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Colombia

Colombia: La Paloma que ahora acompaña a Uribe – por María Isabel Rueda

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Paloma Valencia, tercera en la lista a Senado de Uribe, explica por qué su destino es la política.

¿De dónde sale Paloma Valencia, la joven que defiende tan apasionadamente los postulados de Álvaro Uribe?

Soy alguien que ha vivido toda su vida en una casa política por punta y punta. Nunca he desayunado, almorzado ni comido hablando de otra cosa que no sea de política. (Vea: Estos son los candidatos de Uribe al Senado).

Era un destino prácticamente inevitable: nieta del expresidente Guillermo León Valencia y de Mario Laserna, sobrina del senador Juan Mario Laserna, cuñada de Juan Carlos Pastrana y prima hermana del actual ministro del Interior, Aurelio Iragorri. Con ese pedigrí…

Descubrí que la política estaba en mi ADN desde el colegio, en Popayán. Era muy abierto, y la madre María Claudia era una monja muy activa que jamás me dijo ‘no’ a nada de lo que se me ocurría. Desde fundar un periódico hasta presentar una obra de teatro. Me incentivaba sin ponerme límites. Esa formación para mí fue muy importante. Le confieso que, muy en mi interior, tengo corazón de anarquista.

Por el contrario, parece muy ubicada en el espectro político. Sus dos abuelos eran conservadores de partido, pero no podían ser más diferentes. Uno era filósofo y educador; el otro, Presidente, poeta y bohemio…

Me considero ideológicamente muy uribista, pero me definiría más como un liberal clásico del siglo XVIII, que sabe perfectamente qué son la ideología marxista y el esfuerzo para que el trabajo no sea alienante.

¿Pero qué es eso de ser ideológicamente uribista?

Varias cosas. Una, entender primero que todo que Bogotá no es el centro del país. Que hay una conciencia de región muy grande. El despotismo ilustrado se acabó. No es que en Bogotá esté la gente que necesariamente sepa lo que el pueblo quiere y necesita. En ese sentido, la comunicación permanente con una sociedad, o eso que llaman sintonía con la gente, es fundamental para gobernar. Uribismo es también la idea de que el Estado debe garantizar la seguridad de la gente. Mi abuelo Laserna escribió un libro: Estado fuerte o caudillo. Pero para mí el dilema colombiano es más bien: Estado fuerte o violencia.

¿Pero acaso Uribe no es un caudillo?

Un caudillo democrático, y eso hace una diferencia muy grande.

¿A qué llama Estado fuerte?

Un Estado que ocupe su lugar, para canalizar la justicia y hacer cumplir la ley. De lo contrario, todo el mundo hace lo que quiere y se rompen la noción de institucionalidad y la posibilidad de la convivencia pacífica. Todo espacio que deje vacío el Estado se lo apropian movimientos ilegales, y eso genera violencia.

¿A qué horas descubrió que usted era uribista?

Lo conocí cuando estaba en la Universidad de los Andes y él era gobernador de Antioquia y fue a dar unas charlas a la universidad. Inmediatamente me di cuenta de que yo pensaba muy parecido a él. Cuando se lanzó a la presidencia le aposté a todo el mundo, y Uribe solo tenía 2 por ciento, que íbamos a ganar en primera vuelta. Todo el mundo se reía de mí. Me decían: ‘a usted sí la política no se le dio…’ Mi primo Aurelio Iragorri estaba con Serpa y llegó a calificarme de loca. (Risas).

¿Por qué cree que solo una personalidad como la de Uribe garantiza la institucionalidad del Estado?

Porque su personalidad es desbordante en legitimidad carismática, como diría Weber. Un caudillo así permea las instituciones con su propio carisma. Eso se lo puedo comprobar con la alta imagen de las instituciones públicas bajo el gobierno Uribe, cuando todas mejoraron su imagen, y todo lo que han descendido en esa popularidad bajo el gobierno Santos. Esa es una de las cosas que más valoro de Uribe: fue capaz de que los colombianos creyeran en la capacidad de su Estado.

¿Comparte también con Uribe sus críticas al proceso de paz?

Yo creo que el presidente Santos se adelantó por lo menos dos años. Debió consolidar la seguridad democrática, llevarla un poco más allá, para que las Farc estuvieran dispuestas a negociar en otros términos.

¿En cuáles otros términos? ¿Por ejemplo, de rendición total?

Más parecido a eso. Como se hizo con los ‘paras’. La ley de justicia y paz, si bien tiene muchos problemas, avanzó en esa idea. Hubiera esperado que este proceso se blindara contra las fallas de justicia y paz, y no nos devolviéramos a cometer sus equivocaciones. Lo que no creo es que las concesiones ilimitadas y la impunidad nos acerquen a la paz. Tenemos otros grupos al margen de la ley que van a querer algún día obtener los mismos beneficios que las Farc. Estamos simplemente perpetuando la violencia y su uso para acceder a la política, y eso es nefasto.

¿Si el Presidente firma la paz, el uribismo se alegraría o se enfurecería?

Depende de los términos de la negociación.

Pues suponga que va a haber impunidad y que las Farc van a entrar de frente a la actividad política…

Pues eso nos entristecería, porque significa que Colombia seguirá por el camino de la violencia durante muchas generaciones más. Trasladamos una amenaza terrorista a la democracia, para acabar con ella y tomarse el poder, como pasó en Venezuela, suprimiendo las garantías democráticas. Pero nosotros seguiremos en el trabajo político para evitar que eso pase.

¿Entendió lo que pasó entre los ‘verdes’ y los Progresistas?

Hubo una toma agresiva del antiguo M-19, que dejó a los ‘verdes’ sin partido. Pero no es el único caso. Los uribistas, que ganamos todas las elecciones, incluida la última, nos quedamos sin representantes políticos y sin partido. Ahora tenemos que recoger firmas para presentarnos al Congreso. ¿Cómo así que el presidente más popular de Colombia no tiene partido? Pues no, no tenemos. También se lo llevaron, gracias a una reforma política que fue equivocada.

¡Pero si la tramitaron bajo el gobierno Uribe!

Sí, y le reconocemos los errores. Se buscó el fortalecimiento de unos partidos que no existen. La propuesta del Centro Democrático es tener un partido ideológicamente comprometido, y no todas las ideologías parapetadas bajo una fábrica de avales, como son los partidos en Colombia. Elegimos a un montón de gente que supuestamente era uribista, que hoy solo está pendiente de su propia reelección. El Polo sí tiene una posición ideológica y una bancada con mucha profundidad política. El Centro Democrático debe hacer lo mismo. Mucha coherencia ideológica, para que en las elecciones de Congreso la gente vote más por opinión que por maquinaria.

Ocupa el tercer renglón de la lista uribista al Senado, por lo que está prácticamente elegida. ¿Qué va a hacer en el Congreso?

Recuperar la vocería política del uribismo para frenar el debilitamiento institucional. La función más importante del Congreso es la de control político. No sacar leyes y más leyes, sino lograr que la ley se cumpla. Pero, obviamente, hay que hacer las reformas que necesita el país en salud –sin volver al sistema del antiguo Seguro Social– y en educación: el uribismo está muy comprometido en ampliar la jornada escolar porque muchos de los niños que están entrando a esas bandas criminales es porque por la tarde no tienen nada que hacer. Y, finalmente, estamos comprometidos en la reforma de la justicia, para pensar en unos nuevos mecanismos. Por ejemplo, hacerles a los mejores estudiantes de Derecho una oferta en la Rama Judicial, para ir paulatinamente volviendo la justicia un espacio de excelencia académica. ¿Cómo puede haber un Estado de Derecho si la justicia no funciona?

Hablemos de intimidades uribistas. ¿Cómo le pareció la dura crítica de Óscar Iván Zuluaga a la presencia de José Obdulio Gaviria en la lista al senado?

El Centro Democrático está haciendo una apuesta ideológica, y en eso las personas deben ser secundarias frente a las ideas. Si el partido resolvió poner a José Obdulio en la lista, las desavenencias se deben ventilar dentro del partido para que no haya un rompimiento externo.

¿Pero, frente a sus reservas sobre José Obdulio, a Óscar Iván se le exige convicción o disciplina?

El tema central es que el comité político del partido decidió incluirlo en la lista. Y eso hay que respetarlo. Eso sí, hay que reconocer que los insultos de José Obdulio contra personas a las que aprecio especialmente no corresponden a un candidato al Congreso de la República, y celebro que el presidente Uribe lo haya puesto a pedir disculpas y a exigirle que le suba el nivel a la política.

¿Quién garantiza que, cuando llegue al Congreso, José Obdulio no se va a volver a salir de casillas?

Tendrá que hacer una reflexión de que él ya no solo es José Obdulio, sino parte de una lista a la que respalda un movimiento. A los ataques personales que le hacen sí tiene derecho a responder, pero con altura.

¿Qué tan paloma es esta Paloma de Uribe?

Curiosamente, nunca he sido muy cercana al presidente Uribe socialmente, ni trabajé en ninguno de sus dos gobiernos. Eso sí, he sido uribista de tiempo completo y en los medios no hago sino pelear por él, porque tengo gran afinidad ideológica con Uribe. Creo que lo interpreto muy bien.

Usted se ha dado a conocer por su gran personalidad para defender sus ideas, incluso contra jaurías de mayorías…

Mi minoría la siento sobre todo en los medios. No en la opinión nacional. Eso para mí ha sido muy interesante, porque sí ha habido una distancia en la manera como los colombianos perciben la política y la forma como la transmiten los medios, donde no hay muchas voces uribistas. Tengo mucho respaldo de la gente en las redes sociales, pero le admito que toca afinar mucho los argumentos. Tengo una profunda consideración por la gente con la que he trabajado, aceptando que hay diferencias ideológicas, pero con un trasfondo de cariño y de respeto. Eso lo aprendí en mi familia, en la que todo el mundo se mete en política pero todos piensan distinto y todo el mundo se respeta. Hay muchas maneras distintas de ver a Colombia, pero lo que más valoro es el amor por Colombia, que nos une en las diferencias.

¿Se sentiría capaz de decirle ‘no’ en algo a Uribe?

Lo he hecho muchas veces y lo seguiré haciendo. Porque, al contrario de lo que se piensa, él es un hombre que oye muchísimo.

El uribismo tiene varios precandidatos. ¿Cuál quiere que gane?

Yo sí tengo mi favorito, pero me atengo a la consulta interna del movimiento, que ojalá sea antes de las elecciones de Congreso.

¿Empieza por P?

No, por O.

Fuente: El Tiempo (Colombia)

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