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Argentina

Argentina: Un mal del corazón – por Carlos E. Viana

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“La injusticia, dondequiera que se la encuentre… parece impedir la acción en común… además de que la hace enemiga de ella misma” Platón.

General Chiang Kai Shek héroe de la guerra contra la invasión japonesa y posteriormente contra la insurrección comunista apoyada por Stalin, consultado sobre sus enemigos en la guerra mundial y los comunistas que lo derrotaron posteriormente a él, dijo: “los japoneses son una enfermedad de la piel, pero los comunistas son una enfermedad del corazón”.

No es que los comunistas sean todavía un mal en la Argentina actual, pero sí que nuestra patria adolece de un mal del corazón, quizá más complejo e histórico.

He admirado a periodistas como Jorge Lanata, Nelson Castro, Morales Sola, Magdalena Ruiz Guiñazú, Fernando Bravo, Alfredo Leuco y otros igualmente valiosos, por su coraje, cultura e inteligencia, que constituyen un orgullo de la prensa Argentina. Ellos, junto a la nueva actitud cambiada, de la Corte Suprema y de algunos Jueces, son quienes le ponen un límite al avance constante de CFK hacia una nueva tiranía.

Las nuevas investigaciones periodísticas que se han iniciado sobre el General Milani sobre corrupción, “espionaje ilegal” y politización del Ejército, me parecen bien encaminadas para aclarar los procedimientos del actual gobierno.

La Gran Decepción

No obstante me sorprende dolorosamente parte de las acusaciones contra el General César Milani, porque implican una ingratitud contra quienes dieron sus vidas, sus familias y tranquilidad, para defender a la patria contra batallones militarizados, comandados por terroristas entrenados en Cuba y financiados por la URSS, que ocuparon casi las dos terceras partes de la Provincia de Tucumán, donde asesinaron a niños, criollos y soldados argentinos, desplegando el Rojo Pabellón del odio y la traición.

El Subteniente Milani arribó a Tucumán cumpliendo órdenes, dentro del Operativo Independencia, ordenado por la Presidente Isabel Martínez de Perón. En esos meses el Capitán de Inteligencia Humberto Antonio Viola fue asesinado junto a su hija María Cristina de tres años y fue herida gravemente su otra hija de cinco años, mientras que su esposa corrió desesperada con la tercera que era una bebe para salvarla. Pero leamos el parte de la Compañía de Monte, Monte Ramón Rosa Jiménez (ERP), sobre este hecho:

A las 13.13 se acerca el objetivo. Se marca la señal y se retira el compañero. Se aproximan el auto operativo y el de apoyo separados 50 a 60 metros; queda el de apoyo semicruzado en la calle cortando el tráfico y apoyando a los compañeros. El automóvil operativo se aproxima hasta la misma altura que el objetivo -el auto y sus ocupantes- quedando medio auto adelantado. Siempre en los chequeos el sujeto descendía, en esta oportunidad la que descendió fue la esposa, quedando él al volante a la espera, seguramente para guardar el auto en el garaje. Al frenar el automóvil operativo disparan el primer escopetazo que da en el parante delantero izquierdo del parabrisas, el sujeto se agacha en ese momento y los balines dan de rebote sobre la hija de tres años que estaba atrás. El compañero de la ametralladora desciende y metiendo el arma por la ventanilla, dispara una ráfaga corta (4) tiros que dan en el sujeto que alcanza a descender, la ametralladora se traba, pero los disparos le dan a la altura de la base del pulmón izquierdo desde atrás, se adelanta mas y dispara con su pistola y remata al Capitán con un tiro en la cabeza y retoma el auto, mientras que el camarada de apoyo dispara a quemarropa con su ametralladora, hiriendo a la hija de 5 años que corre escapando hacia delante. Ejecutada la operación, la retirada se cumple correctamente. El abandono de los autos se realizó según lo planificado, lo mismo que la retirada de los compañeros.

Frio y rojo documento que nos prueba lo que ocurrió en aquellos años y como se siguieron las crueles directivas enunciadas por el Che Guevara en el órgano de la Tricontinental (“Revista Tricontinental” de 16-4-67), en el cual Guevara dijo: “El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal. Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión; hacerla total. Hay que impedirle tener un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego fuera de sus cuarteles, y aún dentro de los mismos: atacarlo donde quiera que se encuentre; hacerlo sentir una fiera acosada por cada lugar que transite”.

Los imputados por el asesinato de María Cristina Viola y su padre, fueron juzgados en 1979 y condenados a cadena perpetua, obtuvieron la libertad 8 años después, en 1987, beneficiados por consideración de 3 años de cárcel por cada uno de la condena, dictada por el Presidente Raúl Alfonsín. En definitiva una amnistía para asesinos. Las familias de los terroristas desaparecidos obtuvieron grandes indemnizaciones del estado nacional, cosa que no ocurrió con los deudos del Capitán Viola.

Parece, para los periodistas aludidos, que María Cristina Picón, madre de la niña de tres años asesinada por el ERP, sintió y siente menos dolor que las Madres o Abuelas de Plaza de Mayo por la muerte sus hijos. En una entrevista a Graciela Fernández Meijide, Bravo y Leuco criticaron a la guerrilla, pero dijeron que no era lo mismo que la represión contra la misma por parte del estado. Algo similar exponen Nelson Castro y Morales Solá, mientras que Lanata esta volviendo de esa posición.

No entiendo esta diferencia de dolores con la excusa del estado. Es un horror inmoral que se establezca la misma. Está contra el 5to Mandamiento de la Ley de Dios, “No Matarás”. Con el agregado que los agresores fueron los terroristas del ERP y de Montoneros, no los argentinos y financiados por una potencia extranjera y con la clara intención de dar un golpe de estado para imponer una dictadura marxista, en base a las directivas que ya vimos del Che Guevara, ya ajusticiado por esa época.

Podría haber sido el caso de María Cristina Viola y de su padre, una excepción, pero lamentablemente en circunstancias similares fueron asesinados en todo el país por el ERP y Montoneros más cincuenta niños.

¿Y los familiares de los más de 2000 asesinados por la subversión? ¿La hija de José Ignacio Rucci sufrió menos que Estela de Carlotto por la muerte de su hija? ¿Esta señora, abuela de Plaza de Mayo, comprende en su corazón el sufrimiento de las madres cuyos hijos fueron víctimas de sus hijas y de las organizaciones a la que pertenecieron las mismas?

Ninguno de estos periodistas deja de usar el término genocida, impropiamente. Según lo pretenden las Madres de los subversivos, el vocablo se refiere a aquellos que atacaron a quienes no pensaban como ellos, pero no tienen en cuenta que las FFAA y de Seguridad lo hicieron contra organizaciones armadas y que estas, si mataban a los que no pensaban como ellos. ¿Quiénes eran los represores? ¿Quiénes los asesinos?

En el concepto empleado por los periodistas mencionados y otros, Churchill, De Gaulle, Roosevelt, Eisenhower, Montgomery y McArthur, fueron genocidas. En una extensión de su concepto, se podría haber evitado la segunda guerra mundial si Churchill hubiera conseguido una orden de detención de un Juez Británico contra Hitler. Hablemos seriamente, fue una guerra y no una guerra común, sino parte de la Guerra Fría que aquí fue caliente.

Comprendo que estos periodistas le temen a la opinión pública generalizada por las organizaciones llamadas de los derechos humanos. Como decía John Stuart Mill, también existe una dictadura de la opinión pública. Se ha instalado en la misma una idea injusta y antidemocrática.

Un Mal del Corazón

Al parecer CFK tiene sus días contados al frente del gobierno del odio que estableció. La Acción que se está operando en la Justicia, el periodismo y otras fuerzas republicanas son un soplo de aire fresco, que ha parado sus ambiciones dictatoriales, pero lo que me preocupa es el trasfondo moral de nuestra Nación.

En la Ciudad de Rosario concejales socialistas, justicialistas y radicales, han establecido un culto al Che Guevara con monumentos, nombres de calles y hasta han comprado el departamento donde supuestamente nació. Lo mismo han hecho líderes como Hermes Binner (PS), Mario Barletta (UCR), Héctor Cavallero (PPS), y Jorge Obeid (FpV). En el orden nacional también valoran a este asesino, Cristina Kirchner, Margarita Stolbizer, Pino Solanas, entre otros.

No habrá un gobierno superador y la democracia no será posible, mientras viva en el corazón de la mayoría del pueblo argentino la indiferencia, la ingratitud, la injusticia y no se valore la Libertad, y se valorice a un personaje siniestro como el Che Guevara y a los terroristas que siguieron sus ideas. Un gobierno puede ser un mal pasajero de la piel, pero lo que yace en la parte negra del corazón de un pueblo y sus exponentes públicos, es un mal de corazón.

No hay democracia con 4.000 prisioneros políticos, con temor a la opinión fabricada. Solo hay una salida honrosa, el amor y este debe ratificarse con una amnistía amplia y total, para todos, incluyendo a los asesinos que están en el gobierno, pero que tienen un gran derecho cristiano, el derecho al perdón.

Fuente: HACER

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