La violencia y el crimen agotan la paciencia de los guatemaltecos.

Los índices de violencia y los crímenes en que esta se concreta agotan la paciencia de los guatemaltecos. Disturbios como los de Santa Cruz Barillas y otros similares ahuyentan la inversión del país. La encuesta realizada por CID Gallup el mes pasado revela que la mayor preocupación de los guatemaltecos la constituyen, en efecto, la violencia y el crimen. La raíz del problema es nuestro débil y disfuncional sistema de seguridad y justicia. Dejo claro –eso sí– que hay otros factores que hacen de Guatemala un país violento, como, por ejemplo este: somos un país integrado mayoritariamente por jóvenes, y los jóvenes tienden a ser más violentos. No hay receta mágica, pero quizá sea el momento de probar algunas ideas radicales.

La experiencia de Guatemala no es nueva, ni tampoco única. En la Edad Media, Europa vivió épocas violentas, mientras el sistema de justicia era incipiente. La gestión política de aquel tiempo era local. Durante siglos, diferentes cortes y juzgados compitieron en una misma región. Los usuarios del sistema de justicia podían elegir la corte que les ofreciera los mejores servicios. La responsabilidad de que las penas se cumplieran recaía sobre la corte y también sobre las autoridades locales. En ocasiones, se recurría a otras autoridades superiores. Este sistema de competencia les permitió a los europeos descubrir reglas óptimas y los mecanismos indicados para fortalecer la justicia. El mejor ejemplo es quizá Suiza, que hasta hoy mantiene una sana competencia entre los organismos de justicia y la seguridad de los cantones.

De ninguna manera estoy sugiriendo que Guatemala regrese a la Edad Media. Lo que sí podemos hacer es aprender de la historia. La seguridad debe ser local. No se justifica una policía nacional, desarraigada de las comunidades. Una policía local conoce mejor a su comunidad, tanto por lo que se refiere al tiempo como al lugar. Los vecinos conocen por su nombre y apellido a los policías e incluso a sus familiares. La policía local se siente más comprometida con la localidad a la que pertenece y en la que trabaja.

Fuente: Centro de Estudios Económico – Sociales (Guatemala)