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Guatemala

Guatemala: Migrantes y Navidad – por Reny Mariane Bake

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Uno de cada cinco hogares guatemaltecos recibe remesas familiares de migrantes en el exterior (más del 95% en EE. UU.) y eso equivale a más del 10% del producto interno bruto (PIB).

Esas remesas significan casi el primer ingreso de divisas al país y estabilidad en el tipo de cambio por ese flujo constante de dinero del exterior. Esas remesas combaten más la desnutrición infantil, la pobreza y la deserción escolar de los niños más que cualquier programa asistencialista del gobierno de turno o de proyectos de cooperación internacional.

Desde finales de la década de 1990, luego de la crisis del café, la migración se ha incrementado en el país, ya que por el sistema mercantilista imperante en Guatemala y los proyectos socialistas de pequeños grupos antiinversión en el país que se suelen “colar” en las políticas del gobierno de turno, la economía del país no genera suficientes empleos y de calidad para esos miles de personas que migran anualmente en busca de nuevas oportunidades en el exterior. Incluso, uno de los sectores con mayor dinamismo exportador últimamente en Guatemala es de productos dirigidos al mercado étnico en EE. UU. (vender productos y servicios para los migrantes); hasta la construcción se ha beneficiado de ese auge económico, desarrollando proyectos habitacionales para las familias de los migrantes o vendiendo materiales para que construyan sus viviendas acá.

Todas esas ventajas económicas para el país tienen un costo humano altísimo: la separación de las familias, la soledad y la lejanía de aquellos que se aman. En estas fiestas de Navidad es cuando los migrantes chapines (motor de la economía guatemalteca) sufren más, ya que piensan en sus seres queridos, lejos y a quienes no pueden visitar al no poder salir legal y fácilmente de EE. UU.; mientras tanto, ven cómo salvadoreños y hondureños cuentan con TPS (permisos de trabajo), que les permite viajar legalmente fuera de EE. UU. ver a sus familias y luego volver al trabajo en ese país. Por principio y lealtad a quienes son motor de nuestra economía, seguir pidiendo TPS para los chapines debiese ser prioridad uno de las relaciones internacionales de Guatemala, tenga posibilidades o no en la política gringa.

Es la forma de apoyar a nuestra gente y hacerles ver que importan en Guatemala. Es más, conseguir TPS tiene más posibilidades (aunque este súper lejana la probabilidad), que la posibilidad de conseguir un cambio radical en la política mundial antidrogas, que es en lo que la cancillería chapina se gasta el tiempo y el dinero. Antes de que se volviese “el tema” de este gobierno, su servidora ya escribía sobre la despenalización de las drogas, pero es de muchos sabido (académicos y políticos) a nivel internacional que el cambio radical depende de las decisiones de los países consumidores (Europa y EE. UU.) y no se va a dar en el corto plazo. Mientras, los migrantes y sus familias seguirán sintiéndose abandonados por el gobierno de turno, pasando una triste Navidad, ya que no pueden ni soñar pasarla juntos y tendremos año récord de deportados de EE. UU. ¡Feliz Navidad a todos!

Fuente: Centro de Estudios Económico – Sociales (Guatemala)

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