Pedro Carmona Estanga consiguió en la academia el refugio para soportar el exilio. Al llegar a Bogotá, tras la fuga cuyos detalles aún no comparte con nadie, se preparó para asumir la dirección de maestrías de la escuela de Economía de la Universidad Sergio Arboleda, institución que ya publicó su tesis de doctorado sobre las relaciones comerciales entre Venezuela y Colombia, el país del que huyó, y el país que lo acogió.
Está al tanto de lo que ocurre en Venezuela y analiza que, aunque la oposición debe mirar al 2012 en función de las elecciones presidenciales, no puede descuidar el presente porque “podemos encontrar al país destrozado en 2012”.
En su casa, un apartamento de no muy grandes dimensiones en la capital colombiana, hay retazos de Venezuela, pero es una pintura que muestra el Ávila la que destaca en la sala de estar.
Entre las fotografías familiares se puede ver la tomada aquel 12 de abril de 2002, cuando Carmona se juramentó presidente de Venezuela; mandato que duró menos de 48 horas. Una biblia de imponentes dimensiones sobre un atril y abierta en el libro de Esdras (que relata la reconstrucción del templo y la unión de los judíos cuatro siglos antes de Cristo) da paso al comedor, donde develó sus opiniones y sus intenciones de volver, cuando pueda.
-¿Cree que la oposición podrá mantener la proporción de las elecciones parlamentarias en 2012?
-Hay que mejorar esa proporción. En lo personal creo que por todos los medios legales y democráticos el país debe buscar la alternabilidad democrática. Está demostrado en el mundo y la historia que regímenes que se perpetúan en el poder incurren en los abusos y restricciones progresivas de las pautas fundamentales de libertades que consagran las constituciones.
-¿Qué análisis hace de la unidad?
-Se demostró que con todas las dificultades, sí se puede. La Mesa de la Unidad no sólo debe cumplir esa labor de superar las normales discrepancias y rivalidades, sino que debe mantenerse en los temas de fondo, del día a día y pendiente de la contienda electoral de 2012.
-¿Están dadas las condiciones para la alternabilidad en Venezuela?
-Se necesita que los procesos electorales sean confiables y transparentes. Allí hay mucho por hacer: Auditar el REP y asegurar que el árbitro actúe independiente, sin ligarse a una parcialidad política. El cambio de la Ley Electoral para modificar los circuitos no es precisamente una demostración de esa transparencia. La única arma que tiene hoy la oposición democrática son los comicios y lo que le corresponde a los líderes es trabajar en garantizar, en mayor medida, esos procesos electorales limpios y mejores.
Hay quienes creen que los resultados son la garantía de un cambio en dos años pero, entre tanto, están ocurriendo muchas cosas en el país. Si la gente espera al 2012 para que haya modificaciones de actitudes y rumbos, podemos encontrar un país destrozado en 2012. Hay una necesidad de mirar al 2012 y al mismo tiempo no descuidar el presente de una forma responsable.
-¿Qué repercusiones ve en el avance de las expropiaciones?
-Es grave que se esté conformando no sólo un capitalismo de Estado, sino un modelo que tiene como objetivo tomar bajo su control todos los medios de producción, originalmente los estratégicos, pero ya está yendo más allá.
Mi preocupación es la disminución de espacios al capital y la iniciativa privada, que están provocando un fenómeno de desinversión del país, y eso coincide con los objetivos del Gobierno. fortalecer el papel del Estado como dueño de los medios de producción y empresas de toda naturaleza.
Pero el resultado que se está viendo es que la inversión nacional y extranjera está disminuyendo y que el aparato productivo nacional sufre un deterioro y una merma importante. Las cifras mundiales revelan que Venezuela es el país de América Latina donde se produce una inversión extranjera negativa.
-¿Qué otras implicaciones desde el punto de vista económico tienen estas medidas?
-Tiene también implicaciones fiscales muy importantes: muchos recursos que podrían estar destinados a otras prioridades, están siendo utilizados para adquirir empresas y unidades productivas, que también incluyen el sector servicio, y luego viene el impacto fiscal.
-¿Hay un doble gasto?
-No es sólo tener que compensar las expropiaciones, sino que luego, al hacerse cargo el Estado de estas numerosas propiedades, va a tener que absorber todas las pérdidas y asumir las inversiones necesarias. Del presupuesto nacional van a tener que desviarse inmensos recursos, o mejor dicho, ya están siendo desviados.
-¿Cree que el ataque a directivos de Fedecámaras en Caracas es producto de esto?
-La simple intuición hace difícil pensar que sea un acto de delincuencia común. Hay más indicios de delincuencia política retaliativa contra quienes esgrimen una posición contraria al Gobierno.
-¿Qué nos espera como país si tenemos un Gobierno dueño de un alto porcentaje de las empresas, que es una mayor carga burocrática, una baja en la recaudación… ? ¿la quiebra?
-Percibo que el país es hoy más dependiente del petróleo, en lugar de haber aprovechado un ciclo importante con precios como los de ahora, para sembrar el petróleo, como dice el lema incumplido por los venezolanos. En las cifras de 2009 ya se revela que de las exportaciones venezolanas 95% son petroleras, es decir que las no petroleras disminuyen significativamente.
-¿Cuáles son los efectos de esa dependencia?
-Al hacerse más dependiente el sector petrolero también es más vulnerable. Tiene que cubrir y atender la demanda nacional con mayores importaciones, dado que el aparato productivo no está respondiendo a la atención de la demanda interna.
Hay muchos puntos de vulnerabilidad: el fiscal, el de depender en mayor medida de las importaciones, el de estar más expuestos a los ciclos petroleros en la medida que el país depende más del crudo.
-¿Cómo resolver esa situación?
-El solo hecho de decir que se venderá la gasolina al costo de Petróleos de Venezuela ya sería racionalizar y no incurrir en pérdidas operativas con el mercado interno, lo que significa un sacrificio fiscal.
-¿Aumentar la gasolina a los venezolanos mientras, a través de Petrocaribe el Gobierno casi regala el petróleo?
-Es cierto. Hay que comenzar por dar ejemplos de racionalidad, sobre todo en esos términos de cooperación exterior.
-¿Qué debe hacer el Gobierno para que las políticas internas tengan consonancia en el exterior?
-El Gobierno no puede seguir comprometiendo recursos en una cooperación internacional ilimitada. Yo diría que en la práctica, parte fundamental de la puesta en orden de la economía atraviesa por la necesidad de reducir la inversión de recursos que el país está haciendo en temas que tienen objetivos políticos y de afianzamiento de un liderazgo continental por la vía de donaciones, obras, programas en otros países, que tienen un costo de oportunidad muy grande para el país.
-¿En qué puede desembocar esta situación?
-El Estado puede crear empleos artificiales, como ha ocurrido en empresas intervenidas, pero que muestran ineficiencia. El Estado tratará de impedir cierre inyectándole dinero que es de los venezolanos. Pero nunca podrá generar empleos sustentables y dignos. Bajo la hipótesis de cierre de esas industrias, las fuentes de empleo del sector privado y de la construcción se irán limitando. ¿Y cómo se suplen? Con apoyos subsidiados de un modelo muy caudillistas, mesiánico, asistencialista que termina subyugando a un pueblo que sólo depende del Estado. Eso puede generar una situación más difícil en términos de empleo. Sabemos que la metodología para la medición del empleo ha sido modificada para considerar que una persona es empleada cuando tiene una actividad ocasional o un comercio informal y que no está representando la realidad, pero eso se agravará. El alivio es el hecho de que haya muchos venezolanos emigrando, pero es la forma más absurda de atenuar el problema.
-¿Qué mensaje le da a las personas que deciden irse de Venezuela?
-A mí me produce un profundo dolor constatar el éxodo de venezolanos destacados. Se entiende porque deben sobrevivir, buscar oportunidades o alejarse de un ambiente cercado por la inseguridad. Los he encontrado en la calle y me dicen que la inseguridad y la educación motivaron su salida. Es la mayor descapitalización que puede sufrir un país, la de sus recursos humanos. Los temas económicos pueden resolverse y arreglarse con esfuerzo y mucha voluntad y racionalidad, pero el esfuerzo que el país hizo en formar decenas de miles de profesionales, con una inversión años/hombre que se multiplica por siglos, es difícil de lograr.
-¿Usted quiere volver?
-Esa es mi patria y nada más sentido en el alma que estar forzosamente fuera del país. Será dura la reconstrucción, cerrar las fracturas, los odios y luchas que se han sembrado internamente, pero Venezuela va a requerir de sus mejores hijos para la reconstrucción y como un soldado más estaremos si Dios nos da vida.
Amigos y energía nuclear
Pedro Carmona destacó las respetuosas relaciones que Venezuela siempre tuvo con el mundo, estableciendo equilibrios importantes que le permitieron acercarse tanto a Israel como a sus socios árabes de la OPEP, tradicionalmente enemigos. Ahora, la inclinación de la política exterior hacia Irán, Siria, Rusia, Bielorrusia y Libia genera preocupación en el mundo entero.
-¿Qué opina de la planta nuclear que construirán los rusos en Venezuela?
-Cualquier país tiene derecho al desarrollo de la energía nuclear con fines pacíficos. Pero en el caso de Venezuela, que se ufana de tener las mayores reservas de petróleo del mundo, y que tiene las fuentes de energía hidroeléctrica que tiene, con todos los problemas de funcionamiento y mantenimiento que se conocen, claramente uno ve que la prioridad no está en las fuentes alternativas.
Comercio binacional
“No soy del tipo de persona que pueda asumir el retiro y enchinchorrarse, como diría Rómulo Betancourt. Trabajo desde las 8:00 de la mañana hasta las 9:00 de la noche”, sentencia Carmona.
Acaba de culminar un doctorado en Economía, cuya tesis obtuvo mención honorífica y publicación. Allí analiza a profundidad las relaciones comerciales entre Venezuela y Colombia, como un caso relevante y complejo de integración en América Latina, desde los antecedentes históricos: esa construcción de casi 40 años de un tejido muy fuerte de interdependencia económica y los riesgos y costos de la posible no integración, de la destrucción de esa relación.
Antes hizo una maestría en la que se graduó Magna Cum Laude. Y es que su tiempo lo ha dedicado casi exclusivamente a la academia. “Vivo en unas condiciones muy sobrias, propias de un asilado político en el exterior que no es millonario, que siempre ha vivido de su trabajo profesional”, asegura.
“Es una relación que no está irreversiblemente destruida, está dañada, deteriorada, afectada…
-¿En cuánto tiempo se recupera?
-Depende de la verdadera voluntad, por ejemplo si los dos gobiernos decidieran negociar un nuevo marco jurídico que sirva de base a las relaciones económicas bilaterales.
En abril finalizan las obligaciones de Venezuela en el marco del acuerdo de Cartagena. Si no hay un marco jurídico quedaría a la deriva y continuaría el proceso de deterioro. El peor de los mundos es que no se logre.
-Hay poco tiempo para eso…
Sí, es cierto.
-¿Venezuela debe regresar a la CAN?
-Siempre fui critico de esa decisión, considero que fue antihistórica, muy inspirada en razones ideológicas y políticas. Estos son países que tienen un nivel de desarrollo más homogéneo, con mercados naturales.
-De concretarse el retorno, ¿el daño se resuelve? Colombia ya buscó nuevos clientes…
-Hay que evitar que Colombia tenga que tomar rumbos muy desconectados.
-¿Ya no los tomó?
-Busca nuevos mercados para tener menor grado de dependencia, pero la condición del mercado natural está allí. A Venezuela se llega en transporte terrestre. En menos de dos días. Una de las características del intercambio colombo-venezolano es que predomina el comercio de manufacturas, productos de alto valor agregado y eso no es fácilmente sustituible.
-El marco jurídico en Venezuela es muy inestable… -(risas)
-¿Los empresarios colombianos se arriesgarían nuevamente?
-Habrá que tomar más garantías porque sin duda el comercio exterior venezolano tiende a estar más estatizado y mucho más regulado, sobre todo por el control de cambio. Es natural que los empresarios colombianos piensen primero en cobrar su deuda y empezar a exportar nuevamente, pero con ciertas garantías…
-¿Notó que los colombianos hayan tomado más en serio las amenazas de guerra que lanzó el presidente Chávez en 2008?
-Las amenazas preocuparon, pero cada vez estoy más convencido de que los pueblos no apoyan y no desean bajo ningún respecto un enfrentamiento que ojalá no ocurra nunca, porque sería alterar la historia de ambos países. Pudo haber diferencias, discrepancias, pero nunca ha habido un disparo entre fuerzas regulares de los dos países. Es antinatura cualquier conflicto o escalada bélica.
Fuente: El Carabobeño (Venezuela)
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