Ahora que el rescate de los mineros ha producido una abundante cosecha para la apuesta que hizo el Presidente Piñera -quien puso a riesgo su capital político al comprometerse con el rescate-, éste debe demostrar que sabe hacer en política lo que hizo de forma magistral en los negocios. Piñera debe transformar ese capital de alegría, exitismo y buena voluntad en un poderoso impulso para su agenda de gobierno.

El Presidente tiene que demostrar que sabe distinguir entre lo riesgoso y lo temerario. Ya que se originó en una situación puntual y se acumuló demasiado rápido, el capital político de Piñera producto del rescate bien pudiera devenir en burbuja. De ahí que sea necesario que lo aproveche rápido -las burbujas siempre explotan- y que no lo abuse -para evitar que explote antes de tiempo.

En el fútbol nadie se acuerda de la celebración posterior a un gol de antología. Pero una mala celebración es capaz de opacar cualquier marcación genial. El exitoso rescate de los mineros constituye una demostración inequívoca de eficiencia, buena gestión y preocupación por las personas, prioridades que este gobierno ha señalado como propias. No hay necesidad de ponerle una guinda a una torta que ya está perfecta. Es más, cualquier intento de aprovechamiento mediático excesivo por parte del gobierno sólo reducirá lo que de otra forma será una inmejorable foto que entrará a los anales de la historia y que se convertirá en un momento clave en el corto, pero acontecido cuatrienio de Piñera.

En los próximos días, el centro de atención estará en los mineros rescatados. El gobierno no debiera competir por ser el centro de atención. Además de inútil -será más atractivo escuchar lo que tengan que decir quienes estuvieron en el infierno que al jefe del rescate-, despertará sospechas sobre los verdaderos motivos que impulsaron a Piñera a jugársela por los mineros.

Mientras más claro quede que el gobierno tenía el bienestar de los mineros como norte, más fácil resultará ganarse la confianza de esos electores que creen que un gobierno de derecha irremediablemente está del lado de los ricos en los momentos clave. La encuesta Adimark que mostró una aprobación de 53% para Piñera en septiembre también evidenció que esa aprobación alcanza a un 67% en el ABC y sólo a un 48% en los sectores D/E, que constituyen la mitad de la población nacional. El rescate de los mineros representa una inmejorable ocasión para nivelar la aprobación presidencial entre los chilenos de menos ingresos con la que ya existe entre el resto de los chilenos. Finalmente, ya que sus atributos más débiles son la credibilidad (56% lo percibe creíble) y la confianza (57%), este enorme capital político debiera ayudarle a mejorar en esas características. Pero claro, siempre y cuando la celebración no opaque el magistral gol que ha anotado su gobierno.

Fuente: La Tercera