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Latin America

Opinion: El incierto futuro de la libertad de prensa – por Rev. Martín N. Añorga

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La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en su más reciente asamblea semestral colocó en la llamada “lista negra” de países que clausuran la libertad de prensa a México, por los ataques criminales que reiteradamente se han ejecutado contra periodistas que denuncian el terrible problema nacional del narcotráfico, y menciona a Argentina, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Nicaragua y Cuba como naciones en las que los gobernantes de turno, casi todos instalados en la categoría de tiranos, suprimen la libre expresión del pensamiento.

En el pasado la SIP, y en este trabajo vamos a seguir usando esta sigla, era una institución interamericana respetada y con determinada autoridad para denunciar los desafueros que en algunas ocasiones se cometían contra la prensa. Sin embargo, a partir del año 1959, cuando Fidel Castro asumió el poder totalitario en Cuba y posteriormente clausuró arbitrariamente todos los medios de difusión pública, la SIP ha sido objeto de reiteradas campañas ofensivas de abusivo descrédito. Es oportuno aclarar, aunque sea polémica esta manera de ver las cosas, que los déspotas no son los únicos responsables de la coerción sobre el pueblo, porque en toda sociedad hay individuos que se suman dócilmente al carro del vencedor sin calcular el destino al que les conducen. En Cuba, por ejemplo, ante la figura de Fidel Castro muchas empresas dedicadas a la difusión libre del pensamiento claudicaron, antes de que finalmente se les convirtiera en víctimas, decidiendo participar de una alianza que se identificó con la sigla de FIEL (Federación Independiente de Emisoras Libres). ¡Prestaron sus micrófonos y cámaras antes de que se las robaran!

Lo más reciente ha ocurrido en Ecuador, donde el díscolo “presidente” Rafael Correa, altanero e insolente, manejó a su sometido poder judicial para humillar con condenas de encarcelamiento y multas onerosas a los propietarios del diario El Universo, bajo el absurdo pretexto de que le habían faltado el respeto a su jerarquía. No conocemos el precedente de que un mandatario haya impuesto una demanda de satisfacción monetaria en contra de una entidad informativa pública, acusándola de calumnia nociva a su personalidad. La demanda ha sido por 80 millones, pero la Corte solamente accedió a una compensación de cuarenta, y el desafiante y adónico presidente ha interpuesto una apelación exigiendo que se le complete la cantidad inicialmente sugerida, Cuando Gonzalo Marroquín, actual presidente de la SIP calificó este acto como “un grave zarpazo a la libertad de información”, fue tratado de forma irrespetuosa y verbalmente agresiva por parte del mandatario socialista que actúa como si fuera el “rey” inapelable de la empobrecida nación suramericana.

El presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP, Robert Rivart, refiriéndose a la injusticia cometida por el opresivo régimen arraigado en Ecuador en contra de un diario que simplemente se adhirió a su derecho de la denuncia, dijo que “hoy es un día negro en la historia de la prensa de Ecuador y de las Américas”. La adecuada posición adoptada por la SIP desató la arrogancia del aprendiz de dictador, Rafael Correa, quien se negó a recibir a dignatarios de la importante institución, dirigiéndole todo tipo de improperios.

Hoy día, ya envejecido el régimen tiránico de Cuba, es Venezuela el país desde el que se imparten las órdenes y el mal ejemplo que pretenden disolver la influencia de la SIP. Hugo Chávez aprendió la lección castrista de imponer a todos los medios de comunicación que se coloquen en cadena para difundir sus peroratas cargadas de insolencias, profanidades y amenazas bélicas, tomando abierta ventaja de la oposición, y criticando a la SIP, haciendo creer a los incautos que se trata de un instrumento de los propietarios millonarios de los medios de difusión pública para defender sus intereses.

En Bolivia el cínico “presidente” Evo Morales ha exigido a las cámaras legislativas que aprueben leyes que califiquen como delito grave la crítica al gobierno y las decisiones que tome. Sin una prensa que señale errores, arbitrariedades, injusticias y corrupciones el pueblo queda a merced de sus manipuladores; pero basados en la “conveniente” tesis de que “es una injerencia el que un gobierno intervenga en los problemas o intereses de otro”, los presidentes y asambleas legislativas de los países que se auto catalogan como democráticos guardan silencio ante las agresiones contra la libertad de expresión pública del pensamiento. La SIP, que aunque carece de poder judicial y ejecutivo, desafía a los detractores de la libertad exponiendo y promoviendo un concepto firme y probado de la independencia informativa. No aplica sanciones, que no puede, pero si promueve la ética, la honradez y el respeto a los principios básicos de la libertad de la prensa.

“La mancha del crimen organizado, tanto de las bandas de narco -reitera una declaración de la SIP- como de grupos guerrilleros y paramilitares, se está expandiendo en países como Brasil, Colombia, Paraguay y Perú y las naciones de Centroamérica donde las continuas amenazas preferidas contra periodistas levantan el riesgo de que se imponga la autocensura”. Al mismo tiempo la organización ha publicado que en países como Estados Unidos, El Salvador, Nicaragua, Paraguay, Chile, Perú, Jamaica, Brasil, Uruguay y Canadá se han aprobado sentencias, leyes y proyectos que afectan la libertad de expresión. Es claro que la SIP no es una entidad afiliada a ninguna tendencia política, como quieren hacer ver dictadores como los hermanos Castro y el histriónico Chávez, sino que es una organización equitativa y justiciera que mantiene en alto la voz que muchos cobardemente callan.

Hoy día no tan solo la presión contra la libertad proviene de dictadores, sino que también han asumido esa sucia responsabilidad los mercaderes de la droga, que con millones mal habidos compran las conciencias frágiles de dignidad e intimidan con el crimen y el secuestro a los que se atrevan a la denuncia y a la divulgación. La SIP lleva cuidadosamente un registro de los periodistas asesinados y reserva para ellos celebraciones de honor. Es lamentable que una profesión que en el pasado era respetada, dignificada y eficiente se haya convertido en un riesgo intolerable en varios países del mundo.

Estimamos que los dignatarios demócratas y los medios formativos e informativos que se desenvuelven en ámbitos de libertad tienen que asumir la tarea de respaldar a la SIP, dando a conocer su historial, su importancia y sus objetivos. No basta con decir que “somos miembros de la SIP”, es necesario que en estos tiempos en que se ve amenazada la libertad de expresión en el continente americano seamos combatientes y nos alistemos en la lucha por defender a quienes nos defienden la libertad que muchos quisieran arrebatarnos.

La Asociación Interamericana de Prensa, como hemos tratado de exponer, confronta uno de los más arduos períodos de su historia; pero no cede en sus esfuerzos ni declina sus obligaciones. Actualmente la SIP está compuesta por 1,300 publicaciones afiliadas, con un total de circulación sobre los 43 millones de ejemplares en papel y un número creciente de lectores por internet. Nuestro querido DIARIO LAS AMERICAS, tal como lo anuncia en su página frontal junto al logo de la organización, es miembro de la SIP, y no tan solo eso, sino que le ha aportado el prestigio de dos presidentes, valores del periodismo limpio y puro, como son sin duda alguna el Dr. Horacio Aguirre, y su hijo, Dr. Alejandro Aguirre, voces que no hay poder que silencien.

Creemos que la SIP merece y necesita el apoyo de los periodistas libres y honrados de América. Es el único instrumento confiable para combatir a las dictaduras que devoran la libertad y a las turbas mafiosas que le cercenan el cuello a la expresión de la verdad.

Fuente: Diario Las Americas

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