El caso de Pirulo (Marlon Puente) me parece uno digno de analizar desde varios ángulos. Estemos o no de acuerdo con sus declaraciones radiales, estemos o no de acuerdo con su estilo periodístico, estemos o no de acuerdo con su presencia mediática, el caso me presenta a mí más dudas que hechos concretos.

Hace unos meses, cuando Pirulo fue presuntamente censurado en la radio donde él solía tener su muy escuchado show, lo invité a mi programa de radio. No puedo negar que su forma folclórica, colorida, tropical, populachera, y lo directo que es para decir las cosas, le ha significado no solo una buena cantidad de seguidores, sino también los enemigos más agrios que un comunicador como él puede ganarse.

En esa oportunidad, en mi programa, él explicaba el poder de unos señores, dueños de un equipo de la Liga Profesional de futbol, de ser quienes influenciaron la decisión de los dueños de la radio, a censurar su show radial, el cual giraba en torno al apoyo del Club Social y Deportivo Municipal (Los Rojos, como son nacionalmente conocidos), y en el cual hacia señalamientos hasta de los dirigentes y jugadores de los mismísimos Rojos.

Fue interesante platicar con Pirulo. La conversación fue intensa. Hasta yo salí trasquilado por decir que me interesaba más el caso de censura, y menos el de los presuntos señalamientos que él, en todo caso, debía probar ante un Juez competente.

Reímos hasta más no poder, ante los mensajes de los miles de radioescuchas que pedían que yo le diera un espacio radial a Pirulo, o las mismas ofensas que oscilaban desde “choleros, huecos, vulgares”, hasta “HDLGP”.

Nunca había sido yo insultado tanto en tan corto tiempo, recuerdo, y por eso comprendí la presión a la que Marlon voluntaria y libremente estaba expuesto, pero también la forma como él, con mucha “cintura”, como dicen en el fut, se hacía los “quites”, y jugaba esgrima con las maltratadas en tiempo real, y también como, de corazón, agradecía los mensajes de ánimo y felicitación.

Los mensajes positivos cuadruplicaban a los negativos, pero la intensidad de los últimos sobrepasaba con creces la amabilidad de los primeros.

“Pirulo va a prisión preventiva por el delito de homicidio”, titulaba ayer jueves Siglo.21. Mi primero reacción fue “¿Mmmmmm? ¿homicida? ¿Cuál es la evidencia? ¿A quién mató?” Me parece, primero, que eso de “homicidio” está muy jalado, y, segundo, estamos aquí frente a un caso de la Libertad de Expresión del Pensamiento. De hecho, con todo el revuelo que ha causado el tema de los “Rojos y Cremas”, la muerte del aficionado Kevin Díaz, y la “guerra” mediática en redes sociales virtuales, creo que el verdadero tema, el de la CENSURA, quedará como la vez pasada, olvidado.

En Canal Antigua, en noticias A Las 10 PM, presentamos los contratos publicados en Guatecompras entre el Gobierno y Pirulo por más de 300 mil quetzales, y eso causó que el mismo Pirulo nos criticara por presentar esa información, que de todos modos es pública. Pero estemos o no de acuerdo con los comentarios de Pirulo, deben preocuparnos los tentáculos de la CENSURA, porque destruye nuestra Libertad.

Fuente: Centro de Estudios Economico – Sociales (Guatemala)