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EEUU: Arrogancia e ineptitud de Obama – por Manuel Suárez Mier

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El escándalo que se ha adueñado de Washington desde el inicio de noviembre, cuando se abrió la inscripción para el programa de cobertura del seguro médico conocido comoObamacare, ha sido la cancelación de millones de pólizas de seguro libremente contratadas por los ciudadanos de EU, rompiendo la reiterada promesa presidencial de que “la gente podría quedarse con sus planes de seguro si lo quería.”

El Presidente Barack Obama, en efecto, mintió docenas de veces en el proceso de vender por todo el país Obamacare pues la única forma en que puede funcionar su programa de darle cobertura médica a 30 millones de estadounidenses que carecen de ella, es mediante un subsidio cruzado de quienes ahora tendrán que pagar más.

Antes de que Obamacare se volviera obligatorio, quienes carecían de seguro médico ofrecido por su empleador, podían recurrir a la empresa aseguradora de su preferencia y contratar un seguro a la medida de sus necesidades, de tal naturaleza que personas de la tercera edad, por ejemplo, no estaban cubiertas para gastos asociados con el control natal o la maternidad, que obviamente ya no necesitan.

Obamacare los obliga a comprar pólizas que no sólo cubre servicios médicos que no requieren sino que también incluyen cobertura obligatoria de “salud mental,” lo que abre una nueva caja de Pandora pues ¿quién será el encargado de determinar si un paciente está mentalmente sano y con qué criterios? ¿Un comité de burócratas?

La única forma en que Obamacare puede funcionar es si atrae a un elevado número de jóvenes en buen estado de salud a contratar un seguro que ahora es obligatorio, pero que seguramente no usarán por muchos años, lo que conlleva otro subsidio canalizado a gente mayor que ahora las aseguradoras tienen la obligación de aceptar, independientemente de su decrepitud.

Los jóvenes no están inscribiéndose pues el sitio de internet diseñado para poder hacerlo, no ha funcionado sino parcialmente y repleto de problemas, por lo que la afiliación ha estado muy por debajo de lo que el gobierno había estimado, y se ha limitado a personas mayores y enfermas a quienes les urge tener cobertura.

Peor aún, las universidades solían ofrecer a sus estudiantes planes de cobertura médica baratos, 54 dólares por semestre que cubrían hasta 5,000 dólares, que ahora suben a 900 dólares por semestre, lo que representa un incremento de 1,500% por lo que estos jóvenes preferirán no asegurarse y pagar la multa que impone Obamacare.

¿Cómo pudo ocurrir este desastre a un gobierno que hace casi medio siglo consiguió poner un hombre en la luna en menos de una década de que el Presidente John F. Kennedy, asesinado hoy hace cincuenta años, lo ordenara? La respuesta es muy simple: la sublime incompetencia de un hombre con una arrogancia desmedida.

Para muestra basta un botón. El senador Obama afirmó en 2007: “Yo creo que soy un mejor escritor de discursos que mis escritores de discursos…Yo sé más de políticas (públicas) en cualquier tema que mis directores (expertos) de esas políticas. Y yo les digo ahora mismo que voy a pensar que soy mejor director político que mi director político.”

La palabra más socorrida en los discursos de Obama es “yo” e invariablemente usa la primera persona del singular para describir las acciones y planes de su gobierno. Pero además de su formidable soberbia, la ideología de Obama lo ubica en el progresismo que cree que la gente no puede tomar libremente las decisiones que la afectan por lo que requiere de una élite iluminada, con él a la cabeza por supuesto.

Como escribió el columnista Charles Krauthammer en el Washington Post la semana pasada, la cancelación de las pólizas de seguros de millones de ciudadanos, “dejó al descubierto los tres pilares en los que se sustenta Obamacare: la mendacidad; el paternalismo; y el subterfugio”.

Obama mintió y engañó a sabiendas que para cubrir a quienes no tenían seguro, y que gracias a Obamacare lo tendrán ahora a un costo módico, alguien tendría que pagar ese subsidio, pues el Presidente también prometió que su programa tendría un costo fiscal de cero. Pero primero tenía que ganar su reelección y pretender que quienes ahora tienen que pagar los platos rotos, no tendrían que hacerlo.

Las encuestas de opinión ya reflejan el desplome de Obama: quienes aprueban su desempeño en el cargo son sólo el 37% de los habitantes de EU y su apoyo se ha derrumbado entre todos los grupos que lo ayudaron a reelegirse.

El futuro no le sonríe a Obama…

**Aquí la liga de la entrevista que hizo al autor la televisión china sobre las elecciones presidenciales en Chile.

Fuente: Asuntos Capitales (México)

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