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Latin America

Opinión: Yo no quiero más bigotes – por Agustina McWhite

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Nunca me gustaron los hombres con bigotes -sobre todo si son anchos-. Nunca me parecieron atractivos. Y siempre me dieron la sensación de suciedad, que todo lo que la persona comiera o bebiera se quedaría ahí hasta que se lavara la cara o se fuera a bañar otra vez. Alguna vez con cierta ingenuidad creí entender que el bigote era símbolo de poder, algunos pensarán así, otros no. Por favor, no me pregunten por qué hice tremenda asociación pero debe haber sido por culpa de algo que leí.

Pienso que el bigote es un personaje muy significativo en la historia mundial; muchos de los dictadores de todo el mundo se han identificado bastante bien con él. Lo curioso es que los intérpretes más emblemáticos, llamados “revolucionarios” -y hasta por ellos mismos-, han llevado en algún momento de su vida pelo que nace de la nariz y se hospeda -casi sin permiso- en el labio superior. Muchos de estos bigotudos han optado también por permitir que el siniestro ocupe el cuello, transformándose en barba. Todos sabemos que es una buena técnica para disimular bocas chicas y papadas abundantes, sin embargo no estoy segura si evidencian falta de oxigenación en el cerebro. Que cada uno haga sus propias interpretaciones.

Si revisamos algunas fotografías -que desgraciadamente la historia nos regala- podremos ver que todos estos dictadores -las cuales, por supuesto, elegí cuidadosamente denotando mi subjetividad- tienen 2 cosas en común: la idea patética de revolucionarios -aunque ellos saben muy bien que lo único que han hecho ha sido involucionar- y el conjunto de pelos -algunos debidamente peinados y afeitados y otros haciendo honor al desorden, al fárrago-.

Parece que ahora esta idea se ha instaurado nuevamente con la asunción de Nicolás Maduro como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela y ha golpeado con fuerza a los chavistas / maduristas / castristas -ya no sé cómo catalogarlos; creo que podría referirme a ellos simplemente como “los rojos” para evitar entrar en el tema de quién verdaderamente gobierna Venezuela.

Nota: Si hay alguna persona que ha leído este artículo y goza de tener bigote/barba o ambas porque les gusta, porque les satisface, porque siempre han querido llevarlo y se sienten orgullosos, ruego que encuentren únicamente la relación entre los personajes aquí mostrados y la idea de revolución.

Cabe mencionar que yo no tengo la culpa de los personajes que -hasta el día de hoy- la historia nos ha regalado.

(*) Agustina McWhite es Periodista de Córdoba Capital.

Fuente: Periodismo> para Periodistas (Argentina)

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