popularidad pero dado el desastre que va a dejar el kirchnerismo como legado, con la popularidad no va a alcanzar para recomponer la Argentina.

No se enojen con el diagnóstico los bienintencionados seguidores del PRO. No es con ustedes. No maten al mensajero. No invento la realidad, apenas la describo y como el fin de la política es modificar la realidad, bien le podrían reclamar a sus dirigentes partidarios que empezaran de una buena vez. Si abandonan ese tic de club de amigos que abrazaron en sus inicios, todavía estarían a tiempo de sobrevivir para bien propio y de la sociedad, pedido que ni siquiera vale la pena hacerle al kirchnerismo porque ha dado incontables ejemplos de negarse a abandonar la tosudez. La endogamia fue su cuna y quizá sea su tumba. Dios lo quiera.

Es más, podrían aprender del kirchnerismo lo que no hay que hacer. Tendrían que mejorar la puntería y luchar contra el verdadero adversario, el único, que es la dictadura K en lugar de dejarse enredar por los consejos de un vendedor de humo profesional. ¿Qué dirigente serio puede seguir los consejos de un individuo que se tiñe las canas?  Pues él los alienta a ir contra Carrió para no hacerse cargo de que perdieron en el distrito que administran por las debilidades propias.

La gestión del jefe de gobierno conserva un alto nivel de adhesión de modo que la lectura del resultado de las PASO es muy clara: fallaron los candidatos. La gente sigue reconociendo positiva la administración actual de la ciudad pero, a ver si lo decimos más claro: los candidatos no alcanzan las expectativas; unos por conocidos y los otros por lo contrario. Los porteños votaron convencidos a Gabriela Michetti como vicejefa de gobierno; algo menos convencidos como diputada y mucho menos convencidos ahora, para senadora. Bien podría la candidata hacer introspección y preguntarse el por qué de la merma. Un proceso similar fue el de Bergman, muy locuaz y verborrágico hasta que alcanzó un cargo público. Lo escondieron a Santilli, un candidato con buena imagen y reconocimiento a su gestión, por sus problemas personales;  como si nadie tuviera conflictos familiares y fuese un bochorno divorciarse.

El resto de la boleta es más de lo mismo. Majdalani, una peronista recalcitrante que se la vio bailar frenéticamente el domingo calculando que si las cosas se replican el 27 renueva su deslucida banca. En fin, ahí, en su propia lista está la debilidad del PRO y la estrategia de cargar contra los que le ganaron es muy K: la culpa siempre está afuera. Y en esa estrategia los porteños corremos el riesgo de permitir que se nos cuele Daniel Filmus en el Senado. ¿Será que el PRO realmente lo prefiere a un representante de la oposición? La conformación del próximo Senado es de una importancia crucial y nadie bien nacido tiene derecho a hacernos correr el riesgo de darle sobrevida al kirchnerismo y menos por camorras personales.

Carrió no se cansa de festejar que entre UNEN y PRO se queden los tres senadores por la capital mientras el PRO hace campaña contra ella. No sea cosa que los porteños rechacen tamaña mezquindad y en octubre les vaya peor que en agosto.

Insisto con las aternativas. No reniego de la dificultad que tenemos los defensores de la república de empujar la candidatura de un admirador de las dictaduras de izquierda pero hay que rescatar que Pino es una garantía contra la re reelección y el avasallamiento del poder judicial. Por si los bailarines del PRO no están enterados, el gobierno está cocinando una gravísima modificación a la ley que rige la conformación de la Suprema Corte de Justicia y para empujarla necesitan Filmus sentados en el Senado. El 27 de octubre es Solanas o es Filmus. Sería fantástico que el PRO, absolutamente verticalista en temas de comunicación por lo que es imposible arrancarle una declaración espontánea a ningún dirigente, respondiera a quién prefiere sentado al lado de Michetti. Los porteños merecemos saberlo.

Durán Barba acaba de decir una verdad de Perogrullo: “La estrella de esta elección es Massa”. Y si, lo es. Pero lo es porque su oferta despertó una expectativa, una ilusión de cambio en la gente, lo mismo que generó el PRO en sus inicios y que fue perdiendo al paso del tiempo.

Sergio Massa es la contrafigura del oficialismo. La especulación general apostaba a que esa cara surgiera del sindicalismo. Si a Ud no le termina de cerrar el intendente de Tigre, póngase contento: Gracias a Dios Moyano no se animó a abandonar el barco K antes de las elecciones de 2011 mientras todavía era fuerte porque de ser así, el presidenciable 2015 no sería Massa sino Moyano.

La falta de “timing” o de agallas del camionero y de Daniel Scioli les impidió aprovechar su momento de mayor fortaleza, simultáneo al de mayor deblidad K, para cruzarse de vereda. Ambos tenían la oportunidad servida en bandeja en 2011 cuando Cristina buscaba su reelección. El apoyo al “modelo” de este par de mercenarios decidió nuestra (mala) suerte por los siguientes cuatro años más las consecuencias, que arrastraremos por muchos más de cuatro.

La situación del país es tan delicada que no hay margen para mariconadas. Hay que apoyar a quienes se sientan con fuerza y con coraje para señalar al kirchnerismo como la peste misma y, hasta ahora, esos son Carrió y Sergio Massa.

Fuente: La Prensa Popular (Argentina)

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