Si un dictador llega al poder por las armas, se consolida con el fusilamiento de varios miles, se sostiene con el control social de una extensa policía secreta y unas cárceles infames, elimina la libertad de expresión, la libertad económica y la libertad de movimiento, lo normal es que haya una sanción internacional. Si además intenta desestabilizar a otros países democráticos, apoyando sanguinarios movimientos terroristas se le considera un enemigo. Eso pasó con la dictadura de los Castro en Cuba. El gobierno Castro fue expulsado de la OEA y muchos países agredidos rompieron relaciones con el régimen.

Pero resulta ahora que si el jefe asesino dura en el poder medio siglo, se convierte en un “estadista”. ¡Vaya transformación! Y si su poder ya no logra desestabilizar a tantos gobiernos, por lo menos por la vía armada, se le declara amigo excelso.

Cuba no logró derrotar a la democracia venezolana a través de las guerrillas. La guerrilla encabezada por Douglas Bravo y apoyada desde Cuba fracasó y acepto un generoso indulto. Pero hoy, gracias a un golpista, Hugo Chávez, también perdonado, que llegó al poder por las urnas, se apoderó del gran productor de petróleo. En otros varios países no logró que sus alfiles llegaran al poder por las armas. Pero los tiene en su órbita con gobiernos que engañan a sus pueblos con el más descarado populismo. Sin embargo, todos los países donde se ha instalado el castrismo van desbocados hacia la quiebra, y en todos se están reduciendo aceleradamente las libertades ciudadanas.

Cuba fue un gran enemigo de la democracia colombiana. Allí nació el ELN y se dio amplio apoyo al M-19 e incluso a las FARC. Ahora, el mismo régimen, porque está en el poder desde 1959, resulta ser nuestro gran amigo y anfitrión de nuestras conversaciones de paz. Se han olvidado las víctimas de los terroristas que alentó y armó.

Que la CELAC cumpla en Cuba una cumbre, es un insulto a la democracia. Todos los países que asisten, menos Cuba, son miembros de la OEA y suscribieron la Carta Democrática desde 2001. ¡Que rompan esa carta, porque a ninguno le importa un bledo la democracia! Que el Secretario General de la OEA, el chileno José Miguel Insulza asista a la “cumbre” de la CELAC es otro insulto agravado a dicha carta.

Hay que anotar que hay dos organizaciones que utilizan la sigla CELAC. La primera, fundada en 2001, es el Centro de Estudios para América Latina y el Caribe, que en sus principios insiste en la democracia. Esa no es la que se reúne en La Habana; es una segunda CELAC, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, que data de 2010.

No es extraño que asistan a rendir homenaje a los asesinos Castro personajes como Daniel Ortega, ex guerrillero y dictador pederasta, y otros dictadores o ex terroristas como Dilma Rousseff, de Brasil, José Mujica (fundador de los Tupamaros), Evo Morales o Cristina Kirchner, la de manitas pegajosas También asisten presidentes de islas beneficiarias de petróleo barato del Castro- Chavismo. Ninguno de los primeros, por su pasado violento, merece nuestro respeto. Los isleños, vaya y venga; vendieron su dignidad por unos barriles de crudo. Lo que es una vergüenza es que asistan Juan Manuel Santos y otros presidentes democráticamente electos y que se comportan, más o menos, como demócratas. Con su presencia le dan legitimidad a la dictadura más asesina y longeva del continente. Y en el caso de Colombia, es un insulto a las víctimas, decenas de miles de ellas, de las FARC, el ELN y el M-19. El espectáculo de ver como se le rinde “culto”, porque no es nada menos, a Fidel Castro, un asesino en serie, da nauseas.

Fuente: Verdad Colombia (Colombia)

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