Cambian el sentido y los protagonistas del ciclo de poder – Por Julio Blanck

Mucho más que la renovación de media Cámara de Diputados y un tercio del Senado, las elecciones de hoy se transformaron en la bisagra que cambia el sentido y los protagonistas del ciclo de poder político, después de una larga década con los Kirchner en el centro de la escena.

La interpretación, mitad voluntarismo y mitad pura propaganda, acerca de que nada cambia con la votación, desconoce con toda premeditación al menos tres cuestiones fundamentales:

1- La pérdida de la mayoría electoral por parte del kirchnerismo;

2- La fuerte derrota oficialista en todos los grandes distritos del país, empezando por la provincia de Buenos Aires.

3- La ausencia desoladora de cualquier candidato propio y disciplinado, ante la evidencia de que terminan de evaporarse las ilsuiones acerca de una re-reelección de Cristina.

Por cierto, el Gobierno mantiene una presencia gravitante en el Congreso y en muchos casos podrá sostener la mayoría en Diputados y el Senado. Para eso necesitará que sus legisladores decidan mantenerse obedientes dentro del bloque y no jueguen con ninguno de los aspirantes a la presidencia en 2015, de Sergio Massa para abajo.

La experiencia de esta misma elección muestra con qué fluidez se reacomodan diputados y senadores ante las nuevas circunstancias políticas. Quizás el oficialismo se vea llevado a una inédita búsqueda de consensos en el Congreso para lograr las leyes necesarios en los dos años que vienen. Nunca ganar es lo mismo que perder, y el oficialismo perdió sin vueltas.

Tanto cambia la política con la elección de hoy, que de ella emergen, como potenciales aspirantes a la Presidencia, dirigentes como Massa, Mauricio Macri, el mismo Daniel Scioli pese a la amplia derrota del kirchnerismo bonaerense, Hermes Binner, Julio Cobos y, en otro plano pero con similar aspiración, el gobernador entrerriano Sergio Urribarri que es una estrella que sigue titilando en el firmamento kirchnerista, el peronista opositior José Manuel de la Sota y el radical Ernesto Sanz.

Pero antes de que cualquiera de ellos haga algo más que proclamar su ambición y ponerse formalmente en marcha hacia ella, el Gobierno de Cristina deberá atender cuestiones impostergables.

La inflación que recorta todo el tiempo el valor del salario; el precio del dólar y la salida constante de divisas que afectan día a día las reservas; la encrucijada en que se encuentra la producción por las trabas a importaciones y exportacines impuestas por Guillermo Moreno. Y las internas feroces dentro del Gabinete. Y las decisiones sobre la deuda y el reclamo de los fondos buitre. Y la inseguridad, factor clave en la decisión electoral de muchísimios argentinos.

Debe afrontar todo esto el Gobierno, haciéndose cargo de su responsabilidad, en un momento en el que la ausencia de la Presidenta por razones de salud, con un horizonte de finalización aún impreciso, genera un enorme vacío que nadie logra reemplazar.

Certidumbres políticas, incertidumbre económica – por Daniel Fernández Canedo

El economista e historiador Pablo Guerchunoff suele decir que en las transiciones políticas el que viene financia al que se va.

Así en los próximos dos años habría que esperar que las decisiones de los operadores económicos estén más regidas por lo que creen que vendrá con un futuro gobierno que por lo que haga el que está.

El boom de la bolsa de los dos últimos meses (el índice Merval subió 40% desde el fin de agosto) se inscribiría dentro de esa creencia pero con matices que la diferencian.

Entre la suba de las acciones se destacó claramente la estampida de precios de la eléctrica Edenor (lleva subido 194% en dos meses) y el motor de la mejora fue la idea de que el congelamiento tarifario estaría llegando a su fin.

Las tarifas congeladas de gas, luz y transporte para los usuarios de la Capital y el GBA tuvo como contrapartida la generación de una montaña de subsidios del Tesoro que este año superaría los $90.000 millones.

La abundancia de subsidios generó la sensación de la insostenibilidad y eso desató una corriente compradora de inversores ansiosos por aprovechar la oportunidad de comprar una acción que estaba atrasadísima a pesar de ser emitida por una empresa que habría perdido todo su capital por seguir los dictados de una política oficial.

La escasez, opuesta a la abundancia de subsidios, está en el mercado cambiario oficial donde la caída de las reservas del Banco Central de los últimos dos años que ronda los US$ 20.000 millones, también determinó que los mercados se fuesen adelantando.

Apurarse para pagar importaciones, contratar viajes al exterior, autos de alta gama, electrodomésticos, cancelar préstamos del exterior fueron algunas de las caras que tomó la decisión de empresarios y ahorristas frente a un escenario de dólar oficial atrasado ( $5,89) y un cepo cambiario que lejos de contener la salida de divisas tampoco pudo atraerlas.

La primera reacción después del resultado electoral sería pensar que los precios de las acciones y los bonos públicos deberían tener margen para la suba pero que el dólar paralelo por arriba de los diez pesos no encontraría argumentos contundentes para ceder terreno.

Del precio del dólar paralelo y la situación cambiaria se deberá encargar este gobierno y ahí falta una decisión de peso que no podrá tomarse con la Presidenta en proceso de recuperación.

Sin una voz única en materia económica, la incertidumbre cambiaria tendería a prolongase.

El viceministro de Economía Axel Kicillof es partidario de desdoblar el mercado cambiario fijando precios caros de dólar para el turismo y las importaciones suntuarias, pero la Presidenta del Banco Central descarta de lleno esa posibilidad.

El ministro Hernán Lorenzino quiere, de la mano de Amado Boudou, acercarse a los mercados pero el Secretario de Comercio, Guillermo Moreno, lo combate.

El resultado electoral genera certezas fuertes en materia política, pero no alcanza para superar incertidumbres clave en materia económica y, especialmente, financiera sobre las que la opinión de la Presidenta se presenta intransferible.

Con las bocas de urna y mirándose unos a otros – por Walter Curia

En el mostrador de Massa hablan de una diferencia de diez, once  puntos. 44 a 33 y son números conservadores, dicen allí. Procesan una muestra de 1.000 casos que está indicando, en tiempo real, una notable mejora en distritos que le fueron esquivos en las interna de agosto. Habrían reducido la diferencia a favor de Insaurralde en Lomas de Zamora y La Matanza respecto de la PASO, dato que podría indicar que se estrecha la brecha en la poderosa tercera sección electoral de la Provincia, donde el kirchnerismo se mantuvo siempre fuerte. El razonamiento conduce a que el triunfo de Massa podría ser superior a los diez puntos, pero son datos muy calientes todavía.

Quien de verdad crea que lo que estuvo hoy en juego es sólo la composición del Congreso está diciendo una media verdad. Massa está mirando ahora mismo el resultado en otros distritos. 43% podría ser más que el 41% que se le adjudica a Binner en Santa Fe y que el 38-39 por ciento del macrismo en la Ciudad, pero posiblemente menos que la cosecha de Cobos en Mendoza. Sobre el macrismo, estaría consolidando una de sus mejores elecciones para una legislativa. Allí también se miran los números de otros distritos: el PRO podría ser la cuarta fuerza a nivel nacional con un promedio de 10 puntos. El kirchnerismo ha salido pronto a decir que el comicio ha sido ejemplar, que han mejorado registros de las PASO y que conservan el lugar de primera fuerza política en todo el país.

La elección se cerró sin sorpresas, salvo que se tome en serio a Máximo Kirchner quien anticipó que, ausente, nadie sabe cuándo regresará la Presidenta.

Fuente: clarin.com

Ver el analisis en video de Jorge Lanata: