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Opinión: La honestidad del padre, el mejor legado para su hijo – por Giancarlo Ibargüen S.

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La honestidad supera cualquier política. Una persona honesta es veraz, íntegra, sencilla, razonable, justa, recta, y reconoce la realidad como es. La honestidad nos exige decir la verdad y mantenerla a capa y espada, incluso si esto implica algún tipo de costo personal. Las personas honestas lo son primero consigo mismas y después con los otros. La honestidad refleja el propio respeto y el respeto por los demás. La honestidad se traduce en confianza, transparencia, apertura, y abre las puertas a la interdependencia mutua. Se puede confiar en una persona honesta, pero no en una deshonesta.

La deshonestidad es un vicio y tiene consecuencias que van desde lo más banal y superfluo hasta lo más vil: esto solo puede generar sufrimiento para todos. Una persona deshonesta no es auténtica consigo misma ni con los demás. Las personas deshonestas pierden el respeto por ellas y por sus semejantes. La deshonestidad elude la transparencia y muchas veces esconde las imperfecciones y fallos de la persona deshonesta. La deshonestidad tiene ¿Por qué las personas optan por la deshonestidad, siendo tan odiosa?

sus raíces en la mentira y en el autoengaño. Quiéranlo o no, las personas deshonestas promueven la injusticia.

Me identifico con el grito de Aquiles que, en la Ilíada de Homero, dice: “Me es tan odioso como las puertas del Hades quien piensa una cosa y manifiesta otra”. ¿Por qué las personas optan por la deshonestidad, siendo tan odiosa? La mente humana es susceptible al autoengaño. A todos nos acecha en algún momento, pero en eso abrimos los ojos a la realidad y le ponemos freno. Sin embargo, algunos hacen del autoengaño un modus vivendi e involucran en sus perversas fantasías a seres queridos y a personas con quienes se relacionan. Las personas deshonestas caen en la red del autoengaño por su arrogancia, cobardía, egocentrismo, lujuria, avaricia, envidia, infidelidad o soberbia.

La vida nos acecha con tentaciones, nos brinda dudosos extravíos, nos pone delante el “dinero fácil”. No dejemos que el autoengaño nos embauque ni que los demás vicios nos desvíen de nuestro camino hacia el bien.

Fuente: Centro de Estudios Económico – Sociales (Guatemala)

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