Visionario como fue Simón Bolívar y conociendo la mentalidad de los caudillos que lo acompañaron en las luchas de independencia, sin embargo tuvo una amarga decepción al constatar el naufragio de uno de sus más grandes anhelos, la Gran Colombia, lo cual fue motivo para que en su retiro de San Pedro Alejandrino, antes de su muerte el 17 de Diciembre de 1830, pronunciara melancólicas frases, como “He arado en el mar”.

No podía ser menos. Antes de bajar al sepulcro, ya se había enterado que Venezuela, Colombia (Nueva Granada) y el Departamento del Sur (actual Ecuador), se habían separado y aceptado el camino que les impusieron Páez, Santander y Flores, destrozando el sueño quizás más acariciado por el Libertador.

Lo que jamás podía suponer Bolívar era que esas tres “hijas” predilectas, en los comienzos del siglo XXI, se enfrentarían en graves conflictos que lesionarían los vínculos de hermandad por atropellos a sus respectivos territorios, ora mediante bombardeos, ora mediante santuarios para terroristas, ora mediante amenazas de guerra, cuyas consecuencias serían la ruptura de relaciones diplomáticas y los desequilibrios que se derivan de tales medidas extremas.

El estupor hubiese sido mayor de conocer que su ilustre nombre ha sido utilizado para sostener una tesis propia de ignaros y desaforados, al parodiar el pensamiento del Libertador de cinco naciones, de claro tinte liberal, con un tragicómico “socialismo del siglo XXI”, que solo ha dado como resultado una grave crisis económica para los pueblos donde se ha aplicado tamaña estupidez; el desajuste de la institucionalidad, para reemplazarla por la repugnante autocracia, y, el surgimiento de nuevos ricos amparados por organismos que garantizan la impunidad en los atracos fiscales. En fin, toda clase de actitudes y aptitudes que surgen por la omnímoda voluntad de quienes piensan que están predestinados a manejar el destino de millones de seres humanos, mediante el empleo de métodos fraudulentos, la fuerza bruta y el lenguaje de arrabal.

Ojala que el inobjetable triunfo electoral de Juan Manuel Santos en Colombia pueda conducir por un rumbo eficiente a la patria de Antonio Nariño y Álvarez, precursor de la independencia americana, de forma tal que termine con esos despojos humanos y morales que representan las FARC, para entregar la seguridad total que aspiran la inmensa mayoría de los ciudadanos, con lo cual no solo que se eliminaría una fuente de narcotráfico y violencia, sino que también daría la oportunidad para que ese pueblo, inteligente y laborioso que es Colombia, se convierta en una de las mayores economías del continente, a despecho de los insensatos que insisten con tesis fracasadas que las extrajeron de un pasado oprobioso.

Fuente: HACER