// you’re reading...

Argentina

Argentina: La fascinación kirchnerista por la fuerza – por Carlos Mira

Compartir esta publicación:

Si alguien me pusiera frente a la disyuntiva de elegir una y solo una característica del kirchnerismo, elegiría la fuerza. Cómo será de importante ese rasgo que me es suficiente para dejar de lado la soberbia, el atropello, la corrupción, el egocentrismo, la impericia, la ajuridicidad, en fin, todo un abanico de particularidades que también servirían para definir este fenómeno nacido en Santa Cruz y proyectado hace 11 años a la nación.

En efecto, el kirchenrismo profesa una fe ciega en la fuerza, en la capacidad de la coerción para obtener resultados; cree fervientemente que una sociedad puede organizarse bajo el imperio permanente de la fuerza, de las sanciones y de la persecución.

Entiende que la capacidad coercitiva del Estado, amenazando con distinto tipo de consecuencia a quien se rebele contra lo que él dispone, es un modelo proyectable de vida y que, por ende, puede mantenerse sine die, sin consecuencias nocivas y sin rebeliones efectivas de la gente.

Se trata de un credo. No concibe siquiera la posibilidad de que su modelo social no sea sustentable; no alcanza a procesar la idea de la desobediencia y del desafío libertario. Ignora, alegre, los ejemplos que entrega la historia que ha visto cómo regímenes mucho más brutales que el kirchenrismo han hocicado ante la rebelión perenne y cotidiana de la indocibilidad humana.

Desde aquella imagen conmovedora del estudiante de la Plaza Tianamen que, delante de un tanque que quería esquivarlo, simplemente se movía un metro a su izquierda  o un metro a su derecha impidiéndole avanzar al mamotreto, hasta el desmoronamiento dando lástima de la URSS, pasando por los cientos de miles que burlaron el Muro de Berlín u otros tantos que desafiando tiburones, llegaron a las playas de Key West en EEUU, la historia entrega millones de ejemplos que ilustran la inutilidad de la fuerza. Ella puede facilitar victorias pírricas de corto plazo pero es completamente inservible como método de largo plazo; es incapaz de convertirse en una herramienta sobre la que alguien pueda imaginar basar un proyecto político duradero.

Resulta francamente increíble que en el siglo XXI, especialmente un grupo de gente joven aun crea en la preponderancia y en la eficiencia de la fuerza. A veces conmueve ver cómo apuestan todo a la creencia de que el miedo que ellos creen infunde el aparato del Estado, es suficiente para lograr lo que se proponen. Deberían ver lo que está sucediendo en Venezuela: el gobierno mató ya a más de 30 personas, pero aun así no logra dominar las mareas callejeras que lo acechan en todo el país con sus demostraciones. La fuerza debería provocar allí un genocidio para detener la  decisión de esa gente.

La fuerza amenaza, sanciona, encarcela, mata, pero aun así la gente sigue enfrentado lo que va contra el ejercicio de la autonomía de la voluntad y contra el sentido común.

La Cámpora es una organización basada en esta creencia. Proyecta su domino sobre la base de creer que con actos de fuerza amedrentará a todo el mundo y que cuando todo el mundo esté suficientemente amedrentado, tendrá el camino expedito para ejercer su poder a voluntad. Acorrala a jueces, intima a empresarios, castiga a comerciantes, amenaza a los medios. Pero nada alcanza: las causas existen, los precios suben, las noticias se publican. ¿Estarán dispuestos los jóvenes kirchneristas a aplicar a la vida argentina la misma lógica que aplicaron en la economía (esto es que los fracasos no se debían al intervencionismo sino a que el que se aplicó hasta ahora no fue suficiente) y entonces profundizar la fuerza y la coerción? Si ésa es su decisión solo servirá para dos cosas: para confirmar que su movimiento dista mucho de ser democrático y para (solo) dilatar algo más la irremediable implosión de su lógica y de su sistema.

Las sociedades solo pueden gobernarse de un modo apacible y perdurable en el tiempo sobre la base de un sistema que de un cauce organizado al ejercicio libre de la voluntad individual. Solo un sistema social que permita a los seres humanos canalizar libremente su voluntad sin generar, al mismo tiempo, ni conflictos, ni enfrentamientos, ni desequilibrios, puede aspirar a convertirse en un sistema socialmente duradero, económicamente eficiente y políticamente pacífico.

Al poder actuar dentro de un radio amplio de libertades según indica su propia voluntad y sin que su conducta este permanentemente determinada por el temor a la sanción, los individuos pueden proyectar su vida sin obstáculos. Por supuesto que el establecimiento de un sistema como éste no implica un libertinaje completo sino, por el contrario, la vigencia de un orden justo, pensado para combinar la plena realización individual al mismo tiempo que se resguarda la vida civilizada, la protección de los derechos de terceros y el desarrollo social pacífico e integrado entre el ciudadano y la comunidad.

Solo este equilibrio logra entregar un proyecto duradero de vida. La fe ciega depositada solamente en la amenaza no constituye un organizador social eficiente, porque todo el esquema sancionatorio que desafíe el sentido común general tenderá a ser violado y ningún sistema social vivible y eficiente puede ser armado a partir de su constante violación. Si como toda respuesta a la violación se intentara aplicar más dosis de fuerza, el efecto será contraproducente: en lugar de infundir más miedo, la sociedad se sentirá como vacunada contra él, porque, perdida por perdida, decidirá desafiarlo. Es lo que le está sucediendo a Maduro en Venezuela y lo que antes le sucedió a tantos otros desde el comunismo soviético, hasta Ferdinand Marcos, Hosni Mubarak o Nicolás Ceaucescu.

Si vieran este desarrollo, los jóvenes fascinados por la creencia de que pueden dirigir la vida de la sociedad emitiendo decretos, resoluciones, citaciones y amenazas, quizás puedan cambiar su estrategia. El ensoberbecimiento del poder es una droga adictiva que tiende a crear la creencia de ser superpoderoso. Pero si ese poder no es usado para construir un diseño social perdurable, los poderosos de hoy serán los pusilánimes pordioseros del mañana.

Fuente: Carlos Mira (Argentina)

(Total: 41 - Today: 1 )

Discussion

No comments for “Argentina: La fascinación kirchnerista por la fuerza – por Carlos Mira”

Post a comment

Connect to HACER.ORG

FB Group

RECOMMENDED BOOKS

Support HACER today!

HACER is a tax-exempt organization under Section 501 (c)(3) of the Internal Revenue Code, our supporters will find their donations to be tax-deductible. Donate online now!