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Cuba

Cuba no es libre – por Carolina Barros

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Es la bloguera más famosa de Cuba. Su voz, disidente, es la que más dolores de cabeza le trajo al régimen. Sus artículos, valientes, reveladores, le merecieron premios periodísticos, como el María Moors Cabot y el Ortega y Gasset. Sus palabras se multiplican en la web. Por eso, largas horas de conversación ininterrumpida conYoani Sánchez bajo las estrellas de enero en La Habana se deslizan en un instante y no pueden resultar sino en una disección racional de este momento de cambios en Cuba. ¿Hasta dónde llegará la «apertura» de la isla? ¿Se abren, realmente, hendijas de libertad? ¿Cuánto y cómo siguen controlando los Castro la cotidianidad de los cubanos?

«Cuba está entrando en un proceso de atrevimiento», sentencia Yoani, quien se confiesa optimista «por más que», dice, «ser optimista en la Cuba de 2011 es un acto contestatario, de rebeldía». Es que los pronósticos que vienen desde el poder no son, precisamente, positivos. Desde 2008 que el mismo Raúl Castro insiste en que vendrán tiempos más difíciles. Esos tiempos ya llegaron: en los próximos meses, en la búsqueda por encoger al Estado paquidérmico, 1,5 millón de empleados estatales quedará en la calle, y la libreta de racionamiento, con productos básicos subsidiados, va camino a la extinción.

Menos miedo

«A pesar de las proyecciones catastróficas para la economía, soy optimista respecto del proceso lento e irreversible en el interior de los cubanos, en el que la crítica ciudadana irá en aumento, habrá menos miedo, sentirán que la máscara es cada vez más innecesaria y que ya no se traduce en privilegios y subsidios», explica. Yoani confía en que se restablezcan los vínculos, que se tiendan de nuevo los puentes entre cubanos, «dinamitados mediante el miedo, la paranoia, la desconfianza a que el otro sea o un agente de la Seguridad del Estado o un infiltrado de la CIA». Pone sus esperanzas en la tecnología, que «dará nuevas plataformas para lanzar nuestra voz, primero al mundo, y después, por rebote, hacia el interior de la isla». «Porque lamentablemente», agrega, «aunque el monopolio estatal de la información está resquebrajado, todavía conserva el poder y aprieta con la censura».

Y eso de la censura está a la vista. No sólo por los tres diarios escuálidos que circulan (Granma,Juventud RebeldeTribuna de La Habana), salidos todos de las imprentas castristas, sino por el acceso a internet. Lentísimo. Amputado. Y reservado para los «privilegiados» del Gobierno y los hoteles: el cubano común que quiera conectarse a la web tiene que pagar entre u$s 8 y u$s 10 la hora, cuando el salario promedio es de u$s 25.Las cinco señales de TV, mientras tanto, parecen inspiradas en «La invención de Morel». Repiten, de manera circular, material referido a la Revolución.

La restricción forma parte, también, del día a día de Yoani. Se sabe escuchada, se sabe «caminada».«Sólo di lo indispensable cuando hablemos por teléfono», me previno. «No des nombres», remarcó. Así, resulta obvio preguntarle, frente a frente, cómo convive con las tenazas a la expresión y al disenso. «La represión cambió de estilo», dice. «Si antes existía la amenaza de que te detuvieran y te llevaran a juicio y una sentencia de diez años en la cárcel, eso disminuyó ostensiblemente gracias a las nuevas tecnologías», explica. «Cuidan mucho de que no aparezca la imagen de un militar, con su uniforme, para no mostrar al mundo las verdaderas huellas de la represión; buscan que todo quede entre las palabras de la víctima y las palabras de ellos», explica.

En febrero del año pasado, Yoani Sánchez fue detenida cuando se dirigía al velorio de Orlando Tamayo Zapata (disidente preso que murió después de una larga huelga de hambre). Mientras la interrogaban, su celular -confiscado- grababa las órdenes y conversaciones de la Policía; ese audio, con pruebas, fue posteado luego en la web.

«Hay orden de no golpearme ni apresarme», aclara, «pero reforzaron la campaña de difamación y aislamiento hacia mí». Ámbito Financiero fue testigo de cómo Yoani pregunta si su presencia resulta comprometedora para el dueño y los parroquianos cada vez que ingresa a un sitio público, tales como una confitería o un «paladar», restorán de iniciativa privada.

«Existen diferencias ostensibles entre la Policía de uniforme y la policía política, «secreta, vestida de civil paisano», prosigue. «Mientras que la policía política hace detenciones arbitrarias, ilegales e intimidatorias, la uniformada (que se ocupa de la delincuencia y criminalidad) fue distanciándose del tema político: no por una orden de arriba, sino porque no quieren quedar asociados con la represión», agrega. Muchas veces, dice Yoani, cuando «la de paisano» lleva a un disidente a la estación de Policía, los uniformados alegan no tener nada que ver. «Es una posición de oportunismo de cara al futuro», explica, para agregar que con Raúl Castro, la policía política, y sobre todo, la Sección 21 de la Seguridad del Estado, que se ocupa de los disidentes e inconformes, «alcanzó su punto climático, porque Raúl controla desde la militarización y no desde el micrófono y la tribuna, como hacía Fidel».

Internet

¿Y cuál es el mayor temor del régimen? «Los ciudadanos como yo, emponderados por la información y por la palabra», contesta. Yoani reinvierte la mayor parte de sus ingresos en un lujo de aquellos en Cuba: horas de internet en los business centers de los hoteles. Es también el sostén económico de varios otros blogueros y de proyectos de revistas. «Están acostumbrados a gobernar sobre indigentes informativos y materiales, están acostumbrados a que los que se sienten incómodos se vayan, a que los críticos emigren, a empujar fuera de Cuba a todo aquello que los molesta», dice. «Ellos (los Castro) no me gustan, tampoco su partido ni su ideología, pero yo no me quiero ir de Cuba», postula. No le faltó oportunidad: durante dos años estudió informática en Suiza y eligió volver.

Casada con Reinaldo Escobar, periodista disidente, y madre de un adolescente, Yoani ya es otra «marca» cubana que se agrega al ron y a José Martí, los habanos y lo real maravilloso de Alejo Carpentier, el Granma y los Castro. «Más me quiero quedar, más elijo seguir en mi Cuba, mayor será la agresividad de ellos», dice Yoani Sánchez. ¿Si tiene agallas? Por algo la revista Time la incluyó entre las 100 personas más influyentes del mundo en la categoría «Héroes y pioneros».

Nota: Dos días después de entrevistarse con Yoani Sánchez, esta periodista y su acompañante recibimos, en el hotel que nos hospedábamos, la inesperada visita de un teniente coronel en uniforme (con las insignias del Ministerio de Interior) y de un policía político de civil. Ambos se presentaron sin dar sus apellidos: Esteban y Roberto. Venían, según dijeron, a constatar si nuestras visas de turista estaban en regla. Durante 45 minutos, fuimos interrogados por los dos representantes del Gobierno cubano acerca de a quiénes habíamos contactado en nuestra estadía en La Habana. Mientras, repasaban una y otra vez las páginas y sellos de nuestros pasaportes (para «cultura general», explicó con ironía el que no llevaba uniforme).

«Ella (por Yoani) es una opositora al Gobierno, que miente sobre la realidad de Cuba», nos dijeron. «Estamos en un país libre (sic)», agregó el policía de civil, «y queremos que esto sea una alerta para ustedes, para el resto de su estadía en Cuba y para que, como turistas, no se dejen utilizar por la oposición». Clarísima admonición.

Habían visto todo: nuestro encuentro con Yoani y su marido a las 6 de la tarde -convenido horas antes por teléfono, intervenido sin lugar a dudas- en una confitería del barrio Miramar. Nos habían seguido hacia un «paladar» de la zona, luego de que en la confitería nos molestasen los ojos escrutadores de un «enviado especial», que se sentó frente a nuestra mesa minutos antes de que llegasen nuestros amigos cubanos. Nos habían tomado fotos sin disimulo alguno. Sin embargo, durante el interrogatorio en el hotel, la omnipresencia del Estado inquisidor (y la reputada eficiencia de los servicios cubanos) mostró una grieta. O preocupación: ¿qué libro le habíamos entregado a Yoani Sánchez? Para un régimen que lleva un extenso «index» de lecturas prohibidas, un ejemplar de poemas exquisitos como el que recibió Yoani aquella noche puede ser, parece, desestabilizador. Confirma, también, la política de aislamiento dirigida hacia ella.

¿Cuba libre, chico? Por ahora, sigue siendo solamente un (mal) trago.

Fuente: Ambito  Financiero (Argentina)

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    Posted by Tweets that mention HACER Latin American News | Cuba no es libre – por Carolina Barros -- Topsy.com | January 27, 2011, 8:08 am

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