Se dice que el primer paso para una recuperación es aceptar que existe un problema. Si es así, entonces hay pocas expectativas de que las cosas vayan a mejorar porque, según el presidente Barack Obama, el estado de la nación es fuerte.

¿De verdad? ¿Será que no sabe que seguimos en una de las peores recesiones económicas con casi más de 10 millones de americanos desempleados? ¿Será que no se ha enterado que para la comunidad hispana, la situación es aún peor? Claro que el Presidente está al tanto de esta horrible situación.

El problema del Presidente, y para el resto del país, es que no hay ningún interés en aceptar la responsabilidad de que muchas políticas aplicadas por esta administración han empeorado la situación del país.

Su hazaña legislativa, Obamacare, es un completo desastre. Además de provocar la cancelación de millones de planes de seguro de millones de americanos, Obamacare es culpable de la falta de creación de empleo. ¿No me cree?

Una encuesta de emprendedores y propietarios de negocios ha revelado que los reglamentos e impuestos de Obamacare están limitando las posibilidades de crear más empleos.

¿O qué tal esta declaración del Presidente de la exitosa franquicia de pizza, Papa John’s, que dijo que Obamacare forzaría a los empresarios a reducir las horas de trabajo? Lo lapidaron con furibundas críticas y al final lo que había dicho se convirtió en realidad.

¿La respuesta del Presidente, según lo que escuchamos en su discurso al país? Populismo y más lucha de clases. En lugar de ayudar al sector privado a crecer y crear más empleos, el Presidente se dedica a ignorar a la mayoría de economistas que advierten que subir el salario mínimo perjudicará a muchos jóvenes tratando de buscar su primer trabajo.

Es la ley de las consecuencias imprevistas. De hecho, el mismísimo Bill Gates dijo algo muy parecido a la cadena MSNBC pidiendo calma y moderación al populismo emotivo.

Más que una subida del salario mínimo, la comunidad hispana necesita empleos y oportunidades. Pero eso sucederá sólo cuando el Presidente se deje de jugar al politiqueo y permita que el sector privado pueda hacer lo que sabe hacer: crear empleos de los que toda la sociedad se beneficia.

Si el Presidente está tan interesado en reducir la pobreza, debería tomar en cuenta aquello que acertadamente dijo el presidente Reagan: el mejor programa para reducir la pobreza es un trabajo.

En otras palabras, extender los beneficios al desempleo, fomentar la asistencia social para familias de pocos recursos y subir el salario mínimo sólo garantizan miseria perpetua, como bien ha demostrado la fracasada Guerra contra la Pobreza.

Necesitamos reafirmar la dignidad del trabajo y rechazar la dependencia del Gobierno. Y si el Presidente realmente estaba interesado en crear oportunidades para nuestros hijos, entonces él hubiera dejado atrás lo convencional y expresado su apoyo a la opción escolar.

Un concepto sencillo, pero políticamente peligroso para el Presidente, ya que permitiría que cada familia pueda elegir la mejor escuela para sus hijos. Eso sería fantástico especialmente para la comunidad latina.

Pero, para muchas familias que ansiosamente buscan esa beca para una escuela chárter o privada, el Presidente eligió seguir el guión de siempre: pedir más fondos federales con el fin de recibir el aplauso de los poderosos sindicatos de maestros que se oponen a la opción escolar y a cualquier intento de reformar el sistema escolar.

En este Discurso sobre el Estado de la Unión, lo interesante no fue tanto lo que dijo el Presidente, sino lo que no dijo.

Fuente: Las Américas

Escuche el discurso completo de Obama (audio en ingles):