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Uruguay

Uruguay: Nicolás Maduro: Una visita rechazable – por Pablo Mieres

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Anuncian que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, vendrá a nuestro país en los próximos días. Obviamente se trata de un hecho intencional para ostentar el patético apoyo de nuestro gobierno que, sin mirar lo que realmente ocurre en Venezuela, ratifica un respaldo que sólo se fundamenta en una simple coincidencia ideológica.

¿Alguien tiene alguna duda sobre lo que habría dicho el gobierno del Frente Amplio si los mismos hechos de represión ocurridos hubieran sido protagonizados por un gobierno de derecha? Vergonzosa hemiplejia que impide ver las violaciones a los derechos humanos cuando son perpetradas por gobiernos que se califican de izquierda.

¿Qué ocurrió en nuestro país cuando un gobierno, que también había sido elegido por las urnas, mató estudiantes en manifestaciones de reclamo ante situaciones sociales y económicas muy parecidas a las que vive hoy el pueblo venezolano? Los partidos que hoy integran el Frente Amplio condenaron justificada y legítimamente a viva voz ese accionar autoritario y enfrentaron con decisión a un gobierno que actuaba fuera del marco institucional democrático.

Sin embargo, ni una sola voz se ha levantado desde el Frente Amplio, salvo tímidas afirmaciones plagadas de disculpas y relativizaciones, para condenar a un régimen que mató y toleró que se matara por parte de grupos paramilitares a estudiantes que protestaban legítimamente en las calles.

Sorprende particularmente que desde tiendas democristianas y socialistas no existan declaraciones firmes que marquen el límite de lo tolerable por parte de un gobierno que, como el venezolano, ha traspasado la línea en materia respeto a los derechos de los ciudadanos.

Sorprende porque entre los partidos y dirigentes que sostienen la protesta se encuentran referentes insospechados de esas dos corrientes de pensamiento. Ninguno de ellos es “fascista” o “peón del imperio”. Ninguno de ellos carece de convicciones democráticas, ni está formando parte de una conspiración internacional para derrocar al inepto y mentiroso presidente de Venezuela.

Es más, esas mismas personas y sectores políticos fueron intensamente solidarios con nuestro pueblo en la oscura noche de la dictadura uruguaya. Esas mismas personas y sectores políticos sostuvieron la ruptura de relaciones diplomáticas con la dictadura uruguaya durante largos años en represalia al horrendo episodio del secuestro de Elena Quinteros de los jardines de la Embajada de Venezuela en Montevideo.

Ni los demócrata cristianos ni los socialistas uruguayos se expresan ante una circunstancia que, a no dudarlo, hubiera merecido la mayor condena en caso de haber ocurrido en un país con un gobierno conservador o de derecha.

Fue muy lastimoso escuchar al cada vez menos digno canciller uruguayo, sostener que la situación en Venezuela era de confrontación pareja y contaba (erróneamente) a los muertos como si fuera un partido de fútbol. Afortunadamente el mundo de hoy es global y todos podemos recibir información abundante que impide los clásicos engaños que en otros tiempos eran muy fáciles de montar, para defender los atropellos de gobiernos autoritarios.

No escuchamos al inefable canciller señalar que, aunque las muertes fueran parejas algo absolutamente falso, una cosa son los homicidios que surgen de la sociedad y otra muy distinta los que comete el Estado. Ha sido siempre parte del discurso del gobierno uruguayo señalar, con justicia, que los homicidios cometidos por el Estado suponen un grado de responsabilidad diferente, notoriamente más grave.

Pero nada importa al gobierno uruguayo que, en medio de esta gravísima situación, se prepara para recibir con “bombos y platillos” al presidente represor que carga con más de una decena de muertes de ciudadanos en confrontaciones callejeras de las últimas semanas.

Existe un hilo conductor en la conducta del partido de gobierno. La razón de partido por encima de todo. Ese es el problema de fondo que afecta al Frente Amplio.

La lógica es la misma, se votan leyes inconstitucionales por disciplina partidaria, se aprueba la suspensión de Paraguay y el ingreso ilegal de Venezuela porque lo político en algunas circunstancias está por encima de lo jurídico, no se condena la represión del gobierno venezolano porque se trata de un gobierno ideológicamente amigo.

Los valores y principios democráticos, el respeto a la Constitución y la defensa de los derechos humanos no son, para esta fuerza política, los valores superiores que guían su conducta. Estos son subordinados a la razón partidaria y a las preferencias ideológicas.

Es imprescindible que la ciudadanía en las próximas elecciones mande una señal clara y firme limitando el poder de un partido de gobierno que ha puesto la disciplina partidaria y la razón de partido por encima de principios y valores generales que, por el contrario, deberían definir los límites de su actuación.

Fuente: Montevideo (Uruguay)

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